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El futuro de Euskadi

El referéndum inconstitucional de Ibarretxe también divide a los nacionalistas

Luis R. Aizpeolea

El nuevo plan soberanista del lehendakari, Juan José Ibarretxe, no sólo ha dividido a la sociedad vasca sino que ha roto el consenso interno en el seno del PNV. Así se puso ayer de manifiesto en el Día del Partido (Alderdi Eguna), celebrado en las campas de Foronda (Álava), donde el presidente dimisionario Josu Jon Imaz y el lehendakari defendieron proyectos políticos diametralmente opuestos.

El presidente del partido tiró la toalla tras conocer los planes de Ibarretxe y ante la imposibilidad de frenarlos
Imaz defiende el "acuerdo político entre diferentes" como la "mejor base" para construir el futuro del País Vasco
El 'lehendakari' asegura que no le "temblará el pulso" a la hora de poner en práctica su plan soberanista
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Mientras el primero defendió que un "acuerdo político entre diferentes" -es decir, entre nacionalistas y no nacionalistas- es la "mejor base" para construir el futuro político del País Vasco, el segundo aseguró que no le va a "temblar el pulso" para convocar el anunciado referéndum, incluso sin acuerdo del Gobierno central. Aunque ambos dirigentes intentaron dar una imagen de unidad, el mensaje de Imaz fue muy claro cuando advirtió contra quienes quieren construir muy deprisa sin asegurar los cimientos. "Yo no quiero que a mi país se lo lleve el primer vendaval", enfatizó.

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Fuentes próximas a Imaz reconocen que su renuncia a la reelección estuvo motivada en gran parte por su incapacidad para frenar las intenciones de Ibarretxe, que conocía con anterioridad. Su nuevo plan, anunciado por el lehendakari en el Parlamento vasco el viernes, supone una interpretación cuanto menos forzada de la ponencia política, que el sector soberanista y el pactista habían consensuado de cara a la asamblea de diciembre y que se plasmó con la retirada de las candidaturas tanto de Imaz como del presidente del PNV de Guipúzcoa, Joseba Egibar, con el objetivo de evitar la confrontación interna.

Imaz pretendía reformar del Estatuto de Gernika por los cauces legales y mediante un acuerdo entre los partidos vascos con un apoyo, al menos, similar al del Estatuto de Gernika; refrendo en el Parlamento vasco y las Cortes españolas y, finalmente, referéndum. Por el contrario, Ibarretxe empieza la casa por el tejado, al pretender un acuerdo político con el presidente del Gobierno para que admita el derecho de autodeterminación, mientras esgrime como espada de Damocles una consulta a fecha fija.

Imaz ha tenido en cuenta que su confrontación con Ibarretxe iba a estar abocada al fracaso, con los antecedentes de 1983. Entonces, el presidente del PNV Xabier Arzalluz se enfrentó al lehendakari Carlos Garaikoetxea, que marcaba posiciones más radicales. Aquella primera batalla la perdió Arzalluz y tardó mucho tiempo en recuperar la dirección del partido -más de dos años- y al precio de una escisión.

Pese a la retirada estratégica de Imaz, la radicalidad de la propuesta de Ibarretxe ha disgustado a amplios sectores de su partido, según fuentes nacionalistas. La mayoría de los votantes del PNV no quiere la confrontación interna. Pero amplios sectores del partido temen, también, que la nueva apuesta soberanista aleje a votantes moderados.

El Gobierno está convencido de que la apuesta soberanista de Ibarretxe obedece a una estrategia electoral, pues da por hecho que el lehendakari sabe que no va a poder materializarla. El propio Ibarretxe contempla un adelanto electoral para el próximo otoño si el Parlamento vasco no acepta sus propuestas en junio.

Ibarretxe vuelve a apostar por la confrontación con el Estado en clave electoral. Le funcionó bien en 2001, cuando convocó unas elecciones frente al bloque constituido por el PP de Jaime Mayor Oreja y el PSE de Nicolás Redondo Terreros. Entonces logró movilizar el voto nacionalista y se alzó con la victoria. Pero seis años después, y con Rodríguez Zapatero en La Moncloa, las cosas no tienen por qué discurrir igual, pues los socialistas no van a reeditar un "frente nacional" contra el "frente nacionalista" que pretende el lehendakari. De hecho, en febrero de 2005, al día siguiente de que el Congreso rechazara su plan soberanista, Ibarretxe convocó anticipadamente las elecciones vascas. Perdió cuatro escaños y 140.000 votos.

La clave del reto de Ibarretxe está en el resultado de las elecciones generales de marzo, entre otros factores. Si el PNV retrocede, será el momento en que Íñigo Urkullu, que se perfila como sucesor de Imaz en la presidencia del PNV, podrá imprimir un giro a la estrategia soberanista.

Urkullu, que ha sido el principal apoyo de Imaz en la dirección del PNV y comparte sus tesis pactistas, sólo podrá enderezar el rumbo del partido, según fuentes conocedoras del mismo, cuando decline la estrella de Ibarretxe. Y eso sólo sucederá si la sociedad vasca le da la espalda en las próximas citas electorales.

Apartado de la batalla interna, Imaz apareció ayer en su tercer y último Alderdi Eguna como presidente relajado y conversador, en contraste con el gesto serio y el mutismo que mantuvo durante el discurso del lehendakari en el Parlamento vasco, informa Isabel C. Martínez. Frente a quienes vaticinan su rápido regreso a la arena política, Imaz, que es químico, explicó que proyecta marcharse al extranjero con su familia en diciembre próximo -tiene ofertas de alguna universidad británica y estadounidense- y que no regresará hasta el verano próximo, informa.

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