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Reportaje:

Argelia recurre al islam contra la emigración

Los clérigos musulmanes de Argel preparan una fetua que considerará pecado arriesgar la vida para inmigrar a Europa

Marruecos utilizó a sus imanes para explicar higiene sexual y tratar de evitar la propagación del sida, y Argelia acaba ahora de innovar recurriendo a los clérigos musulmanes para luchar contra la inmigración clandestina hacia Europa.

"Les hemos pedido que digan a los que se empeñan en subir a bordo de embarcaciones peligrosas que el paraíso que tratan de alcanzar no es más que un mero sueño", declaró Abdulá Tamín, portavoz del Ministerio de Asuntos Religiosos argelino.

En Argelia hay unas 14.000 mezquitas regentadas por imanes que son funcionarios del ministerio, que les indica cada semana por dónde debe ir el sermón que pronuncian los viernes ante los fieles.

Asuntos Religiosos no se va, sin embargo, a conformar con las advertencias prodigadas durante la prédica semanal. El ministro, Bouadelá Ghlamalá, de 72 años, quiere que los ulemas argelinos, los sabios islámicos designados por su departamento, declaren en una fetua (edicto islámico) que emigrar irregularmente es pecado.

La fetua estará inspirada en un versículo del Corán que prohíbe poner en riesgo la vida propia -un don de Dios-, pero que otros teólogos, como el egipcio Yusef al Qardaui, que predica en la televisión Al Yazira, matizan. Qardaui justifica el suicidio cuando se enmarca en la yihad (guerra santa). Nunca, hasta ahora, ningún país musulmán había recurrido a la religión para tratar de disuadir a los candidatos a emigrar para que no que pongan en peligro su vida.

La fetua en preparación invitará además a los jóvenes que conocen un oficio y tienen la tentación de emigrar a solicitar un crédito sin intereses, que proporciona el Ministerio de Asuntos Religiosos, para crear su propia empresa. El dinero procede del impuesto islámico

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(zakat) que recauda y administra el departamento que dirige Ghlamalá.

Durante años, las autoridades argelinas se jactaron de ser capaces, a diferencia de Marruecos, de controlar sus fronteras. Desde que, en el otoño de 2005, Rabat reprimió con dureza a los subsaharianos que se agolpaban ante Ceuta y Melilla, la presión migratoria se ha desplazado hacia el suroeste (Mauritania y Senegal) y el este (Libia y Argelia). En octubre y noviembre pasados llegaron a las costas de Murcia y Almería las primeras pateras que habían zarpado desde los alrededores de Orán. Para frenarlas, Argel efectuó redadas, encarceló a decenas de sin papeles y dio, por primera vez, cifras de muertos: 69 en los 10 primeros meses de 2006. Llegó a pedir incluso a los ciudadanos que denuncien cualquier embarcación sospechosa. Ahora innova echando mano de la religión.

"Hombres de religión, cercanos a Dios y al Estado, con su sueldo y su jubilación garantizada, funcionarios acomodados a los que el paro no amenaza y que comparten con los demás argelinos el cielo, pero no las preocupaciones de la tierra, van ahora a denunciar la inmigración clandestina (...)", ironiza Le Quotidien d'Oran, el principal diario francófono. "No se resolverá este drama explicando a un espalda mojada que no tiene derecho a la clemencia del cielo después de haber sido excluido de la clemencia de la tierra".

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