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2009 ¿el año que vivimos en peligro?

La economía mexicana sigue resintiendo los efectos de la peor crisis de su historia

Hay ocasiones en que nuestros gobernantes se nos ponen cinéfilos. En una reunión a principios de diciembre pasado, el presidente Felipe Calderón se refirió al 2009 como "el año en que vivimos en peligro". Como seguramente lo recordará el lector (o cuando menos el lector de cierta edad) éste es el título de una película que filmó en 1982 el extraordinario director australiano Peter Weir. Me parece magnifico que a nuestros políticos les guste el cine, sin embargo creo que el mandatario mexicano se equivocó de película.

Hace unos días se dio a conocer el Producto Interno Bruto (PIB) del último trimestre del año pasado. Esto nos permite intentar hacer un primer balance del desempeño económico en el 2009. Habida cuenta de que el panorama no es nada halagador, no estoy seguro bien a bien de qué peligro fue el que evitamos.

El PIB tuvo una disminución el año pasado de 6.5 por ciento; la caída más alta desde 1932, cuando en medio de la Gran Depresión el PIB mexicano se contrajo en casi un 15%. Para poner en perspectiva esta crisis bastaría recordar que en 1995, cuando se produjo el anterior descalabro interno, la caída fue del 6.2 %, es decir ligeramente menor a la de 2009.

Pero si el desplome del PIB fue dramático, sus efectos en el resto de la economía no fueron menores. Ya lo sabemos, si no hay producto no hay empleo, la tasa de desempleo promedio pasó del 4% a casi 5.5% en 2009, por mucho el dato más alto desde que la nueva metodología se inició en 2000. Más aún, este indicador se volvió a disparar en enero de este año, cuando el desempleo llegó a 5.87%, lo que constituye una señal de que desgraciadamente los efectos de la crisis están lejos de desaparecer.

Y hay sectores que todavía sufrieron más. Como se sabe, la industria automotriz de de Estados Unidos se vio afectada a un punto tal que tanto Chrysler como General Motors se tuvieron que declarar en quiebra (entraron en el llamado Capítulo 11); por ello no sorprende que este sector en México, en particular los proveedores de componentes para coches, sufrieran en la misma medida. De acuerdo con cifras del ministerio de Trabajo la industria de la transformación perdió en México el ¡10%! de sus empleos permanentes durante el 2009; una verdadera tragedia para ese sector.

La crisis norteamericana nos afectó de muchas maneras, una de las más notorias fue la ya mencionada de la industria del automóvil, pero otra igualmente seria fue la caída en las remesas que envían los mexicanos desde el extranjero. Estas pasaron de representar 25137 millones de dólares en 2008 a sólo 21181 millones en 2009, el asunto es aún más serio si uno considera que en 2008 éstas ya habían caído casi un 5% con respecto al 2007.

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Éste es otro indicador en el que el 2010 no pinta necesariamente mejor, la cifra de enero, recién reportada por el Banco de México señala una caída en las remesas del 15%. La disminución en las remesas tiene un efecto muy importante en el flujo de dólares que entran al país, pero tiene tal vez un efecto más importante en la caída de las transferencias que reciben las familias de los emigrantes, muchas de las cuales se encuentran entre las más pobres del país.

Precisamente uno de los efectos más crueles de una crisis es el que tiene en la pobreza, en particular en la llamada pobreza alimentaria, aquella que denota la incapacidad de las familias para adquirir la canasta básica. En julio pasado el CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social) informó que la pobreza alimentaria había pasado de afectar a 14,4 a 19,5 millones de personas. Este asunto es todavía más preocupante si consideramos que las cifras dadas a conocer en 2009 se refieren a la encuesta ingreso-gasto levantada en 2008, cuando la crisis en México todavía no llegaba a su punto más álgido.

Así pues, casi cualquier indicador económico que observamos nos muestra un panorama desolador. El 2009 fue por mucho uno de los peores años en décadas para la economía mexicana. Por eso me sorprende la analogía del presidente mexicano: "2009, El año que vivimos en Peligro" como si hubiéramos evitado una crisis muy seria, como si ésta no hubiera llegado a México. Algo me queda claro -para seguir con la referencia al cine del presidente- en cuanto a la economía mexicana en el 2009, ni él fue Peter Weir, ni el ministro de Hacienda hasta diciembre y hoy gobernador del banco central, Agustín Carstens, fue Mel Gibson.

**Arturo Herrera es economista. Fue unos de los encargados de las finanzas de la Ciudad de México durante el periodo de gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

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