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Una mujer salva a su marido de las garras de un puma con un bolígrafo

La californiana Nell Hamm clavó el instrumento en los ojos del animal, consiguiendo que se alejara

La pareja formada por Jim Hamm, de 70 años, y Nell, de 65, paseaba tranquilamente el pasado miércoles por un parque natural de California (EE UU) cuando, de repente, el hombre fue atacado por un puma, que se avalanzó sobre él arrojándolo al suelo. Nell, impotente, comenzó a golpear al animal con un tronco de pequeñas dimensiones, lo que no dio resultado. Fue entonces cuando su marido le dijo: "En mi bolsillo tengo un bolígrafo, cógelo y clávaselo en el ojo". Y así lo hizo. El animal se alejó. "Nunca imaginé que esta acción pudiera tener un efecto tan disuasorio", ha declarado Nell, según cuenta hoy la cadena británica BBC.

Jim se encuentra en buen estado de salud después de haber recibido varios puntos de sutura en los labios y numerosas dentelladas, además de sufrir laceraciones del cuero cabelludo.

El parque estatal de Prairie Creek Redwoods, a 515 kilómetros del norte de San Francisco, fue cerrado tras el incidente y los guardias del recinto encontraron y mataron a un par de pumas cerca del lugar donde ocurrió el suceso. Los cuerpos sin vida de ambos felinos están siendo ahora analizados para determinar si alguno de ellos fue el causante de las heridas a Jim.

Nell y Jim son experimentados excursionistas y han asegurado que en sus años de senderismo nunca les había salido al paso un puma. La mujer ha contado a la agencia de noticias Associated Press que cuando el puma atacó a su marido, éste no gritó. "Era una súplica de ayuda horrible, diferente; cuando me quise dar cuenta, Jim estaba en el suelo". Y ha añadido: "Jim me hablaba mientras se encontraba entre las garras del felino, y me dijo: 'En mi bolsillo tengo un bolígrafo, cógelo y clávaselo en el ojo". "Así que cogí el bolígrafo y se lo clavé, pero yo no pensé que esto tuviera tal efecto disuasorio", ha aseverado Nell. El bolígrafo se partió, así que la mujer volvió a echar mano del pequeño tronco. No hizo falta. El puma se alejó, no sin antes mirar a Nell fijamente mientras ésta gritaba agitando el tronco.

Tras el ataque, Nell y Jim, herido, aún tuvieron que recorrer unos 400 metros antes de encontrarse con un guardabosques, al que contaron lo ocurrido. Durante ese penoso recorrido, Nell se hizo con los palos más grandes con que se topó por si volvía a aparecérseles otra fiera.

Jim, junto a Nell, en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital Mad River de Arcata, en California
Jim, junto a Nell, en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital Mad River de Arcata, en CaliforniaAP

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