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Dukakis ya es candidato a la Casa Blanca

Francisco G. Basterra

Michael Dukakis, prometiendo que dentro de ocho meses tomará posesión de la Casa Blanca y "acabará con la era Reagan", concluyó en la madrugada del miércoles su larga y difícil carrera para la designación como el candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos con un decisivo triunfo en California. Este oscuro político, gobernador de un pequeño Estado, Massachusetts, hijo de inmigrantes griegos, desconocido nacionalmente y por el que nadie apostaba hace sólo cuatro meses, disputará la Casa Blanca al actual vicepresidente, George Bush, el 8 de noviembre.

Tras su cuádruple victoria en los Estados de Califórnia, Nueva Jersey, Nuevo México y Montana, ya tiene 200 delegados más de los 2.081 necesarios para ser designado candidato, en primera votación, por la convención de su partido en Atlanta, el 18 de julio.Y dado que los republicanos pueden rentabilizar una buena situación económica y EE UU no está en guerra en ninguna parte del mundo, Dukakis, 54 años, cuenta con posibilidades de derrotar a Bush, un pálido heredero de Reagan, que quiere romper el maleficio histórico que ha impedido, desde 1836, que un vicepresidente llegue, por elección, a la presidencia.

Tras 17 semanas de primarias, que han dejado fuera de la carrera a 11 aspirantes, 177 millones de dólares en gastos electorales (20.000 millones de pesetas) y 29 millones de votos, los norteamericanos han preseleccionado a dos centristas. Dos políticos, Dukakis y Bush, que no emocionan, prácticos y sin carga ideológica. Pero los ciudadanos, satisfechos de la situación actual pero preocupados por el futuro de la economía y del puesto de Estados Unidos en el mundo, prefieren jugarse la sucesión de Ronald Reagan entre dos personalidades competentes. que venden experiencia como gestores y hablan de un cambio de rumbo moderado.

La primera y urgente tarea de Dukakis es resolver el problema Jackson. El reverendo de color, que ha logrado 1.108 delegados y siete millones de votos, muchos de ellos de blancos, en una campaña brillante que ha arrastrado a grandes sectores de la población, exige ser considerado el primero como candidato a la vicepresidencia. Ayer dijo que se lo ha ganado y que quiere el "primer derecho a decir que no" al número dos, sugiriendo que se conformaría con la oferta, que rechazaría.

Pero esto es extrernadamente delicado para Dukakis, que el lunes tuvo una conversación de 90 minutos con Jackson. Éste quiere forzar al gobernador de Massachusetts a elegir a un vicepresidente más liberal en el ticket. Dukakis está pensando en lo contrario y se habla del ex astronauta John Glenn o de los senadores Bill Bradley y Sam Nunn.

Unir el partido

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Aunque ayer elogió "la inteligencia y la integridad" de su rival, Jackson no apoyará aún formalmente a Dukakis y quiere forzar un programa radical para el partido en la convención de Atlanta, a la que llegará con más de 1.000 delegados. Ha ampliado notablemente la base demócrata y sin esos votos -sobre todo, sin el 11% de votantes negros- Dukakis no podrá ganar la presidencia.

El gobernador de Massachusetts confia en contar con Jackson en la campaña final y en unir el partido tras una plataforma de progreso y crecimiento económico, pero sin aceptar exigencias radicales, como la pretensión del reverendo baptista de calificar a Suráfrica como "Estado terrorista". Dukakis sabe que la única posibilidad de que los demócratas vuelvan a la Casa Blanca reside en recuperar los votos de los obreros industriales, registrados demócratas, pero suficieritemente conservadores para haber votado por Reagan en 1980 y 1984.

"Hoy es el fin de una maratón. Mañana comienza la gran carrera", afirmó el miércoles, en Los Ángeles, Dukakis, un viejo corredor de maratones que ha dejado en la cuneta -en esta cruel prueba de resistencia que son las primarias norteamericanas- a Jesse Jackson, Gary Hart, Albert Gore, Paul Simon, Richard Gephardt y Bruce Babbitt. En su noche triurifal, Dukakis recordó con orgullo su origen étnico -que le puede ayudar en noviembre- y prometió dirigir el país hacia "el sueño americano", que en cierta medida él representa, y "que está aún por delante de nosotros".

Dukakis es un demócrata tecnocrático de la nueva generación de los ordenadores, que cree en el liberalismo barato, partidario de un gasto público eficaz muy lejano del Estado como ingeniero social del New Deal. Bush tratará también de presentar a su rival como débil frente al crimen -el candidato demócrata se opone a la pena de muerte- e ingenuo e inexperto en política exterior.

Este es realmente el flanco más débil de Dukakis. Pero Bush, con su participación en el escándalo Irangate o el fiasco de Noriega, tiene el tejado de cristal en este terreno, a pesar de su mayor experiencia en política internacional.

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