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Una reforma legal incorpora al censo a más de 200.000 nuevos españoles

El pasado, la memoria del exilio y la emigración hacia América Latina constituyen la segunda pata, junto a la de la cooperación, del discurso elaborado por el presidente español, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, durante esta visita a México. El mandatario introdujo con fuerza el tema en el encuentro que mantuvo con la colectividad española el domingo por la noche, madrugada de ayer en España, cuando anunció que las nuevas normas de ciudadanía aprobadas en el Consejo de Ministros del pasado 15 de junio permitirán la incorporación al censo de más de 200.000 nuevos españoles.

La reforma da luz verde a la nacionalización de los hijos de españolas que hayan adoptado la nacionalidad extranjera del padre y también la de los nietos de españoles aunque nacieran fuera de España. Con esta ley y con el también recientemente aprobado Estatuto de la Ciudadanía española en el exterior, el Gobierno, aseguró Zapatero, ha llevado a la práctica la "vieja y justa demanda" de que los españoles residentes en el extranjero sean "ciudadanos de pleno derecho".

El presidente se mostró "orgulloso" del papel que tanto los emigrantes económicos como los exiliados, homenajeados ayer en el colectivo Niños de Morelia, han tenido en el desarrollo de México. También reconoció "la importancia de la contribución de los emigrantes a la España actual, moderna, abierta y tolerante, al tiempo que próspera y dinánica".

El mandatario mexicano, Felipe Calderón, elogió repetidas veces a la inmigración española y especialmente a los exiliados que se instalaron en el país: "Nos regalaron palabras, ideas, poesías", dijo Calderón.

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