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El fenómeno de la inmigración

La policía podrá poner camisas de fuerza y cascos a los inmigrantes en las expulsiones

La medida del protocolo de seguridad busca evitar las autolesiones en los vuelos de repatriación

Jorge A. Rodríguez

Los sin papeles que sean expulsados en aviones podrán ser vestidos con camisas de fuerza y chichoneras para evitar que se autolesionen para impedir su repatriación. El Ministerio del Interior ha elaborado un protocolo de normas de seguridad para las repatriaciones, que regula qué pueden hacer o no los policías que custodian a los expulsados. No podrán, por ejemplo, drogarles ni hacer uso de medidas coercitivas que puedan comprometer "las funciones vitales del repatriado". El objetivo es evitar casos como el de Osamuyia Aikpitanhi, que en junio falleció maniatado y amordazado en un vuelo de repatriación.

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El protocolo lleva meses elaborándose para unificar las dos directivas del Consejo de Europa y las normas españolas que hasta ahora se aplicaban. Los sindicatos policiales -muy críticos con las condiciones en que trabajan los agentes de la Unidad Central de Expulsiones y Repatriaciones (UCER)- han colaborado en la elaboración de la norma, que consideraron vital tras el caso Aikpitanhi, quien falleció amordazado tras resistirse violentamente a la expulsión en un vuelo comercial en el que se le devolvía a Nigeria escoltado por tres policías, dada su corpulencia.

La norma es cada vez más necesaria por el aumento del número de expulsiones. Este año han sido repatriados 4.630 sin papeles en 123 aviones fletados al efecto, mientras que 3.900 fueron devueltos en vuelos comerciales. En uno de estos últimos se produjo la muerte de Aikpitanhi, el único incidente "importante" ocurrido este año en este tipo de vuelos, según el Ministerio del Interior.

Según el protocolo, al que ha tenido acceso EL PAÍS, los extranjeros deberán embarcar con un informe médico, de forma que se conozca "cualquier circunstancia médica que pueda afectar a la expulsión". Si el jefe del dispositivo policial cree que el estado de salud de un inmigrante no garantiza "un traslado digno y seguro", podrá suspender la expulsión.

Los inmigrantes serán subidos al avión esposados con lazos, que se les podrán cortar a criterio de la policía. Eso sí, "los cinturones de seguridad de los repatriados se mantendrán atados durante toda la duración del vuelo", pero se les podrán desabrochar si quiere ir al baño, donde tendrá que ir escoltado. Antes de que se inicie el vuelo, se advertirá a los expulsados que el resistirse no va a suponer en ningún caso la cancelación del viaje.

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Pero si deciden ponerse bravos (violentos en el argot policial) ya dentro del aparato, "podrán ser inmovilizados por medios que no pongan en peligro su integridad física ni comprometa sus funciones vitales", utilizando una fuerza "proporcional" a la resistencia y respetando "el honor y la dignidad" del extranjero.

¿Cómo? Pues con "cascos de autoprotección para los repatriados violentos, que impidan que se autolesionen" y con "cinturones y prendas inmovilizadoras autorizadas". El primer utensilio servirá a modo de chichonera, para evitar que el expulsado se dé cabezazos contra el avión (como hizo Aikpitanhi) y el segundo es una especie de camisa de fuerza que mantiene los brazos y las manos pegadas al cuerpo. El problema es que esta segunda prenda no está en las dotaciones al uso del Cuerpo Nacional de Policía, según indicaron fuentes del cuerpo.

En principio, una bronca a bordo no será motivo para cancelar el vuelo. Es más, en caso de que se produzca la asonada, el jefe del dispositivo (habrá un policía por cada expulsado más un retén antidisturbios en la trasera del avión y un médico), siempre en contacto con el comandante del aparato, "dirigirá las operaciones para restablecer el orden".

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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