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La pesadilla del AVE gallego

Organizaciones empresariales y sociales denuncian retrasos y perjuicios en la construcción del tren de alta velocidad

Un tren de alta velocidad atraviesa los malos sueños de la ministra de Fomento. Las pesadillas hace años que empezaron. Primero con el AVE a Barcelona y el boquete en la estación de cercanías de Bellvitge. Ahora, con un tren cargado de promesas que no ha llegado a Galicia, y que en la comunidad se convirtió en una obsesión desde la catástrofe del Prestige.

José María Aznar y Francisco Álvarez Cascos anunciaron entonces a bombo y platillo el Plan Galicia, pero detrás de la música de charanga no había presupuesto.

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Recién llegada al cargo en 2004, Magdalena Álvarez, la ministra que heredó el compromiso, se convirtió en persona non grata en Galicia cuando se le escapó en voz alta, ante un micrófono, un comentario: "El Plan Galicia de mier...". Los gallegos crédulos empezaron a sospechar que el ferrocarril veloz que traería el siglo XXI al Noroeste sería durante mucho tiempo un tren fantasma.

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El espectro, últimamente, ha tomado forma de fecha. Aunque varias plataformas ciudadanas y empresariales -algunas de ellas surgidas para denunciar despropósitos y olvidos clamorosos en el trazado- han afirmado por activa y pasiva que la fecha es lo de menos, los políticos han centrado la polémica en torno a 2012. El Gobierno central y los consejeros socialistas de la Xunta se empecinan en seguir afirmando que será ese año cuando llegará el AVE a Galicia, mientras que el PP y el BNG cada vez más ponen en duda tal afirmación. El Bloque Nacionalista Galego organizó a mediados de este mes una manifestación en la localidad zamorana de Lubián para pedir que se agilicen las obras en este tramo, el de la entrada del AVE a Galicia. El objetivo era presionar a Magdalena Álvarez, la ministra que el pasado noviembre fue salvada por el BNG de una reprobación en el Congreso. El partido de Anxo Quintana votó contra la petición de cese a cambio del desbloqueo de competencias.

Pero ni en Lubián, ni en realidad en todo el trazado entre la meseta y Vigo, han comenzado las obras. De algunos tramos importantes se está redactando el proyecto y de otros no existe más que un estudio informativo, un informe previo sin declaración de impacto ambiental. La puerta del AVE a Galicia, por Ourense, es, precisamente, la parte más complicada de la obra. Se trata de un trazado prácticamente nuevo, que no aprovecha la vía vieja, y que atraviesa tantas zonas montañosas que, en un tramo de 104 kilómetros, está previsto construir 50 túneles y más de 40 viaductos.

Como se aproximan las elecciones autonómicas gallegas, el presidente de la comunidad, Emilio Pérez Touriño, ha tanteado entre los suyos la posibilidad de un adelanto electoral, y cada vez resulta más evidente que la promesa de 2012 es muy difícil de cumplir. El Gobierno central lleva tres años aprobando partidas sobredimensionadas para el AVE gallego, pero la lentitud de las obras impide que todo ese dinero se gaste y, llegado diciembre, Galicia lo vuelve a perder. Hace unos días, la patronal de Pontevedra denunció este hecho en una rueda de prensa y anunció que los empresarios liderarán un movimiento social para luchar por un AVE competitivo y en condiciones. Al acto invitó a uno de los mayores estudiosos del tren en Galicia, el ingeniero Xosé Carlos Fernández, que aseguró que, "siendo optimistas", la alta velocidad llegará a la comunidad, como muy pronto, en 2016.

Pero la del retraso no es la única pega que los gallegos ponen a un AVE que en buena parte de su recorrido no es AVE (a 300 kilómetros por hora) sino tren de velocidad alta (a 220). En Galicia, a diferencia de las otras comunidades donde funciona este ferrocarril para vías de ancho europeo y de aquellas otras donde se está construyendo, el nuevo trazado aniquila el viejo, de ancho español, con lo que desaparece cualquier posibilidad de un ferrocarril alternativo. Manuel Fraga dijo cuando presidía la Xunta que quería un verdadero tren de "altas prestaciones" para Galicia, que no compartiese vía con los mercancías y los trenes convencionales. Y Fomento, por aquellas fechas, diseñó un trazado de Vigo a Ferrol, pasando por Pontevedra, Santiago y A Coruña, que pisaba en casi todo su recorrido la vía antigua.

Cuando llegue el AVE, entre dos y tres veces más caro que los demás trenes, Galicia no podrá tener ni ferrocarriles convencionales de largo recorrido, ni de media distancia ni tampoco cercanías. Y la indignación se extiende por la comunidad al ritmo que avanzan las obras, aunque éstas vayan tan lentas.

Viaducto del AVE a Galicia en un paraje de O Eixo, en Santiago de Compostela.
Viaducto del AVE a Galicia en un paraje de O Eixo, en Santiago de Compostela.ANDRÉS FRAGA

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