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Ahmadineyad expresa su apoyo a Líbano frente a Israel

Miles de beirutíes reciben como un héroe al presidente iraní

Miles de libaneses salieron ayer a la calle en Beirut para ofrecer a Mahmud Ahmadineyad un recibimiento propio de héroes. El presidente iraní se reunió con su homólogo libanés, Michel Suleimán, y con Hasan Nasralá, líder de Hezbolá, el todopoderoso partido-milicia chií libanés, y garantizó a Líbano durante el primer día de su visita oficial "el apoyo frente a la animadversión, en particular la del régimen sionista", en alusión a Israel. El programa del presidente incluye hoy una vista al sur del país, zona fronteriza con Israel.

Ahmadineyad llegó a primera hora de la mañana a Beirut, donde una multitud le esperaba apostada en la carretera del aeropuerto. El presidente iraní se desplazó por tierra, asomado al techo de un vehículo, para disfrutar del baño de multitudes que le brindaron sus seguidores. Banderas iraníes y libanesas y carteles del político iraní flanqueaban la ruta que le llevó hasta el palacio presidencial. Allí expresó Ahmadineyad su admiración ante "la fuerza de la resistencia del pueblo libanés contra el régimen sionista" y defendió un Líbano "fuerte y unido". Los presidentes hablaron del apoyo financiero iraní a Líbano, que durante este viaje se plasmará en acuerdos en el sector energético, agrícola y educativo, entre otros.

La Casa Blanca dice que la visita constituye una "provocación"
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Un viaje inquietante
Ahmadineyad reta a Israel en Líbano

La primera visita oficial de Ahmadineyad ha despertado los recelos de Israel y de EE UU, que aspiran al aislamiento de Irán, país de cuyas intenciones nucleares desconfían. Consideran que la visita constituye una "provocación" y un espaldarazo político a Hezbolá, el Partido de Dios. Mientras la jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton, destacaba el potencial "desestabilizador" de la visita, el portavoz de Exteriores israelí indicó: "Seguimos con mucha atención esta visita, que para nosotros supone una provocación que puede acarrear más violencia". Las críticas no solo se produjeron de puertas para fuera. En Líbano, el bloque prooccidental que participa del Gobierno de unidad expresó su temor a que el país "se convierta en una base iraní en el Mediterráneo".

El presidente iraní aterrizó en un país inmerso en una crisis interna que ha vuelto a despertar fantasmas de un enfrentamiento sectario. El detonante ha sido el esperado dictamen del tribunal internacional que investiga el asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri en 2005. Miembros de Hezbolá podrían estar detrás del magnicidio, según las filtraciones de los trabajos del tribunal. Por eso, y porque los islamistas chiíes no reconocen la legitimidad de una corte que consideran orquestada por Israel, presionan a Saad Hariri, actual primer ministro suní, socio en el Gobierno e hijo del político asesinado, para que retire el apoyo al tribunal.

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Por la tarde, el presidente iraní se dirigió a miles de personas que le escucharon en un suburbio de Beirut. Ahmadineyad alabó a Líbano, al que consideró "una escuela de resistencia" en un discurso plagado de alusiones divinas.

Decenas de libaneses saludan a Ahmadineyad a su paso por Beirut.
Decenas de libaneses saludan a Ahmadineyad a su paso por Beirut.AFP

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