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Reportaje:

Los sin vicio de Occidente

José María Irujo

¿Cómo unirse a la yihad en Irak? El secreto mejor guardado del sendero que conduce hacia el suicidio en Bagdad ocupa una cartulina blanca del tamaño de una agenda. Está escrita en árabe, apareció en un piso sin ascensor en Vilanova i la Geltrú y describe qué hacer cuando se llega a Damasco después de volar desde Barcelona a Viena y de allí a la capital siria, el país por el que se cuelan miles de yihadistas dispuestos a morir en Irak.

"Al aterrizar en el aeropuerto de Damasco coge un taxi y dile que te lleve a la zona de Al-Mayra. El coste del viaje será de 10 euros y en esta localidad hay hoteles de diferentes precios. Escoge el más adecuado y ponte en contacto con los hermanos Mohamed Chabo, Mustafá Behira o Mohamed Almaasouri en este número 5417441 de Damasco o con Ahmed Kadri en el 6224930", dice la cartulina manuscrita.

Los sin vicio de Occidente captaban a jóvenes desarraigados
"Por favor no te cases (suicides)", pidió un yihadista a su gemelo
"Mi esposo bebía alcohol, pero cambió y se hizo un obseso del Corán"
Los candidatos recibían una guía secreta para llegar hasta Damasco
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El primer teléfono de contacto pertenece a la mezquita Badriya que alquila habitaciones a Al Fath Al Islami, conocida como una de las organizaciones que facilita el paso de muyahidines a Irak. El segundo número pertenece al marroquí Ahmed Hassan Al Qadiri, un profesor de lengua árabe en el Centro de Estudios y Oración Badr ad-Din Al Hasan. Servicios extranjeros y la Guardia Civil aseguran que este maestro fue detenido en 2005 por su presunta vinculación a las redes europeas y magrebíes de envío de yihadistas a Europa. Su misión en Damasco: alojar a los recién llegados a Siria.

La Guardia Civil afirma que esta cartulina blanca fue la guía que utilizaron cinco jóvenes residentes en Vilanova para convertirse en suicidas y unirse al terrorista jordano Abu Musab Al Zarqaui, el aliado de Osama Ben Laden en Irak muerto en un bombardeo de EE UU.

Desde la mezquita Al Furkan de Vilanova todos los viernes el imán Mohamed Samadi propagaban sermones en favor de la yihad y fuera de ella las reuniones de un grupo de elegidos que se hacían llamar Los sin vicio de Occidente captaban a jóvenes inmigrantes desarraigados a los que empujaban hacia Irak. La siniestra peregrinación hasta Siria por el sendero que marca la cartulina blanca comenzó en sigilo en otoño de 2003.

El pionero fue Belgacem Bellil, argelino de 31 años, un tipo que no ocultaba a casi nadie sus ideas radicales. Había trabajado como bracero en Jaén y recaló en la carnicería Alhambra en Vilanova del presunto reclutador de la red Mohamed Mrabet, un marroquí de 41 años. Belgacem colgó los cuchillos y el delantal, viajó desde este pueblo hasta Bélgica y de allí voló a Damasco. Los contactos en Siria le condujeron hasta la frontera y en cuatro días había entrado en el país ocupado por EE UU donde fue entrenado por el grupo Al Tawid Wal Jihad. El 12 de noviembre de 2003 Belgacem murió en Nasiriya al volante de un camión bomba. Se lanzó contra la base Maestrale del regimiento de carabineros italiano y asesinó a 28 personas, 19 de ellos soldados. No se despidió de su familia. El atentado fue reivindicado por Al Qaeda.

Un mes después partía de Vilanova rumbo a Siria el turco de 40 años Saffet Karakoc. Dos años antes, en octubre de 2001, Saffet había vendido todo y viajado a Afganistán. En febrero de 2002 regresó cojeando y le confesó a su esposa que había luchado con los talibanes contra los norteamericanos.

Antes de viajar a Siria, su segunda aventura yihadista, el turco Saffet se casó con Karima Benedicto, una musulmana, con la que hablaba por teléfono en clave. "Usa la cabina, no des nombres de nadie", le ordenaba en sus conversaciones intervenidas por la policía. En Damasco Saffet no encontró quien le pasara a Irak y regresó a Cataluña en enero de 2004. Estaba asustado porque Abdeladim Akoudad, captador de muyahidines en Europa, acababa de ser detenido en Badalona.

