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Europa busca socios para pagar el uso de la Estación Espacial

La UE y la ESA estudian con sus aliados el siguiente paso en la exploración

El mantenimiento y uso de la Estación Espacial Internacional (ISS), una vez que se ha concluido prácticamente su construcción, supone un alto coste para Europa: entre 400 y 500 millones de euros anuales, más otros 100 de las expediciones de astronautas, mientras que el programa ya no genera los sustanciosos contratos industriales de la fase de desarrollo. Para atenuar ese coste de utilización, que recae en la Agencia Europea del Espacio (ESA), se abre ahora la ISS a otros países de la Unión Europea no miembros de ESA, o incluso a países no europeos. La ESA aporta el 8% en el programa liderado por EE UU y Rusia de la estación orbital, en la que tiene instalado el laboratorio Columbus de investigación. A España le sale barato, participa solo con el 2% de ese 8%.

Europa paga al menos 500 millones de euros anuales
Rusia quiere traer muestras de la Luna dentro de cinco años

La ISS, con una tripulación permanente de seis astronautas, y sus perspectivas han sido protagonistas destacadas en la II Conferencia Internacional sobre Exploración Espacial. Se celebró la semana pasada en Bruselas, bajo la presidencia belga de la UE, en colaboración con la ESA, y con participación de agencias y representantes de todo el mundo, incluidos Estados Unidos, Rusia, China, Japón y Canadá.

"La ISS debe considerarse el primer paso de la exploración espacial europea tripulada", resumió el astronauta de la ESA Frank de Winne, que ha liderado la preparación de la conferencia. En las conclusiones se advierte de que "se deben identificar medidas para reducir el coste de las operaciones de la ISS y aumentar los beneficios de su explotación" y que los potenciales nuevos usuarios deben contribuir al coste de mantenimiento. De momento, se ha inaugurado una fase piloto, hasta 2013, que abre la ISS, con instalaciones para realizar investigaciones en medicina, física, biología y tecnología, a todos los países de la UE.

La conferencia ha abordado también los retos del transporte espacial, la exploración con robots (definida como imprescindible también como fase previa para cualquier exploración tripulada) y la cooperación internacional, ahora más importante que nunca debido a las estrecheces financieras que impone la crisis económica.

La ESA es una organización anterior a la UE, independiente de esta y con diferentes países miembros (18). Maneja un presupuesto anual de 3.500 millones de euros, mientras que la UE dedica unos 700 millones al año a proyectos espaciales, incluida su parte en los programas conjuntos Galileo (de posicionamiento por satélite) y GMES (observación de la Tierra). Pero ambas instituciones tienen acuerdos de cooperación y avanzan hacia una estrategia común del espacio.

"El hecho de que EE UU haya aprobado la extensión de su programa de la ISS, desde 2015 hasta 2020 y después, es una buena noticia; Japón y Rusia también se han comprometido", señaló en Bruselas el director de la ESA, Jean-Jacques Dordain. La decisión ha supuesto un respiro para los europeos, que siempre han contado con ese plazo. También la representante de la NASA en la conferencia, Laurie Leshin, habló de "la posibilidad de apertura de la ISS a nuevos países", aunque centró sus intervenciones en la estrategia estadounidense orientada a nuevos horizontes espaciales, a largo plazo, aún por definir.

"El coste de explotación de la ISS preocupa a muchos países, incluida Italia", afirmó Giuseppe Pizza. "La estación es cara por su posición orbital, que exige elevarla periódicamente con un alto coste de combustible; porque mantener las condiciones vitales a bordo es muy costoso, y por la limitación de potencia disponible, pese a los grandes paneles solares", explicó. Añadió que habría que empezar ya a pensar en algo más evolucionado. Incluso Alemania, principal soporte de la ISS en la ESA, considera necesario intensificar su utilización y compartir el coste.

El representante de Rusia, también partidario de la colaboración internacional, enumeró sus proyectos en marcha, como nuevas bases de lanzamiento, nuevos cohetes para transporte espacial, futuras misiones a Marte y la Luna y el aterrizaje en esta última con un robot para traer muestras, en 2015 o 2016. El representante chino dio un mensaje de cooperación y apertura.

Un tema candente de la conferencia de Bruselas fue el del transporte espacial. De Winne resumió cuatro opciones para Europa: desarrollos a largo plazo de nuevas tecnologías y conceptos, con la contrapartida de depender de otros para los vuelos tripulados; especializarse en actividades logísticas, que serían la prolongación de los actuales vehículos de carga europeos ATV, en un contexto global de exploración, con el mismo inconveniente; adquirir capacidad autónoma de vuelo para astronautas mediante empresas privadas; desarrollar accesos tripulados al espacio equiparables a los de otras potencias, pero renunciando a otras actividades dado su alto coste. Los países participantes se inclinaron por la segunda opción, la de la logística.

En cuanto a la cooperación, Europa debe actuar en un entorno internacional teniendo en cuenta sus presupuestos y prioridades, pero destaca la carencia de una plataforma global que aglutine todos los esfuerzos, hacia la que no tienen más remedio que avanzar la ESA y la UE.

El módulo <i>Columbus</i> de la ISS es el laboratorio de la Agencia Europea del Espacio.
El módulo Columbus de la ISS es el laboratorio de la Agencia Europea del Espacio.ESA

Objetivos militares y/o pacíficos

Casi todas las potencias espaciales desarrollan en paralelo (solapándose más o menos) actividades militares y civiles. La excepción es Europa, donde la Agencia Europea del Espacio (ESA), que tiene las capacidades tecnológicas, especifica en su convención que se ocupa exclusivamente de usos pacíficos del espacio. Sin embargo, a la UE le interesan los instrumentos orbitales de uso militar, pero carece de los medios para desarrollarlos.

El dilema viene de antiguo, sigue pendiente de clarificación y no se ha abordado en la reunión de Bruselas, pero no se deja de lado. "Estamos colaborando con la Agencia Europea de Defensa [AED, institución de la UE]", explicó Giuseppe Morsillo, jefe de la oficina de Política y Estrategia de la ESA. La clave para sortear la convención está en considerar pacífico como no agresivo y en diferenciar actividades defensivas y ofensivas. "Desarrollamos proyectos de tecnología dual, como los de observación de la Tierra, telecomunicaciones [por ejemplo, la transferencia de datos en tiempo real], la gestión de desastres o el posicionamiento por satélite [Galileo], y algunos de ellos en colaboración ya con la UE", añade Morsillo. "Las demás potencias espaciales suelen hacer primero desarrollos militares y luego se transfieren al uso civil; en Europa hacemos el camino inverso".

De cualquier forma, la idea básica es que si la AED desea desarrollos en el marco de la ESA, tendrá que financiarlos, porque esta tiene su presupuesto comprometido en los suyos.

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