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La violencia de ETA ahonda la crisis de un sector de la izquierda 'abertzale'

Dirigentes de Batasuna quieren preparar una nueva tregua a medio plazo

Luis R. Aizpeolea

ETA y su apuesta por otro ciclo largo de terrorismo se han convertido en una losa para los intereses de la mayoría de la izquierda abertzale, donde ya existen núcleos significativos que han interiorizado que la violencia etarra ha entrado en su fase terminal. La detención, este viernes, de un grupo de presuntos dirigentes de Batasuna revela que el Ministerio del Interior y la Audiencia Nacional van a impedir, entretanto, los intentos de reorganizarse así como su participación en las elecciones vascas del 1 de marzo.

Los dirigentes veteranos de la izquierda abertzale, como Arnaldo Otegi y Rafa Díez Usabiaga, distanciados de la actual estrategia de ETA, contemplan con perplejidad no sólo la inevitable ausencia de su formación en el Parlamento vasco, por primera vez en su historia, y el aislamiento social consiguiente. El segundo, ex secretario general de LAB, ha admitido en el diario Gara -vinculado a la izquierda abertzale- que es imposible una interlocución política con quienes están en la cárcel o la clandestinidad.

Pretenden que ETA no acabe como los GRAPO por la caída de su apoyo popular

También perciben que aumenta el rechazo al terrorismo en sus filas. La campaña de ETA tras la ruptura oficial de la tregua en junio de 2007 -dirigida al entorno del PNV con ataques a la Ertzaintza, el asesinato del empresario Ignacio Uria y el atentado contra las instalaciones de la radio televisión autonómica (EITB) en Bilbao, reivindicados esta semana en un brutal comunicado- ha provocado un divorcio sentimental desconocido entre un sector de la izquierda abertzale y la organización que la aglutina.

Esta percepción coincide con los últimos datos del Eusko Barómetro, conocidos poco antes de las Navidades. Éstos revelan que la inmensa mayoría de la izquierda abertzale (un 56%) se opone al terrorismo de ETA, aunque no a sus fines independentistas; otro 13% dice que el terrorismo estaba justificado en el pasado, pero ahora no; un 6% lo rechaza frontalmente y sólo un 1% manifiesta su apoyo incondicional a la violencia.

Esta realidad ya ha sido asumida por los sectores abertzales más desligados de la actual orientación de ETA, cuyos representantes más conocidos son los que gestionaron el fallido proceso de final dialogado del terrorismo en 2006. Diez Usabiaga señalaba el viernes en Gara, con motivo del vigésimo aniversario de las conversaciones de Argel -las primeras entre el Gobierno y ETA- que así como entonces se trataba de "resistir para vencer", hoy día se trata de "convencer para vencer". Otro significativo miembro de la izquierda abertzale admitía, también en el mismo periódico, que la adhesión a la violencia de ETA ha bajado en ese movimiento y que era posible avanzar hacia la soberanía, asumida por ámbitos nacionalistas más amplios, por vías pacíficas.

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Este sector de la izquierda abertzale, que cree sintonizar con una mayoría de sus votantes, está animando desde hace meses el fortalecimiento de un "polo soberanista", con aportaciones de otras formaciones independentistas, como Eusko Alkartasuna. Su pretensión es avanzar hacia un proyecto independentista, que recoja el derecho a la autodeterminación y la incorporación de Navarra. Sería un regreso al Pacto de Lizarra de 1998, el acuerdo entre las formaciones nacionalistas; pero, a diferencia de entonces, sin el PNV, al que se le pretende obligar a optar entre el soberanismo y la autonomía.

En la base de esta nueva apuesta soberanista está la petición de otra tregua a ETA, una vez que el proyecto madure -lo que algunas fuentes estiman que "puede tardar de uno a dos años"-, pero en un proceso dirigido de nuevo por los partidos nacionalistas y no por el Gobierno de Zapatero, al contrario de lo que sucedió hace dos años.

Este sector de la izquierda abertzale, aunque discrepa de la actual orientación de ETA, no sólo va a evitar el enfrentamiento directo con la banda. Pretende, también, evitarle un final como el de los GRAPO que le ha vaticinado el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, de persistir en su ciclo largo de terrorismo.

Pretende ser una nueva pista de aterrizaje para ETA, quizás la definitiva, una vez que su propio mundo ya ha interiorizado que ha entrado en su etapa terminal. Esta propuesta del polo independentista cumple otra función a corto plazo para la izquierda abertzale, a sabiendas de que no podrá estar en las elecciones del 1 de marzo: evitar que sus votos se vayan al PNV por el tirón soberanista de su candidato Ibarretxe.

"No iremos a la clandestinidad", afirmó ayer el ex dirigente de HB Tasio Erkizia, cuyo domicilio fue registrado el viernes por la policía durante la operación que intentó "descabezar" la dirección de Batasuna, informa Aitor Guenaga. Erkizia compareció en Bilbao para declarar que la izquierda abertzale responderá al intento de "silenciar" su proyecto político por parte del "Estado español fascista y totalitario" con más firmas para la plataforma Demokrazia Hiru Milloi (D3M) y llamando a "votar" el 1 de marzo.

Otegi, abrazado a Periko Solaberría tras salir de la cárcel de Martutene en agosto pasado.
Otegi, abrazado a Periko Solaberría tras salir de la cárcel de Martutene en agosto pasado.JAVIER HERNÁNDEZ

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