El turco Saffet se convirtió en un yihadista frustrado, definición que emplean los servicios de inteligencia para catalogar a los que no logran entrar en el paraíso de los suicidas, pero al mismo tiempo es referente para otros. En su ordenador tenía la fotografía del suicida argelino, del hombre al que quiso emular.

Antes de viajar a Siria, Hassan Mordoude, de 41 años, el tercer peregrino enviado por la red de Los sin vicio de Occidente, observó también la fotografía que guardaba en su casa de Belgacem Bellil, el suicida argelino que había asesinado en Nasiriya a los 19 carabineros italianos. Entró en Damasco el 6 de febrero de 2004, justo al día siguiente del regreso de Saffet.

Mordoude viajó a Damasco en compañía de su esposa Lekbira Chaid con la que tiene tres niños. Llevaba los teléfonos de la cartulina blanca. Tomó el taxi, viajó al barrio indicado en un plano, alquiló una casa, llamó a los contactos y asistió al centro de estudios y oración Badr ad-Din al Hassan donde se acogen a los aspirantes a yihadistas. Su objetivo era ir a Irak.

En marzo llegó a Damasco otro enviado por los puritanos salafistas: el marroquí Ahmed Said Hssisni, de 42 años, el quinto miembro de la célula suicida de Vilanova. Hassan, su hermano gemelo, había hecho antes la misma ruta y entrenaba desde hacia meses con los hombres de Al Zarqaui en Irak. Ahmed había recibido llamadas de su hermano en las que éste le decía: "Por favor no te cases. Quédate soltero". Casarse en el lenguaje de la célula era suicidarse en Irak, pero Ahmed quería seguir sus pasos. Lo consideraba un héroe.

Ahmed contactó con su amigo Mordoude, el cuarto peregrino hacia la muerte. Alquilaron un piso en el barrio recomendado y acabaron juntos su aventura. El 17 de abril los dos fueron detenidos por la policía siria por sus relaciones con Moshen Khaybar, lugarteniente de Al Zarqaui y miembro del grupo Los seguidores de Al Qaeda y la Guerra Santa en el país de Mesopotamía, el pivote del GICM marroquí en Siria.

La Guardia Civil cree que ambos aspirantes estaban determinados a morir en Irak. Las autoridades sirias los encerraron en prisión y diez meses después los expulsaron a Marruecos. Se convirtieron en otros dos yihadistas frustrados, en nuevos referentes para los futuros alumnos.

El 13 de enero de 2005, en las mismas fechas en las que Amed Ased Hssisni era expulsado de Siria, su padre Abdesalam Hssisni, de 74 años, patrón de pesca jubilado en Larache, recibió una llamada de teléfono. Una comunicación que no olvidará jamás: "Hasan miet" (Hasan muerto).

-¿Quién es?

-¿Es usted el padre de Hasan?

-Sí, ¿quién es?

-Llamo desde Irak para decirle que Hasan ha muerto.

-¿Por qué? Dígame usted quien lo ha matado...

Hasan Hssisni era otro de los enviados por el club de Los Sin Vicio de Occidente. Tenía 26 años cuando murió en Faluya (Irak) en un ataque suicida. Meses antes había llamado a su madre Zohra, de 60 años, y le había confesado que estaba en Irak. ¿Qué haces allí?, preguntó ella. "Estoy en Irak y ya está. Lo siento madre", respondió su hijo. Se había ido sin avisar a nadie, había rechazado un matrimonio amañado por sus padres. De sus 11 hijos dos habían partido hacia Irak: Hasan había muerto y Ahmed Said estaba detenido en Siria. "¿Qué más nos podía pasar?", dice la madre.

El pescador jubilado y su esposa ignoraban que en la casa de su hija Fátima en Castelldefels, camarera en un bar, se había alojado Mohamed El Guerbouzi, dirigente del GICM, el grupo marroquí aliado de Bin Laden que reclutó a sus hijos para enviarles a una muerte segura.En un registro en Londres de un grupo que preparaba un ataque contra el aeropuerto de Heathrow apareció un papel con el domicilio español de esta familia.

La célula de Vilanova siguió activa y homenajeó en silencio a sus muertos. Las noticias llegaban por teléfono: "Hasan se ha casado" (Hasan ha muerto). Testigos protegidos han declarado que cuando conocieron su muerte dos de sus miembros enviaron dinero al hermano de Belgacem en Argelia. En la yihad es una obligación ayudar a la familia de los suicidas.

