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Ola de cambio en el mundo islámico

Abbas cambia el Gobierno palestino para ganar crédito

El Gobierno de la Autoridad Palestina presentó ayer su dimisión en pleno al presidente, Mahmud Abbas, quien encargó al primer ministro, Salam Fayad, la formación de uno nuevo en los próximos días. La idea es cambiar las caras de un Ejecutivo palestino desprestigiado sin acometer reformas de fondo.

La de ayer es una reforma gubernamental de la que se viene hablando desde hace meses. Lo mismo sucedió con la convocatoria de elecciones legislativas y presidenciales, pospuestas durante meses y meses y convocadas ahora finalmente para el mes de septiembre. Estos cambios pendientes, con los que la Autoridad Palestina aspira a recobrar su minada credibilidad, parecen haber cobrado urgencia al calor de las revueltas populares en el mundo árabe.

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Fayad, que cuenta con un fuerte respaldo de la comunidad internacional, seguirá al frente del Gobierno que debe administrar la vida en los territorios palestinos hasta que se celebren las elecciones. Uno de los cambios consistirá en la reducción del número de ministros. Otro será la inclusión de personalidades académicas y representantes de la sociedad civil, según fuentes palestinas, que explican que la idea es intentar abrir el abanico más allá de Fatah, el partido dominante en el Gobierno de Ramala, y dar cabida a miembros de otras formaciones. Se trata de abrir el abanico, pero no tanto como para incluir al gran rival islamista Hamás, el movimiento que barrió en las elecciones de 2006 y que gobierna en la franja de Gaza.

Mermada legitimidad

La remodelación del Gobierno se produce dos días después de que la Autoridad Palestina anunciara la convocatoria de elecciones "no más tarde de septiembre". La mermada legitimidad democrática del actual Gobierno -el mandato del presidente Mahmud Abbas expiró en enero de 2009- ha generado un malestar creciente entre ciertos sectores de la población que ahora el Gobierno de Ramala quiere remediar.

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Hasta ahora, la rivalidad entre Hamás y Fatah ha impedido la celebración de cualquier tipo de elecciones. Y no está claro que esta vez vaya a ser distinto. El movimiento islamista ya anunció durante el fin de semana que no piensa participar en la nueva convocatoria electoral ni reconocer los resultados. Sin una reconciliación nacional palestina, o lo que es lo mismo, sin la participación de los palestinos de la franja de Gaza en los comicios, resulta difícil concebir la viabilidad de la cita con las urnas.

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