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Reportaje:

Günter Guillaume, el espía que volvió al frío

Aquel miércoles 24 de abril de 1974, a las 6.32 horas, en una calle de Bad Godesberg, el señor gordito con gafas y aire de jefe de negociado no pareció muy sorprendido ante la presencia de varios policías del "grupo de seguridad de Bonn". Günter Guillaume se limitó a adoptar una postura digna y dijo: "Soy capitán del Ejército Nacional Popular de la República Democrática Alemana. Les ruego, señores, que respeten mi honor de oficial"

.El gesto resultaba increíble y hasta patético en el marco pequeñoburgués de aquel piso barato, de 340 marcos mensuales de alquiler, reservado para funcionarios del Gobierno federal. La detención de aquel hombre de aspecto inofensivo iba a provocar dos semanas más tarde la caída del primer canciller socialdemócrata de la República Federal de Alemania.

Agente al servicio del Ministerio para la Seguridad del Estado de la otra Alemania, la RDA, Guillaume, "un ratón gris, un socialdemócrata cerrado de mollera", había conseguido enquistarse en el centro mismo del poder de Bonn, en la Cancillería federal, donde era uno de los jefes del Gabinete del canciller Willy Brandt y estaba encargado de las relaciones con el Partido Socialdemócrata y los sindicatos y las iglesias.

En febrero del año 1956, los especialistas del contraespionaje de la RFA habían captado mensajes radiados en clave con "felicidades para Georg"; en octubre de 1956, "felicidades por el cumpleaños de CH", y en abril de 1957, "felicidades por el segundo hombre", procedentes de la emisora del Ministerio de Seguridad del Estado en Berlín Este.

Los hombres del contraespionaje descifraron que un matrimonio había sido introducido en la RFA con la misión de espiar al Partido Socialdemócrata (SPD.). Las fechas con los mensajes de felicitación coincidían con el cumpleaños de Guillaume, el de su esposa y el nacimiento de su hijo. Los repasos que dieron estos agentes a funcionarios del SPD no, dieron resultados.

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Un matrimonio muy trabajador

Los Guillaume regresaron a Francfort en 1956, unos más entre tantos fugitivos de la RDA, en los años anteriores a la construcción del muro de Berlín. Guillaume ya trabajaba como agente y había sido reclutado en una editorial de Berlín Este.

Guillaume había ingresado a los diecisiete años en el partido nazi, con el número 9709880, y este dato lo ocultó al rellenar el formulario para pedir trabajo en la editorial.

Al descubrirse este dato se le indicó la conveniencia de borrar su falta a base de prestar servicios de agente.

En Francfort, Guillaume empezó su existencia en Océidente en una tienda de su suegra, donde vendía café, tabaco y licores. Su mujer, Christel, consiguió un puesto de secretaria de un diputado del SPD. Los Guillaume habían entrado en el partido y en uno de los distritos más rojos del SPD, Hesen Sur. El matrimonio se distinguía por su feroz anticomunismo, sus críticas a la RDA y sus enfrentamientos con los radicales de las Juventudes Socialistas, los jusos.

Guillaume empezó su carrera política en el SPD, fue elegido concejal en Francfort y secretario general del distrito, y el año 1969 se encargó de la campaña electoral del diputado de Francfort Georg Leber, que luego fue ministro de Comunicación, y después, de Defensa.

El ascenso de Günter

La labor de Guillaume en la preparación de la campaña electoral del socialdemócrata de derecha Leber le valió la recomendación para dar el salto de Francfort a Bonn, donde empezó a trabajar de asistente de Ehrenberg, el actual ministro federal de Trabajo, que entonces era experto económico en la Cancillería federal.

Guillaume consiguió que su mujer, Christel, le siguiese a Bonn, donde empezó a trabajar en la representación del Estado de Hesen en la capital federal, un sitio ideal para escuchar conversaciones de políticos que se reúnen en el bar hasta altas horas de la noche para hablar libremente, negociar planes y desarrollar estrategias.

Dentro de la Cancillería federal, gracias a su servicialidad y a su disposición para trabajar todo lo que hiciese falta, Guillaume consiguió llegar a uno de los puestos de confianza de Willy Brandt.

Por una pista de los servicios secretos de un país aliado, el contraespionaje alemán tuvo conocimiento de que en Berlín Este estaban perfectamente informados de lo que ocurría en la Cancillería federal, en Bonn, y en las alturas del SPD. Además se supo que en una cuenta de banco en Berlín Este se pagaba el sueldo de un agente.

Entonces fue cuando se descifraron los mensajes radiofónicos del Ministerio para la Seguridad del Estado de la RDA y el contraespionaje descubrió, ya en 1973, que los datos coincidían con la familia Guillaume.

