_
_
_
_
_

La tensión entre la Guardia Civil y la Royal Navy crece frente a Gibraltar

Las patrulleras británicas "hostigan a diario" a barcos del Estado español

Fernando J. Pérez

La escena se repite casi a diario desde hace varios meses. Una patrullera del Servicio Marítimo de la Guardia Civil sale de su base del puerto de Algeciras y cruza la bahía sorteando ferrys, cargueros y gasolineras flotantes. Al llegar al llamado Boquete de Poniente, la zona de la bahía junto al corte fronterizo entre Gibraltar y La Línea de la Concepción, una embarcación de la policía gibraltareña le sale al paso. En un tono formal, muy alejado del colegueo habitual entre ambos cuerpos policiales tras años de lucha contra el contrabando de tabaco y el tráfico de hachís, los bobbys informan a los guardias de que navegan en aguas territoriales del Reino Unido y les conminan a que salgan de ellas bajo amenaza de arresto. En un segundo plano, una lancha de la Royal Navy -la Armada británica- con dos ametralladoras pesadas en la popa vigila que los agentes españoles abandonen unas aguas que España considera propias según el Tratado de Utrecht, de 1713. Los policías gibraltareños graban con una cámara de video toda la actuación.

El pasado día 16 utilizaron de blanco una boya con una bandera rojigualda
Más información
La Policía de Gibraltar retiene durante dos horas a cuatro guardias civiles en el Peñón

Otras veces, los incidentes son más peligrosos. "Hace dos meses, unos niñatos de la Royal Navy nos cruzaron en plena bahía dos lanchas semirrígidas a dos metros de nuestra proa cuando navegábamos a 12 nudos", afirma Óscar (nombre ficticio), un agente del Servicio Marítimo con varios lustros de experiencia. "Es una navegación altamente arriesgada, haciendo quiebros con la lancha a 25 o 30 nudos en una zona de enorme tráfico marítimo. Cualquier día vamos a tener una desgracia o puede haber un enfrentamiento absoluto", asegura.

El pasado 17 de noviembre, se produjo el incidente más grave. La patrullera del instituto armado Alcotán navegaba a siete millas al sur de Gibraltar, cuando divisaron una lancha rígida de la Royal Navy. Al aproximarse, los británicos comenzaron a ordenar por sus altavoces: "Keep clear!, Keep clear!" (¡aléjense!), mientras dos infantes de marina, sacaban del agua por la banda de estribor, bien a la vista de los españoles, una boya que llevaba encima una bandera con los colores de la enseña española y que había sido usada como blanco para unas prácticas de tiro.

La explicación oficial del Ministerio de Defensa británico es que la bandera utilizada en las maniobras no era la insignia oficial española, sino la que corresponde al numeral 1 en el código internacional de banderas de señalización marítima. Esta bandera tiene dos franjas rojas y una amarilla, todas del mismo tamaño, lo que la hace prácticamente indistinguible de la bandera creada por Carlos III. La diplomacia británica pidió disculpas por "haber usado los colores" del pabellón español. "Parece como si anduvieran buscando un conflicto diplomático, porque los disparos fueron en aguas territoriales españolas y se les podía haber detenido por ultraje a la bandera", afirma Pedro, nombre ficticio de otro miembro del Servicio Marítimo de la Guardia Civil.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

El 8 de mayo, el patrullero de altura de la Armada española Tarifa, se encontraba realizando tareas de vigilancia e inspección pesquera al sur de Punta Europa, cuando fue interceptado por la lancha rápida Sabre de la Royal Navy. Los británicos exigieron la salida de los españoles de la zona de 3 millas que consideran sus aguas territoriales. En una respuesta parlamentaria, el Gobierno español reconoce que existió un "intercambio verbal" entre las dotaciones de ambos barcos de guerra, pero que el buque de la Armada española siguió su misión y "no tuvo en ningún momento que abandonar la zona ni modificar sus movimientos". Un mes antes, el 10 de abril, el mismo Sabre obligó a la lancha de la Guardia Civil a salir de las aguas junto al aeropuerto de Gibraltar. Las dos ametralladoras de la nave inglesa estaban armadas, y los guardias civiles afirman que les apuntaron con ellas. La marina británica asegura que en ese incidente, las ametralladoras se encontraban en la proa del Sabre y que este barco encaraba a la patrullera española desde la popa.

Tanto para los guardias civiles como para el diputado del PP José Ignacio Landaluce este "hostigamiento continuo" de la policía gibraltareña y de la Royal Navy a buques del Estado español "no es en absoluto casual". Todos ellos coinciden en que "los incidentes comenzaron con el anuncio de la visita de Miguel Ángel Moratinos [ministro de Asuntos Exteriores] a Gibraltar para la reunión del foro tripartito de diálogo". Según los agentes consultados, tras la visita al Peñón, celebrada el 21 de julio, el acoso no ha hecho más que intensificarse, aunque tras el incidente de la bandera la Royal Navy se mantiene más alejada y deja el papel de malo a la policía de Gibraltar.

"El gobierno de Gibraltar ve nuestra postura generosa y aumentan la presión, porque saben que el Ministerio de Exteriores busca evitar el enfrentamiento", asegura el diputado Landaluce, que aboga por "suspender temporalmente" el foro tripartito. Mientras tanto, los guardias civiles reclaman a sus mandos y al Ministerio del Interior "un protocolo claro de actuación" ante este tipo de incidentes con los gibraltareños, y echan de menos los tiempos en que las policías de ambos lados de la verja colaboraban: "Antes incluso celebrábamos almuerzos de confraternización. Ahora, una reunión así acabaría a tortas".

Un barco de la Marina británica, a su llegada al puerto de Gibraltar. Al fondo, Algeciras.
Un barco de la Marina británica, a su llegada al puerto de Gibraltar. Al fondo, Algeciras.JULIÁN ROJAS

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_