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La policía libera a los dueños de un bar de Ávila tras siete horas retenidos

El secuestrador, un ex policía de nacionalidad rumana, llevaba mes y medio viviendo en San Pedro del Arroyo y pedía un trabajo

Después de siete horas de angustia, la intervención policial ha acabado con la retención del matrimonio propietario de un bar de la localidad abulense de San Pedro del Arroyo por parte de un hombre de nacionalidad rumana, que ha concluido a las 22.38 de este viernes, cuando miembros del Cuerpo Especial de Operaciones de la Policía Nacional (GEO) entraron al establecimiento por la planta superior.

Según han asegurado fuentes presenciales, los agentes han podido reducir al ciudadano rumano, de unos 30 años, y liberar a los dos rehenes sin que se produjeran heridos. El secuestrador salió con la cabeza tapada entre los abucheos de los centenares de vecinos congregados en el exterior.

El suceso comenzó pasadas las 16.00 horas, cuando el hombre, que al parecer fue policía en Rumania y que era conocido en el pueblo como Nicolai, entró en el bar, situado en la calle Calzada de San Pedro del Arroyo, atrancó la puerta con una máquina tragaperras y cubrió las ventanas con hojas de periódicos. En el interior sólo se encontraba el matrimonio, que desde el primer momento se mantuvo en un segundo plano. En esos primeros momentos llegó a amenazar con un cuchillo a la dueña del bar.

Hasta el lugar se desplazaron agentes de la Guardia Civil, acompañados por un psicólogo y un intérprete, para iniciar las negociaciones con el hombre, que reclamó la presencia de los medios de comunicación, así como un empleo y una habitación donde alojarse.

Durante el secuestro se han vivido momentos de tensión, sobre todo cuando el secuestrador se dirigió a los medios de comunicación les gritó: "¡Dos vidas, puedo matar! Puedo vivir mejor en la cárcel", dijo, tras señalar que no quería dinero, sino un trabajo. "¡Hola, España. Qué hacer Zapatero para mí, para extranjero!", agregó.

El regidor de San Pedro del Arroyo, localidad de 850 habitantes situada a 25 kilómetros al norte de la capital abulense, ha explicado que Nicolai lleva viviendo en el pueblo un mes y medio, aunque no está empadronado, y hasta ahora "se había mostrado como un hombre tranquilo".

En el transcurso de las conversaciones con la Guardia Civil, Nicolai pidió que un agente mostrase dos fotografías a los periodistas que se encontraban frente al bar, solicitud a la que accedió el agente.

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