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La niña holandesa que quiere dar la vuelta al mundo en barco en solitario tendrá que esperar

Los jueces suspenden dos meses la custodia de los padres para decidir el futuro de la precoz navegante, de 13 años

El sueño de Laura Dekker, una niña holandesa de 13 años que quiere dar la vuelta al mundo en barco en solitario, tendrá que esperar. Al menos por ahora. El Tribunal de Menores de Utrecht ha suspendido temporalmente la custodia de los padres, también hábiles marinos, para poder examinar a fondo la situación. Entretanto, el bienestar de Laura estará en manos de los servicios sociales, que elaborarán su propio estudio psicológico sobre la menor. "Una sabia decisión", según su abogado, Peter de Lange. "No priva de la patria potestad a los progenitores y abre un periodo de esperanza". La pequeña no acudió ayer a la sala de vistas, se fue a navegar, pero ha dicho que no piensa claudicar. "Las cosas se han sacado de quicio. Yo sólo quiero entrar en el Libro Guiness de Récords como la navegante más joven. La secundaria puedo seguirla a bordo con ayuda de Internet", asegura.

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Los estudios han sido, precisamente, el factor desencadenante de una historia que tal vez hubiera pasado desapercibida hasta su regreso. Y es que cuando Dick Dekker, el padre de Laura, quiso sacarla del colegio durante los dos años de travesía, el Consejo para la Protección del Menor se puso en alerta. La enseñanza obligatoria abarca hasta los 16 años en Holanda, y ni su colegio, ni la asistencia social quisieron dejarla marchar. El caso ha llegado incluso al Parlamento, desde donde el Ministerio de Educación ha hecho saber que debe quedarse hasta que sea más mayor. Su formación académica, y su salud y equilibrio psíquico podrían peligrar, dijeron todos, si permanecía sola en el mar tanto tiempo. "Está en una época en la que los adolescentes necesitan desarrollar una personalidad estable. Para ello precisan el contacto de gente de su edad, y de adultos que les protejan y aconsejen. Un barco en medio del océano no es el mejor lugar para lograrlo", advirtió Protección de Menores.

Menuda, resuelta y con una serenidad tan precoz como sus planes, Laura Dekker lo ve de otro modo. Hasta sus detractores admiten que maneja con soltura su barco, Guppy, de 8,3 metros de eslora y de la clase Hurley 800. Después de rodear la costa holandesa desde niña, la primavera pasada navegó sola hasta Inglaterra. Al atracar, la policía portuaria la retuvo y llamó a su padre. Una vez juntos, y después de prometer que la acompañaría, cambió de opinión y la dejó volver sola al timón de su barco. Para Dick Dekker, no se trata, ni entonces ni ahora, de falta de responsabilidad. Es que su hija "lleva la sal en la sangre". Razón, aunque metafórica, no le falta. Laura, y su hermana pequeña, Kim, nacieron a bordo del barco de sus padres cuando éstos daban su propia vuelta al mundo. Desde su divorcio, vive con él. La madre se quedó con Kim y prefiere no oponerse, "para no perder el contacto con su hija mayor".

En un intento de sortear los problemas del viaje, padre e hija hasta han pensado en darse de baja en el censo holandés y pedir la residencia en Nueva Zelanda. La chica nació en el puerto neozelandés de Whangary, y posee también esa nacionalidad. Pero las autoridades de Wellington ya han hecho saber que la detendrán si atraca en sus puertos. De momento, los jueces han dado un respiro a todos. El debate se centra ahora en los límites a la adolescencia, y el efecto que puede tener la soledad del mar en una niña. Y sobre todo, hasta dónde es sensato alimentar el sueño de batir un récord.

EFE

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