_
_
_
_
_

Más de 300 kilómetros... ¿en silla voladora?

Un estadounidense recorre 310 kilómetros por aire sentado en una silla de jardín atada a globos de helio

Siempre quiso volar y, por fin, lo ha logrado sin "levantarse" de su silla de jardín. Atada a un centenar de globos de helio, Kent Couch sobrevoló, el pasado fin de semana, el estado de Oregón (EE UU), en un viaje de más de 310 kilómetros lejos de su casa.

Couch, de 47 años, salió a las seis de la mañana del sábado (hora local) en un viaje de más de nueve horas, con el que consiguió elevarse a 3.355 metros del suelo en una silla atada a 105 globos de helio multicolores.

Su equipamiento se componía de instrumentos para medir la altura y la velocidad, un aparato de Sistema de Posicionamiento Global (GPS) de bolsillo, una cámara de vídeo, un móvil, una radio para comunicarse y cuatro bolsas de plástico con cerca de 19 litros de agua con grifos incorporados, que le sirvieron como lastre.

Couch, propietario de una gasolinera en Bend (Oregón), pretendía llegar a Idaho, en el centro del país, pero optó por aterrizar de forma controlada y segura en un campo Union (Oregón), cuando se vio con sólo 3,5 kilogramos de lastre.

Además se acercaba peligrosamente a la zona montañosa de Hells Canyon (Oregón), donde las condiciones de aterrizaje eran mucho más complicadas.

"Fue precioso", dijo Couch a la cadena de televisión KTVZ-TV, describiendo su peripecia como un viaje en globo, pero "sentado cómodamente en lugar de estar de pie".

Segundo vuelo

Ha sido el segundo vuelo de este aventurero. El primero, que realizó en septiembre, duró tan sólo seis horas, y en él utilizó una pistola de perdigones y un paracaídas para perder altura y aterrizar.

En esta ocasión, aunque contaba también con un paracaídas de emergencia, los globos disponían de una nueva configuración que les permitía expulsar el helio poco a poco para que el aterrizaje fuera lo más suave posible.

En 1982 Larry Walters sobrevoló casi 5 kilómetros sobre Los Ángeles en una silla de jardín atada a varios globos. Sin embargo, el viaje de Walters se vio truncado cuando un piloto lo detectó en el aire y lo denunció a las autoridades, tras lo cual fue multado con 1.500 dólares por violación del espacio aéreo.

El viaje fue todo un éxito, pero en el aterrizaje Couch tuvo que sacrificar tanto la silla sobre la que voló como la cámara de vídeo con la que grabó su hazaña, que continuaron su vuelo sin él como pasajero.

Couch, que no pierde la esperanza de recuperar su silla y su cámara algún día, ha declarado que será su mujer la que decida si vuelve a embarcarse en una aventura semejante. Hasta entonces, se da por satisfecho.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_