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Los serbios toman por la fuerza en Sarajevo las armas que estaban bajo control de la ONU

Ramón Lobo

Los 13 cascos azules franceses no pudieron hacer nada. Cerca de 150 serbios bosnios, armados con fusiles de asalto y pistolas, se presentaron ayer en Lukavica (Sarajevo), en uno de los puntos de control de las armas pesadas entregadas durante el ultimátum de febrero, y se llevaron desafiantes 18 cañones antiaéreos. El nuevo desafío serbio a la comunidad internacional, unido al ataque final contra el enclave musulmán de Gorazde, viola el acuerdo de alto el fuego y desmilitarización de Sarajevo y no deja otra posibilidad a la OTAN, según establece el ultimátum, que un bombardeo aéreo.

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La razón dada por los autores del asalto a Lukavica para recuperar el armamento pesado fue simple: proteger su cuartel, situado en las inmediaciones, de un eventual ataque de la OTAN. El líder serbio, Radovan Karadzic, lanzó desde Pale una clara amenaza: "Se desencadenará una guerra terrible" si la Alianza Atlántica bombardea las posiciones serbias.No hubo ni un solo disparo, pero sí muchos insultos y mucha tensión en Lukavica. Los soldados franceses no opusieron resistencia, pues varios de los observadores militares de la ONU detenidos están en Lukavica, en poder de los agresores. El incidente, considerado "muy grave" por las Fuerzas de Protección de las Naciones Unidas (Unprofor), representa un nuevo envite en la escalada de humillaciones y provocaciones.

La airada reacción de la comunidad internacional, incluida la declaración del aliado presidente ruso, hizo mella en los milicianos serbios, que anoche, tras largas horas de tensas negociaciones habían devuelto la algunas de las armas capturadas, según fuentes de Unprofor.

La mayoría de los observadores retenidos por los serbios después de los bombardeos aliados sobre Gorazde también fueron liberados ayer. Eric Chaperon, portavoz de Unprofor en Sarajevo era optimista: "Creemos que todos los equipos [de observadores] podrán moverse libremente a partir de mañana [por hoy]", declaró.

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Nuevo alto el fuego

En Pale, la capital política de la autoproclamada república serbia de Bosnia, el encargado de asuntos civiles de las Naciones Unidas, Victor Andreev, firmó un acuerdo de alto el fuego en Gorazade con el presidente del parlamento serbio, Momcilo Krajisnik. "Los serbios están de acuerdo en detener el fuego inmediatamente, siempre que no sean atacados", aseguró Andreev. Sin embargo, no es la primera vez que los serbios incumplen su palabra.

Dos promesas previas de alto el fuego en Gorazde han sido violadas. A lo largo del día de ayer, los serbios multiplicaron los bombardeos, alcanzado numerosos objetivos civiles y causando varios muertos. Un verdadero caos reinaba ayer en este enclave de Bosnia oriental, donde las fuerzas atacantes serbias se dedicaban a la tarea de acallar las últimas resistencias. Los combates se libran ya casa por casa.

Los proyectiles, muchos de ellos disparados desde las colinas próximas o por los carros de combate en el interior de la ciudad, cayeron ayer sobre dos centros de acogida de refugiados, y el edificio en el que alojan cuatro representantes del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y cinco observadores de la ONU, causando un número indeterminado de muertos. Ninguno de los miembros de ACNUR sufrió daños.

La gente, enloquecida, buscó cobijo en los sótanos. El almacén de alimentos, donde se guardan como oro en paño las últimas reservas humanitarias -48 toneladas- de la ciudad fue también alcanzado por un impacto directo. Las casas más próximas están ardiendo. La comisaría de policía y el centro de telégrafos han sido atacados. El hospital, que se halla a pocos metros del frente, fue bombardado con gases, posiblemente lacrimógenos. Este centro hospitalario, previsto para 35 camas y lleno de heridos, recibió además tres impactos directos de granadas de mortero. No muy lejos, otra granada cayó a mediodía cerca del Balkan Relief Center matando en el acto entre 10 y 15 personas, que quedaron tendidas en la acera.

Las incursiones en el casco urbano se realizan con tanques, que disparan contra objetivos civiles y después se repliegan. La evacuación de los ya más de 200 heridos graves volvió a ser pospuesta ayer, por tercer día consecutivo. Los serbios, pese a garantizarlo en la noche del lunes, volvieron a incumplir sus promesas.

El jefe de Unprofor en la antigua Yugoslavia, el general francés Bertrand de Lapresle, quiere ir a Gorazde en helicóptero junto a los 150 o 350 cascos azules, muchos de ellos franceses procedentes de Sarajevo, que están a la espera de ser desplegados en la todavía inexistente zona desmilitarizada. El general ha sido disuadido de cualquier intento en falso, pues ir al enclave sin permiso serbio se considera un suicidio.

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