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Vukovar, sin casas y con miles de tumbas

El simbolo de la resistencia croata 'celebra' el aniversario de su 'liberación' por Serbia

Vukovar, ciudad sin casas, pero con miles de tumbas, celebró ayer el primer aniversario de su 1iberación" por parte del Ejército federal yugoslavo y las tropas serbias. Los esqueletos de las casas, el asfalto perforado por los obuses, los edificios sin paredes y ventanas, las fábricas convertidas en polvo recuerdan la brutalidad de la lucha. El Ejército yugoslavo asedió la ciudad durante más de tres meses, pero las tropas croatas resistieron heroicamente.

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En Vukovar, el "Stalingrado croata" como se lo llamaba en Zagreb, se defendía Croacia. Más de 14.000 civiles sobrevivieron a los combates escondidos en los refugios, soportando los malos tratos de los Ejércitos enfrentados.Vukovar no existe, literalmente. Sin embargo, las autoridades serbias locales intentan presentarlo como el símbolo de un nuevo futuro: "Cimentaremos la eternidad del pueblo serbio en las ruinas de esta ciudad", aseguró ayer Milorad Visic, el alcalde de estos escombros, durante una reunión solemne celebrada en la congelada sala semidestruida del cine local. "Vukovar es serbio y así quedará", añadió Visic. Antes de la guerra poblaban Vukovar 47.000 habitantes, serbios, croatas, húngaros y otros. Sólo 2.500 permanecieron después de la liberación o la ocupación, según el punto de vista, soportando durante un año la ausencia de electricidad o de agua corriente y las casas inhabitables, y comiendo pan y leche distribuidos por la Cruz Roja. Según Visic, más de 20.000 personas viven ahora en Vukovar, de las cuales 18.000 son refugiados serbios de Croacia.

Dobrila, jubilada de 63 años, volvió a su casa después de la guerra, que pasó en Belgrado: "Gracias a Dios, mi casa permaneció", dice, "pero la vida aquí es muy difícil. Recibo una pensión de 7.500 dinares (unas 1.000 pesetas) y como aquello que nos da la Cruz Roja". Dobrila relata las atrocidades cometidas por los croatas, pero asegura: "Después de la guerra, expulsaron a muchas familias croatas y rutenias inocentes. No sé quién decidió que eran culpables". Dobrila no acudió a la fiesta en lo que fuera el centro urbano: tenía que hacer. la cola cotidiana para adquirir alimentos.

Soldados, reservistas y voluntarios serbios, traídos en autobuses, llegaron de las diferentes partes de Serbia para celebrar su victoria. El teniente coronel del Ejército yugoslavo Veselin Sljivancanin, cuyas tropas entraron victoriosas en los escombros de Vukovar, apareció en el podio junto con el líder ultranacionalista serbio Vojislav Seselj. Sus mensajes al pueblo fueron parecidos. "Esto es Yugoslavia, Serbia y Montenegro", dijo Sljivancanin. "Serbia no les abandonará nunca", gritó Seselj. Formalmente, Vukovar no pertenece a la nueva Yugoslavia, sino que queda en Croacia, en la zona bajo la protección de las Naciones Unidas. En realidad los ciudadanos de Vukovar no saben dónde están: esperaban ayuda de Serbia, pero ésta no ha sido generosa. Dos o tres casas se han rehabilitado. Las fábricas semidestruidas intentan reavivar la producción con unos 1.000 obreros. Antes había 22.000.

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