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Ya tienen lo que querían

Según el autor, la resolución que aprueba la intervención en Libia se puede utilizar como una cama elástica en la que dar toda clase de volteretas

La resolución 1973 del Consejo de Seguridad? Por fin ya tienen Francia, Reino Unido y Estados Unidos lo que querían. La intervención es legal. Aquí en España, partidos políticos, medios de comunicación y opinión pública parecen en general exultantes ante la oportunidad de contribuir a una causa humanitaria. La popularidad de líderes algo deteriorados sube algún puntito. Incluso se ha contado con (la mitad del) Líbano para patrocinar el proyecto de resolución y se ha mencionado el aliento dado por la Liga Árabe. Catar y su brazo mediático Al Yazira son de la partida.

No sé si debo lamentar mi escepticismo. Los votos a favor de la resolución han sido diez, pero se han abstenido rusos, chinos, brasileños, indios y...alemanes. ¿Es que no tienen corazón? La resolución no se limita a establecer una zona de exclusión aérea, también autoriza a cualquiera que se apunte "todas las medidas necesarias" para asegurar la asistencia humanitaria a la población civil, lo que permite a los "voluntarios" utilizar la resolución como una cama elástica en la que dar toda clase de volteretas a medida que sus objetivos se van alejando de la asistencia para entrar en la intervención sesgada en una guerra civil.

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La secuencia sobre el terreno implica el repliegue de las fuerzas de Gadafi, la instalación en Bengasi de un Gobierno reconocido por un núcleo crítico de países, asentado en un bastión territorial en el Este bajo protección "occidental" y de países afines árabes. A efectos de imagen convendría dejar de llamar "rebeldes" a las fuerzas opositoras, coprotagonistas del "amanecer de la odisea", según se titula la más reciente contribución armada a un mundo mejor. Y a esperar que un día caiga Gadafi. Gadafi es, sin duda, un demonio; no hay que gastar un céntimo para convencer de ello a los países ciudadanos. Pero Gadafi es un demonio con muchos seguidores en Libia y fuera de Libia cuyo culto puede conducir a liturgias indeseables más allá de las fronteras.

Es ahora cuando se trae a colación que en las cárceles libias se acabó con mil doscientos islamistas (lo que seguramente no se ignoraba fuera de ellas y hasta pudo producir una sensación de alivio que jamás será confesado por los "voluntarios" de hoy). Es ahora que el Consejo de Derechos Humanos suspende a Libia de membresía, cuando apenas en enero, al debatirse su informe-país, todo eran alabanzas y ditirambos a los registros sobrevenidos del gobierno de Gadafi en este rubro. Quienes bombardean hoy con mayor dedicación se han regocijado durante decenios en Túnez y en Egipto de la "estabilidad" que con guanteletes de clavos imponían sus "representantes" locales, gente fiable. Ahora se desembarazan de ellos, como mascarones de proa, para conservar en lo posible sus regímenes, debidamente acicalados.

Mientras estamos absorbidos con los acontecimientos en Libia, las fuerzas de Arabia Saudí penetran en Bahrein "invitadas" por su emir sunita para cooperar en la "limpieza" de opositores, mayormente chiitas. He leído boletines según los cuales la policía bahreinita ha huroneado incluso en los hospitales para cazar a heridos y asustados conejos y obstaculizar al personal sanitario el cumplimiento de su juramento hipocrático. Páginas, si acaso, interiores. Se trata de gobiernos amigos en países donde las peticiones de libertad y democracia suenan como una provocación insana y desestabilizadora. Combinar valores e intereses es nuestro Martini seco. Saquemos pues pecho y alabemos la virtud que anima nuestra costosa (para el contribuyente) acción en pro de poblaciones que nos han traído generalmente sin cuidado. Seguro que en los campos de internamiento de inmigrantes irregulares al norte del Mediterráneo sus compatriotas ven con esperanza el devenir de su propio porvenir.

Antonio Remiro Brotons es catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid.

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