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El debate del agua

Los regantes de Lleida exigen retener 'su' río Segre

El plan de la Generalitat para trasvasar agua desde el río Segre al Llobregat ha puesto a los regantes de Lleida en pie de guerra. La condición de "temporalidad" que repite el Gobierno catalán no convence a casi nadie en una tierra donde la cantinela de los trasvases suena periódicamente con el Segre como objetivo. Los agricultores, cuyas tierras beben de su caudal, insisten en que no hay río suficiente para compartirlo con nadie, y menos en plena sequía, cuando las aportaciones del Segre son mínimas.

Los dirigentes de los canales de Urgell y Segarra-Garrigues, que cargan aguas del Segre para el regadío de las zonas, proclaman que ni un litro del Segre debe ir a Barcelona. Especialmente sin compensaciones, como prevé la Generalitat, y sin garantizar los caudales necesarios para la industria, el consumo urbano (200.000 habitantes), y el riego de las 150.000 hectáreas que dependen de ambas infraestructuras, la segunda aún en fase de construcción. "No tenemos agua ni para nosotros", advierte el presidente del canal de Urgell, Ramon Carné. Señala que el trasvase es una mala solución. "Queremos colaborar, ser solidarios. Pero, ¿cómo podemos dar una cosa que no nos sobra?". El canal de Urgell acaba de iniciar la campaña de riegos, pero sólo tendrá agua para dos o tres semanas si no llueve. Josep París, gestor del canal Segarra-Garrigues, destaca que el trasvase causará "daños irreparables" en el Segre.

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Agua que se pierde

El canal de Urgell, construido entre 1853 y 1862, es una obra emblemática de la ingeniería hidráulica en Cataluña. También es una de las más antiguas y no el mejor ejemplo de una buena gestión del agua. Gran parte de la infraestructura está revestida de cemento, pero quedan tramos de tierra en los que se pierde mucha agua. La mayoría de los agricultores riegan a manta, es decir, por inundación, pese a que con esta técnica se desperdicia más agua, opinión que no comparten los regantes.

La Generalitat tiene varios proyectos para reformar el canal y pasar a un sistema de riego más eficiente (aspersores y goteo), pero están parados por el elevado coste, unos 1.000 millones, de las obras. Desde el propio sector se cree que relevar los regadíos tradicionales ahorraría unos 400 hectómetros cúbicos al año, más de diez veces la cantidad que la Generalitat contempla trasvasar del Segre al Llobregat.

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