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Columna
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La rebelión de las formas

Vuelve de nuevo Ortega y Gasset en todo su esplendor como cuando aquel año santo orteguiano de imborrable memoria y ahora lo hace además de la mano del presidente de su Fundación, Antonio Garrigues. Se anuncia una más completa edición si cabe de sus obras, esta vez a cargo de Taurus. Pero más que de la rebelión de las masas ahora deberíamos estar hablando de La rebelión de las formas de Jorge Wagensberg, quien más allá de las circunstancias anda empeñado en enseñarnos a perseverar cuando la incertidumbre aprieta. La suya es una propuesta de rebelión del máximo interés hoy cuando amanece el día -primer martes después del primer lunes de noviembre- en el que los ciudadanos de los Estados Unidos de América están llamados a las urnas para pronunciarse sobre los candidatos a la presidencia para los próximos cuatro años, que tanto va a afectarnos.

Sostiene Wagensberg que lo inerte resiste la incertidumbre de su entorno para estar, para permanecer, en su realidad y que en esta capacidad de resistir reside la estabilidad adquirida por selección fundamental. De ahí que a su entender la resistencia sea la primera forma de rebelión contra la incertidumbre, o dicho de otra manera, la estrategia más fundamental para seguir estando, si es que cabe atribuir estrategia alguna a lo que hemos dado en denominar lo inerte. Pero frente a lo inerte se encuentra lo vivo y lo vivo, además de resistir la incertidumbre, la modifica. Propiedad ésta que adquiere por selección natural y que hace posible la adaptabilidad y la capacidad para evolucionar, que viene a ser la segunda forma de rebelión contra la incertidumbre, es decir, la estrategia más natural para seguir viviendo. Claro que a las dos primeras clases de selección, la fundamental y la natural, debe añadirse la cultural como tercer pilar de nuestro esquema conceptual para comprender la forma. En este punto deberíamos proceder a separar en el equipo de la Casa Blanca a los inertes, de los vivos y de los cultos.

Además la forma matemática tiene también su definición, basada asimismo en cierta clase de selección, que podemos llamar selección matemática. El caso es que la matemática, como toda abstracción, fabrica inteligibilidad. Aceptemos que se comprende una forma cuando se consigue una descripción matemática razonable pero que lo razonable tiene un límite bien reconocible, el del absurdo, que resulta cuando es mucho más simple y compacta la propia forma del objeto real cuya descripción se pretende que su inteligibilidad matemática propuesta para describirla. Porque en definitiva la comprensión no puede pesar más que lo comprendido. Queda claro que la selección fundamental resiste la incertidumbre, la selección natural la modifica y la selección cultural la anticipa pero para vaticinar con acierto quién será el inquilino de la Casa Blanca nos falta saber qué es lo propio de la selección colectiva o si se prefiere cómo se enfrenta la colectividad a su propia incertidumbre.

En todo caso, el candidato Bush se encuentra entre esa gente "tan enemiga de si misma que prefiere padecer una desdicha prevista, por el mero hecho de haberla previsto, que disfrutar de una dicha inesperada", sobre la que escribió de modo tan certero el Príncipe de Ligne, en el delicioso volumen donde se compendian algunos de sus textos bajo el título de Amabile. Además con el Bush de estos últimos cuatro años y sus mariachis aznaristas hemos podido comprobar que se puede hacer girar al revés el organillo pero no la melodía y que un país dividido en profundidad acaba perdiendo peso en el área internacional. Por eso, quien resulte elegido -Kerry o Bush- deberá aplicarse a la grave tarea de reconciliar a la ciudadanía y acabar con ese patriotismo primario de la exclusión que impera en Estados Unidos.

En cuanto a España, un aliado sólido y cooperador, alguna interesante aportación hubiera podido ofrecer en cuanto se refiere a las garantías de la administración electoral y a la amenaza compartida del terrorismo, cuyos padecimientos sufridos desde hace décadas, nos sitúan en condiciones de asegurar al amigo americano que en la lucha contra el terrorismo no hay atajos, ni cabe el recurso a la tortura, ni las violaciones del Estado de Derecho, ni los tribunales militares.

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