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ESCALADA BÉLICA EN LOS BALCANES

Un misil serbio derriba el helicóptero en el que viajaba el ministro bosnio de Asuntos Exteriores

Ramón Lobo

Envalentonados, tan sólo 72 horas después del primer ataque de los aviones de la OTAN sobre tres almacenes de armas cerca de Pale, los serbios de Bosnia, liderados por Radovan Karadzic, recibieron ayer el inesperadoapoyo de sus hermanos de sangre, los serbios de Krajina, quienes lograron derribar con un misil tierra-aire el helicóptero del ministro bosnio de Asuntos Exteriores, Irfan Ljubijankic, quien perdió la vida. Sucedió por la mañana, cuando el ministro se dirigía al enclave de Bihac, una de las seis zonas protegidas de las Naciones Unidas. En un gesto de cinismo desafiante, los rebeldes serbios de Krajina reclamaron la paternidad del ataque aduciendo que el aparato "violaba" su espacio aéreo.

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En Sarajevo, la presidencia bosnia calificó los hechos de "asesinato". La descarada participación de los serbios de Krajina, territorio arrebatado a Croacia en la guerra de 1991, en la lucha dentro de Bosnia es, desde diciembre, evidente en Bihac, donde apoyan desde el norte la ofensiva que los serbios bosnios mantienen en el sur y en el este y alimentan con armas e instrucción a los musulmanes rebeldes del caudillo local Fikret Abidic.Con la ONU y la propia OTAN paralizadas en su capacidad de respuesta, los serbios de Bosnia parecen inmersos en una peligrosa partida de póker: incrementar gradualmente la tensión (la apuesta) para conocer el límite del adversario. La táctica no es nueva, ya la pusieron en marcha, y con gran éxito, en abril de 1994 cuando lanzaron una vasta ofensiva sobre Gorazde, otra zona segura de la que llegaron a conquistar un tercio. Este enclave bosnio situado en la parte oriental del país, fue ayer además escenario de una nueva captura masiva de escudos humanos. Los hombres de Karadzic se hicieron con gran facilidad con el control de un puesto militar de la ONU y con 33 cascos azules británicos y ocho canadienses.

El portavoz oficial de la fuerza de protección de las Naciones Unidas (Unprofor) en Sarajevo, el teniente coronel Gary Coward, aseguró ayer que el número total de tropas retenidas de una forma u otra por los serbios de Bosnia se eleva ya a 370, entre cascos azules y observadores militares. Entre estos últimos se encuentran dos españoles, el capitán José Antonio Romero Huelin, retenido en Pale, la capital política de los serbios de Bosnia, y el comandante de aviación Manuel Cortés Méndez, retenido en el aeropuerto de Banja Luka, al oeste de Bosnia-Herzegovina. Coward dijo estar muy preocupado por la vida de todos estoshombres pues "todos esos 370 están en serio peligro".

[El Gobierno británico decidió anoche aumentar el despliegue de tropas en Bosnia al tiempo que condenó duramente la captura por parte de los serbios bosnios de 33 de sus hombres, que consideró una "provocación", informa Reuter. "El Ministerio de Defensa enviará dos baterías de artillería y un escuadrón de ingenieros lo más pronto posible", se anunció en un comunicado al término de una reunión de urgencia convocada por el primer ministro, John Major. El Reino Unido tiene actualmente 3.380 soldados en Bosnia, el segundo contingente más numeroso después de Francia.]

La ONU y la OTAN se enfrentan ahora a una duda hamleriana: exigir el cumplimiento de la zona de exclusión alrededor de Sarajevo, que nació del ultimátum de febrero de 1994, el único que ha funcionado, y poner en peligro la vida de sus soldados capturados o ahondar en la sensación actual de parálisis. Aquí en Zagreb, en el Estado Mayor del enviado especial del secretario general de la ONU a la antigua Yugoslavia, Yasushi Akashi, se trabaja a contrarreloj en una solución intermedia capaz de resolver el embrollo.

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Demostración de fuerza

En una prueba más de esa dificultad, las baterías serbias cerca de Pale abrieron ayer fuego contra un avión de la OTAN que hacía una demostración de fuerza, limitada desde hace 48 horas al simple ruido de sus motores. Los hombres de Karadzic ya se han hecho con el control de casi todas las armas pesadas -todas aquellas de un calibre superior alos 12,70 milímetros- que estaban en depósitos custodiados por Unprofor, en los alrededor de Sarajevo.

En Tuzla, al norte de Bosnia, otra área protegida, volvió a llover ayer pólvora y metralla. Una persona perdió la vida. Las calles se vaciaron de terror. La memoria del viernes aún está fresca. Ese viernes, los artilleros serbios la eligieron como blanco ejemplar de su contundente respuesta al primer ataque de la OTAN. El saldo fue 71 muertos.

Un miembro del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en Zagreb explicó anoche que la situación alimentaria de Bosnia-Herzegovina no es todavía desesperada, puesto que durante semanas se pudo introducir suficiente comida en Sarajevo y los enclaves orientales de Srebrenica, Zepa y Gorazde.

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