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Columna
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El hombre que se inventó a sí mismo

Facundo Cabral fue un personaje muy controvertido que se inventó a sí mismo después de haber inventado otros. Uno de esos personajes se llamaba Indio Gasparino. Después surgió él mismo, con aspecto revolucionario de barba muy frondosa. En su vida, sin embargo, nunca hizo nada revolucionario, salvo canciones irónicas que pudieran tener algún valor en la canción protesta, pero no fue un protestón del establishment.

Un día nos juntaron para sugerirnos que hiciéramos algo juntos y nos inventamos un espectáculo que se llamaba Lo Cortez no quita lo Cabral. Tuvimos un gran éxito y caminamos juntos durante cuatro años actuando por los teatros más importantes de Latinoamérica.

Actuamos en el teatro Reina Mercedes y tuvimos el honor de que nos viniera a ver la madre del Rey. Allí hicimos 64 funciones. En la ciudad de México nos entregaron una placa conmemorativa de las 100 actuaciones. Los padrinos fueron Ricardo Rocha y Ángeles Mastretta.

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Posteriormente hicimos una segunda parte llamada Cortezías y Cabralidades, y, como segundas partes nunca fueron buenas, no tuvimos el mismo éxito. El espectáculo despertó tanto interés que hicimos mucho más de lo que se esperaba. Se movió mucho dinero, pero nosotros fuimos los más perjudicados, casi no vimos nada. Después de cuatro años de caminar juntos decidimos separar nuestros caminos. Él siguió cantando porque quería triunfar en Argentina, pero ahí siempre le iba mal. La última vez que le vi fue hace un par de años cuando vino a verme cantar en un teatro de Mar del Plata.

Tenía un don magnífico para relatar historias. De hecho, admiraba mucho a Borges y pensaba que su vida y sus vivencias estaban muy relacionadas con el escritor. Nada más lejos de la realidad.

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