Entre tinieblas

Confiesa el debutante Gonzalo Tapia que con Lena pretendió hacer 'una película sencilla y lineal, realista y sincera', y por una vez nada hay que objetar a esa declaración, porque su ópera prima es ante todo eso: una película directa, lineal, sin pretensiones, que cuenta una historia al tiempo simple y efectiva. Se narra la vida de Lena, una adolescente que vive con su padre, un pobre diablo, parado de larga duración, que malvive haciendo trabajillos en el límite de la ley.

Con la presencia impresionante de una actriz de raza, la debutante Marta Larralde, realizadora de cortos, al frente de un elenco sólido (Manuel Manquiña se luce, por ejemplo, en un papel bien desagradecido; Roberto Álvarez está tan sobrio como suele), Marta Larralde se presentó a la preproducción para conseguir un puesto técnico y acabó como protagonista.

El guión está plagado de elementos criminales, hábilmente llevado a buen puerto, y una historia directa como un puñetazo, Lena, es la narración del aprendizaje para la supervivencia de su protagonista, enredada entre tinieblas por la impericia para la vida de su padre y lastrada por los oscuros orígenes de su madre muerta.

Tráfico de drogas

Sorprende agradablemente que, con estos ingredientes -entre los que no faltan hampones, tráfico de drogas, la quiebra de un amor adolescente y algún muerto que otro-, muchos de ellos de sobras conocidos por el público por multitud de películas anteriores, el debutante Gonzalo Tapia logre mantener en pie el interés por la narración. Lo hace, en el fondo, porque nunca engaña: su concepción del género le lleva a mostrar todas las cartas sobre la mesa, en una operación que a la postre le rinde buenos dividendos.

Sin contener más que algún elemento claramente local -la responsabilidad de supuestos honrados negociantes en el pringoso mundo de la droga-, e incluso abusando de los paisajes de Vigo en planos descriptivos un tanto tópicos, lo cierto es que Lena resulta siempre honesta a más no poder; y exhibe el temple suficiente como para abrir un interesante crédito para su máximo responsable y sus esforzados intérpretes.

Gonzalo Tapia realiza su primer largometraje después de una larga trayectoria como director de documentales.