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La investigación judicial del 'caso Gürtel'
Columna
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El secreto de sumario era la mejor defensa del PP

Cuando estalló el escándalo de la trama de corrupción masiva vinculada al PP, los dirigentes de esta formación política se quejaron amargamente de la indefensión que sufrían los implicados por ignorar de qué se les estaba acusando.

En el primer momento de desconcierto, los populares fabricaron la teoría de un juez que les perseguía sin razón y por venganza, aunque no dudaron en expulsar de sus cargos públicos a los imputados con menos poder político (cuatro alcaldes y un consejero autonómico).

El PP puso de inmediato en su diana pública a Baltasar Garzón y fio su suerte a que el caso pasara a otros tribunales de justicia supuestamente más imparciales y menos prevaricadores.

Pero esa estrategia embarrancó cuando otros jueces, con idénticos mimbres-pruebas, sacaron las mismas conclusiones que Garzón respecto a la implicación de gobiernos del PP en diversas prácticas delictivas para robar dinero público.

Los males del partido no se han curado tras hacerse la luz. Al contrario
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Con Garzón desactivado pero el caso judicial todavía vivo y al rojo, los dirigentes del PP continuaron con su letanía de que había que levantar el secreto de sumario cuanto antes. Como si el conocimiento público de su contenido, bastante aireado por otra parte en distintos autos judiciales suficientemente públicos, pudiera exculpar de manera milagrosa a los numerosos dirigentes del PP que habían caído en la tentación de favorecer a Correa a cambio de cientos de miles de euros en dinero negro, pantallas de plasma, coches, trajes, relojes y otros regalos variopintos.

El sumario, al menos una parte importante del mismo, ha abandonado el cuarto oscuro del secreto, y los males del PP no se han curado tras hacerse la luz. Más bien al contrario, aunque Rajoy prefiera mirar para otro lado y aplicar la "indiferencia" a una de las enfermedades más graves que pueden afectar a la vida de un partido político.

Las pruebas repartidas por las 17.000 páginas del sumario conocidas ahora retratan escenarios diversos de corrupción en los que Correa y los suyos se movían con una impunidad absoluta. Para manejarse en ese mundo, Correa y sus directivos de confianza gozaron de la protección y del trato de favor que dispensaron varias decenas de afiliados del PP que cobraban, y aún algunos siguen cobrando, de la administración desde sus cargos de Gobierno.

Los dirigentes del PP que gritaban contra el secreto del sumario podrán salir hoy, si han tenido tiempo de leérselo, a dar todas las explicaciones necesarias. Si pueden. Se acabó la indefensión.

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