Gensecher interviene

El jefe de contraespionaje, Guenther Nollau, advirtió al entonces ministro del Interior (hoy de Asuntos Exteriores), el liberal Hans Dietrich Genscher, quien informó de las sospechas sobre Guillaume al canciller Brandt, a quien pidió que aceptase mantener a su lado al presunto espía para poder desenmascarar a toda su red y conseguir pruebas definitivas de su actividad.

El canciller alemán quedó así convertido en cebo de un presunto espía. Durante once meses, los servicios de contraespionaje y el ministro del Interior, Genscher, dejaron al canciller Willy Brandt en manos de un sospechoso de espionaje", en espera de acumular pruebas de su trabajo. El maestro de las novelas de espionaje, el inglés John Le Carré, que con su nombre auténtico de David Cornwell había sido secretario de la Embajada británica en Bonn, escribió sobre el caso Guillaume entonces, con verdadero espanto, que "el líder elegido de una de las naciones más influyentes de Europa fue reclutado por la gente de su propio servicio de espionaje para Berlín Este".

Le Carré continúa en tonos implacables que "la Cancillería federal quedó convertida, para hablar en la jerga del negocio, en una «tapadera, en el sentido de que el trabajo del canciller, en cuanto entraba en conexión con Guillaume, quedaba sometido a las exigencias operativas del contraespionaje".

Casi un año tardaron los servicios secretos de la RFA en presentarse en la casa de Bad Godesberg para detener al espía, después de haberle seguido hasta la costa Azul, en Francia, para cogerle con las manos en la masa con su contacto del otro lado del muro. El íntento de seguirle falló, y los perseguidores, más de cien, "casi una segunda invasión de Francia", dijo el ministro del Interior, Genscher, perdieron la pista en territorio francés.

Un trabajo por todo lo alto

En un primer momento, después de su detención, se intenta quitar importancia al trabajo de Guillaume en la Cancillería, pero pronto empiezan a salir a la luz las dimensiones de su labor de espionaje. Guillaume había pasado las vacaciones de verano de 1974 con Brandt en Noruega. Las dos familias, la del canciller y la del espía, separadas por unos metros. Todos los mensajes descifrados por dos expertos en claves pasaron por las manos del espía Guillaume, incluso una carta del presidente norteamericano Richard Nixon sobre la situación de la Alianza Atlántica (OTAN) calificada de cosmic, el máximo nivel de secreto en la OTAN. Día tras día salieron a la luz nuevos datos preocupantes. El funcionario aburrido y gris había mantenido relaciones amorosas con varias secretarias en contacto con los más altos secretos sobre las negociaciones con el Este.

Los servicios de contraespionaje, que habían dejado once meses al espía al lado del canciller, se lanzaron sobre los detalles de la vida privada de Brandt. Guillaume había prestado algunos servicios al canciller, al facilitarle contactos femeninos. Todos estos detalles, en poder del Este y lanzados poco a poco por la Prensa amarilla de Springer, dieron el último impulso a la decisión de Brandt de presentar la dimisión. Brandt, indignado, lanzó acusaciones contra Genscher: "No fueron capaces de descubrir un espía, pero sí de espiar mi vida privada".

Desde la cárcel, el espía Guillaume, cumplidor hasta el final, escribe a un compañero de trabajo en la Cancillería y le recuerda que están pendientes las cuentas de gastos de los dos últimos viajes de servicio. En diciembre de 1975, un tribunal condenó a Guillaume por alta traición a trece años de cárcel.

Puntualmente, en Berlín Este le ingresaron su sueldo en el banco y no menos puntualmente le llegaron los ascensos. Guillaume actualmente es coronel del Ejército Popular de la RDA y comentaba orgulloso con un compañero de cárcel: "Ahora sólo me tengo que cuadrar ante los generales".

El maestro Le Carré escribió hace siete años: "Yo espero intensamente que cuando Guillaume cruce la calle de dirección única en el puente Glienicker (en Berlín), o donde quiera que se realice el sucio cambio, le acompañe aquel que tuvo la desvergüenza asombrosa de utilizar al canciller federal y premio Nobel para su juego".

El portavoz del Gobierno federal alemán, Kurt Becker, reconoció el viernes implícitamente la existencia de un vasto plan de intercambio de espías entre el Este y el Oeste, y deploró la oleada de publicidad desatada en torno al caso Guillaume. Según fuentes bien informadas en la capital federal alemana, la liberación del espía de la Cancillería permitirá no sólo el regreso a Occidente de 3.000 familias alemanas divididas, sino también la puesta en libertad de disidentes soviéticos muy señalados, entre otros Anatoli Tcharanski y el físico y premio Nobel Andrei Sajarov.

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