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La última oportunidad de Ahmed

La aparición de una prueba olvidada podría demostrar la inocencia de un marroquí condenado por error y que pasó 15 años en la cárcel por violación

Mónica Ceberio Belaza

Ahmed Tommouhi tiene una obsesión. Limpiar su nombre. Pasó 15 años en la cárcel por una serie de violaciones cometidas en Barcelona y Tarragona a principios de los noventa. Cuatro años después de su detención, el ADN demostró que el culpable de una de ellas había sido un español al que Tommouhi, marroquí, se parecía físicamente. No pudo probar su inocencia en las demás agresiones sexuales porque no quedaban restos biológicos para analizar. Pero incluso el Tribunal Supremo recomendó su indulto en 2000 por las dudas "muy fundadas" sobre su culpabilidad. El Gobierno se negó a concederlo y cumplió toda su condena.

Había sido detenido en 1991, recién llegado a España. Ahora lleva cuatro años y medio en libertad y asegura que no volverá a su país hasta que se reconozca que jamás fue un violador. Cuando ya todo parecía imposible, un periodista, Braulio García Jaén, autor de Justicia poética, un libro de investigación sobre las múltiples irregularidades del caso, averiguó que los restos biológicos de una de las violaciones de aquella época están en manos del Instituto Nacional de Toxicología desde hace casi 20 años y no han sido analizados. El miércoles pasado se presentó una petición ante la Fiscalía de Cataluña para que se examinen. Es su última oportunidad. La única prueba que aún queda relacionada con aquella ola de agresiones y con la que se podría, quizá, pedir de nuevo al Supremo que revoque sus condenas.

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Pero el caso siempre fue complicado, y lo sigue siendo. La prueba que podría beneficiar ahora a Tommouhi no es directa, porque él no está condenado por esa violación. Se cometieron muchas agresiones sexuales en pueblos de Barcelona, Tarragona y Girona en 1991. Todas con el mismo modus operandi: dos hombres abordaban armados a parejas jóvenes en coche o a grupos de jóvenes en espacios apartados y, con extrema violencia, agredían sexualmente a las mujeres mientras amenazaban a los hombres. Tommouhi y otro compatriota al que en realidad no conocía, Abderrazak Mounib -que murió en prisión en 2000- fueron detenidos. Algunas víctimas los identificaron. Otras, dudaron. Una de estas agresiones se cometió en Blanes (Girona) el 25 de noviembre, cuando ellos ya habían sido encarcelados. No podían ser los culpables, a pesar de lo cual la pareja asaltada identificó a Mounib como tal.

El caso de Blanes no fue la única vez en la que las víctimas los señalaron por error. En 1995, cuando hubo otra oleada de violaciones en Barcelona y Tarragona, varias personas los reconocieron en los álbumes policiales. Ellos llevaban ya cuatro años en prisión, condenados, entre los dos, en seis causas. Apareció más tarde uno de los dos culpables del 95: Antonio García Carbonell. Un guardia civil, Reyes Benítez, que había participado en la investigación de 1991 pensó que Tommouhi y Mounib podían haber sido condenados por error y, en efecto, en la única violación del 91 en la que quedaba ADN que analizar se demostró que había sido cometida por García Carbonell y un pariente suyo. Como no se conservaban restos de las otras, los marroquíes siguieron en prisión.

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Durante sus 20 años de calvario, Tommouhi ha contado con la ayuda de ciudadanos anónimos -aparte del propio García Jaén y de Reyes Benítez; un ingeniero que abrió una web sobre el caso, Manuel Borraz; y una funcionaria, Tote Henares, entre otros-. Borraz es quien ha presentado ahora la petición ante la fiscalía. Ha solicitado que se investigue la violación de Blanes a través de los restos biológicos que nunca se analizaron. Lo que se pide es solo que se persiga un delito antiguo.

Si el ADN demostrara que el culpable de esa violación fue García Carbonell ¿podría este resultado beneficiar a Tommouhi dado que no fue condenado por ese delito? El marroquí ya intentó, sin éxito, que el Tribunal Supremo aceptara un recurso de revisión sobre la base de estos restos. El alto tribunal lo inadmitió a trámite en 2010 argumentando que el caso de Blanes no le afectaba.

Sin embargo, tres de las violaciones por las que Tommouhi cumplió condena, cometidas en los pueblos de La Secuita, La Bisbal y Cornellá, en Tarragona y Barcelona, tenían un elemento fundamental en común con la de Blanes: había dos agresores, los delitos se llevaron a cabo de forma muy parecida y todas se perpetraron en noviembre de 1991, entre los días 7 y 24. Y en las cuatro se usó el mismo coche, lo que hace extremadamente improbable, sino casi imposible, que no sea la misma pareja de atacantes la que actuó en todos los casos.

La fiscalía debe ahora solo verificar que la violación de Blanes no ha prescrito y, en ese caso, pedir el análisis de la vieja prueba hallada para encontrar al culpable. Pero incluso si los resultados son los esperados y el violador resulta ser el español que guardaba un gran parecido físico con Tommouhi, el camino seguirá siendo pedregoso para el marroquí. Tendrá entonces que tratar de nuevo de convencer a los jueces del Tribunal Supremo de que estudien su caso; de que se merece al menos que escuchen sus argumentos y que se analice con detalle la relación entre los nuevos hechos descubiertos y sus condenas. De que merece justicia.

Ahmed Tommouhi después de salir de la cárcel en 2006, en Martorell (Barcelona).
Ahmed Tommouhi después de salir de la cárcel en 2006, en Martorell (Barcelona).JOAN SÁNCHEZ

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Sobre la firma

Mónica Ceberio Belaza
Reportera y coordinadora de proyectos especiales. Ex directora adjunta de EL PAÍS. Especializada en temas sociales, contó en exclusiva los encuentros entre presos de ETA y sus víctimas. Premio Ortega y Gasset 2014 por 'En la calle, una historia de desahucios' y del Ministerio de Igualdad en 2009 por la serie sobre trata ‘La esclavitud invisible’.
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