El carnicero Mohamed, el presunto cerebro de la cantera de voluntarios para Irak, era también presidente de la mezquita Al Furkan de Vilanova donde los viernes se ensalzaba la yihad. Mohamed es un tipo barbudo, casado con una inglesa convertida al islam y padre de tres hijos. En Vilanova era un hombre apreciado por la comunidad. "Mi esposo es una persona extraordinaria y buena. Todo lo que se dice sobre él es mentira. Le aseguro que se trata de un montaje. Mi padre es un caballero inglés y nos apoya. Le juro por la vida de mis hijos que mi marido no es un terrorista", asegura, desde Nottingham, Kdadija Virginia Pood, su esposa, titulada en la universidad de Londres y profesora. Una mujer culta y refinada que cubre su cabello con un pañuelo y declina estrechar la mano del periodista.

Las reuniones clandestinas continuaron y en la carnicería de Mohamed apareció un nuevo candidato para viajar a Siria rumbo a la yihad, el marroquí Issa Ben Othman, otro de sus discípulos. Un ayudante de pintor fascinado por Mohamed el carnicero. La Guardia Civil tenía intervenidos sus teléfonos y grababa en vídeo sus reuniones en plazas y en la pollería Atlas.

El adoctrinamiento de Issa fue similar al del suicida argelino que murió en Nasiriya: vivía en casa del carnicero y trabajaba en sus negocios. El pintor le consideraba su mentor religioso y se alimentaba de su biblioteca yihadista. "Le comieron la cabeza", relata uno de los testigos. Otros cuatro candidatos con un perfil similar al de Issa estaban en un proceso similar.

La red de Vilanova no era una burbuja. Sus presuntos integrantes estaban unidos a otra cantera de yihadistas en Santa Coloma de Gramanet (Barcelona). Ésta tenía su sede en una vivienda bautizada como Al Kaala (La Fortaleza de los Guerreros). Por allí pasaban voluntarios en tránsito hacia Irak desde Marruecos, Argelia y Egipto. La dirigía el marroquí Omar Nakhcha, jefe de Al Qaeda en Europa, que iba a introducir a un experto en explosivos procedente de Irak para atentar en Francia, Italia y España. "Va a venir un chico experto en carpintería (explosivos)", quedó grabado en una de las escuchas. El grupo de Santa Coloma tenía también su cantera en Madrid a las órdenes del argelino Abdelrahman, vecino de Parla. "He hablado con uno para lo del noviazgo y está esperando. Quiere casarse (suicidarse) y hay problemas", oyeron los policías en una charla de los aspirantes de esta cantera.

Las células de Cataluña y Madrid eran independientes, pero estaban unidas a un vértice común. Allí estaba un tipo de 28 años llamado Omar Nakhcha, uno de los jefes de Al Qaeda en Europa dedicado a captar fondos y suicidas. El hombre que abrió la ruta de la muerte Bélgica-Grecia-Turquía-Siria-Irak, un sendero empleado por los yihadistas españoles.

Entre los meses de marzo y abril de 2005 otros cuatro marroquíes salieron desde Cataluña hacia la muerte. Abelatif fue detenido en la frontera turca con documentación falsa; Abdeljalil cayó en Siria cuando regresaba a Bélgica desde Irak formado ya como experto en explosivos; Abdelillah fue detenido en Damasco. En esas mismas fechas Mohamed Said Al Jaf, especialista en acciones suicidas, describió con detalles a sus carceleros en la prisión de Abu Ghraib (Irak) cómo el sahid (mártir) argelino que partió de Vilanova se había lanzado contra los soldados italianos cargado de explosivos. El ADN del aprendiz de carnicero ratificó su versión.

El club de Los Sin Vicio de Occidente ha cerrado sus puertas. El carnicero de Vilanova, el supuesto jefe de Al Qaeda en Europa Omar Nakhcha y los suicidas frustrados que regresaron a Cataluña fueron detenidos y están en prisión. Todos se han declarado inocentes y esperan en prisión el juicio oral. Varios testigos protegidos les acusan. En otras ciudades españolas nuevas canteras de voluntarios han tomado el relevo que alimenta la muerte en Irak.

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Sobre la firma

José María Irujo
Es jefe de Investigación. Especialista en terrorismo de ETA y yihadista, trabajó en El Globo, Cambio 16 y Diario 16. Por sus investigaciones, especialmente el caso Roldán, ha recibido numerosos premios, entre ellos el Ortega y Gasset y el Premio Internacional Rey de España. Ha publicado cinco libros, el último "El Agujero", sobre el 11-M.

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