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300.000 personas dicen 'no' a la mordaza de Berlusconi en Italia

Saviano, aclamado como un héroe, proclama: "Habéis demostrado que Italia mantiene el honor".- Concentraciones en otras ciudades de Italia, en Madrid y en Barcelona

Cientos de miles de italianos se han echado este sábado a la calle para exigir libertad de prensa y rechazar los ataques de Silvio Berlusconi contra los medios críticos. "Somos todos farabutti [piratas, canallas]", cantaba la gente contestando a los recientes insultos dedicados por el primer ministro a los periodistas. La plaza del Pueblo de Roma se ha llenado completamente con una marea de personas de todas las edades y tendencias.

Periodistas con sus hijos y sus padres; dirigentes y militantes de partidos y sindicatos, abuelos, jubilados, universidades y colegios, inmigrantes, organizaciones cívicas, informadores católicos, grupos comunistas y democristianos... Según la Federación Nacional de Prensa Italiana (FNSI), 300.000 personas han acudido a la concentración, presidida por el lema No a la mordaza, derecho a saber, deber de informar. La policía rebaja la cifra a 60.000. La protesta, que ha durado cerca de cinco horas, se ha vivido también en otras ciudades italianas y europeas, entre ellas Madrid y Barcelona.

En Roma, que ha tenido este sábado un día veraniego, el ambiente de la manifestación, que Berlusconi había repudiado como "una farsa", ha sido festivo y muy reivindicativo. El momento de más emoción ha llegado con la aparición de Roberto Saviano. El autor de Gomorra ha circulado entre la multitud arropado por sus cinco escoltas, y ha sido aclamado como un héroe al subir al escenario.

En su discurso, Saviano ha recordado que Italia "es el segundo país, tras Colombia, en número de periodistas amenazados". Ha afirmado que la actitud de Berlusconi "demuestra que verdad y poder no coinciden nunca"; y ha proclamado: "Una parte del país necesita la máxima libertad de expresión. La mafia nos ha robado palabras como honor. Hoy está claro que a Italia le importa todavía el honor".

Los ciudadanos, llegados desde distintos lugares del país, se han expresado con gestos y pancartas. Unos estudiantes caminaban unidos por una larga soga que les rodeaba el cuello. Otros portaban mensajes alusivos a la censura de los escándalos sexuales del primer ministro: "Las bolas de Berlusconi funcionan todavía"; "La información nos hará libres, Papi nos hará esclavos". Daniela, una joven oficinista de banca, llevaba una camiseta en la que se leía: "Yo también soy farabutta. Denúnciame a mí también".

Pero había espacio para todos. Donde un grupo de rumanos pedía el fin de la discriminación de sus conciudadanos en los medios italianos, la profesora Marina Russo criticaba la ambigüedad del centro-izquierda: "El viernes, la Cámara aprobó el Escudo fiscal por 20 votos; faltaron 26 diputados del PD. ¿Es eso hacer oposición? Habrían dado un gran golpe. Si ellos no cumplen, nunca habrá alternativa a Berlusconi".

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El jurista Valerio Onida, presidente emérito del Tribunal Constitucional, ha trazado con precisión de cirujano los límites entre privacidad y libertad de información, y ha resumido la sensación general al afirmar: "El poder político es demasiado a menudo intolerante con las voces críticas. Pero la libertad de información es fundamental para la vida democrática. El ciudadano menos informado, o mal informado, es menos libre".

Afirmaciones obvias, preceptos constitucionales y principios del Estado de Derecho han sido acogidos con pasión por los manifestantes, y la escena retrotraía a otros tiempos, otras latitudes. El gentío ha aplaudido calurosamente la lista de adhesiones, sobre todo cuando el presentador nombraba a los medios y periodistas que han sido agredidos con más dureza por Berlusconi, desde Ezio Mauro (director de La Repubblica) y Concita de Gregorio (de L'Unità), a Michele Santoro y Marco Travaglio (Annozero) o EL PAÍS.

La concentración ha unido a representantes de la Asociación de Periódicos Católicos con grupos comunistas que llamaban a resistir contra "el nuevo Mussolini". Antonio Sciortino, director de la revista Famiglia cristiana, ha comentado vía mensaje: "el voto popular no autoriza a nadie a colonizar el estado y untar el país con un pensamiento único sin derecho de réplica".

Los comités de redacción de Mediaset, y programas de la cadena de Berlusconi como Striscia la notizia también han estado presentes. Nanni Moretti ha vuelto a salir a la calle y lo ha hecho para criticar al centroizquierda: "en estos 15 años, han sobrevalorado al fenómeno Berlusconi y se han equivocado en todo".

En Milán, Trieste, Udine ha habido sentadas de protesta. Y los italianos se han movilizado también por toda Europa. En Londres, delante de la sede de la BBC; en la plaza de Italia de París; en Bruselas, ante el centro de prensa de la Comisión Europea. En Alemania se han recogido firmas ante la embajada italiana, y en Madrid y Barcelona se han congregado algunos centenares de personas.

El ex primer ministro Massimo D'Alema, líder del Partido Democrático, ha llegado a la manifestación a pie, entre peticiones de sus militantes para que su formación permanezca unida. "Es una manifestación justa e indispensable", ha dicho D'Alema a este diario. "Italia no está bajo un sistema fascista, pero vive una situación absolutamente única en Occidente por la agresividad del poder hacia los medios. El problema básico es la distorsión del mercado televisivo que informa a 50 millones de italianos, y la situación de una prensa escrita en manos de editores que pertenecen a grupos financieros y empresariales".

La pregunta que se hace cada vez más gente es si Berlusconi podrá acabar la legislatura en las actuales condiciones personales y políticas. Su entorno más cercano y el resto de la clase política del país siguen con inquietud la forma de comportarse, en público y en privado, del Jefe del Gobierno. Pero D'Alema no cree que la oposición pueda resolver eso: "En los países democráticos esas situaciones se resuelven de dos formas. Una, su propio partido le exige que renuncie. Dos, el sistema de información le presiona hasta obligarlo a dimitir. Creo que ninguna de estas condiciones se dan todavía".

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