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LA CARRERA HACIA LA CASA BLANCA

Rotunda victoria del vicepresidente en el 'supermartes'

Francisco G. Basterra

ENVIADO ESPECIAL"Voy a ser el próximo presidente de Estados Unidos", clamó eufórico George Bush cuando, en la noche del martes, anunció su aplastante victoria en la superprimaria nacional. Esta afirmación es prematura, pero ya sólo una catástrofe externa al proceso electoral - nuevas y muy serias revelaciones que implicaran al vicepresidente en el Irangate, un nuevo escándalo o un grave error por su parte - puede arrebatar a este político poco espectacular, que vive a la sombra de Ronald Reagan, la designación de su partido como el candidato republicano a la Casa Blanca.

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A Gore le falta llamarse Kennedy

En el campo demócrata, los electores del Sur y de media docena de Estados limítrofes, más algunos del Este y del Oeste, han dado una señal menos clara, dividiendo sus preferencias entre tres candidatos. Michael Dukakis, que ganando en Tejas y Florida (los dos Estados más importantes de la superprimaria) y en Washington, en la costa Oeste, demuestra que no sólo es fuerte en su región natal de Nueva Inglaterra y se convierte en el hombre a batir.La sorpresa del senador sureño Albert Gore, 39 años, que pasa a ser un aspirante con serias posibilidades, gracias a la fuerza demostrada en Dixie, pero que tendrá que revalidar en las próximas semanas en los Estados industriales del Norte y del Este. Gracias a tres millones de dólares gastados en anuncios; en televisión y a su buena imagen de conservador moderado, Gore ha atraído votos de independientes y de demócratas sureños que, en 1984, votaron a Reagan.

Y un éxito anunciado pero importante en un país en el que el racismo sólo está superado legalmente. Jesse Jackson, que obtuvo todo el voto negro y el 10% de los sufragios de los blancos. Poco más de 20 años después de que los negros no pudieran sentarse en la parte delantera de los autobuses en el Sur, Jackson se convierte en un candidato respetado y respetable. Tendrá mucho que decir a la hora de designar al candidato demócrata, pero falta aún mucho en EE UU para que un hombre o una mujer de color llegue a la Casa Blanca.

Un duelo definitivo en noviembre entre Bush, el representante pragmático y moderado del establecimiento tradicional republicano, y el liberal gobernador de Massachusets Michael Dukakis, un demócrata clásico con la filosofia del New Deal pasada por la tecnocracia, es una apuesta razonable. Pero Dukakis, un hijo de inmigrantes griegos que habla bien español, tiene que ganarse aún la designación (sólo tiene 539 delegados y necesita 2.082) y superar su problema de "excesivo liberalismo" y la etiqueta de "blando" en política exterior y en defensa.

El gran damnificado de la superprimaria es el senador por Kansas Robert Dole, triturado por el vicepresidente en todos los Estados de la competición. Bush cuenta ya con el 60% de los compromisarios necesarios (1.139) para conseguir.la designación de su partido en la convención de agosto en Nueva Orleans.

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Hispanos, católicos, judíos

Dole está en las cuerdas, sólo logró 112 delegados el martes y ni siquiera triunfó en Missouri (Medio Oeste vecino de su natal Kansas) ni en Carolina del Norte, la patria de su mujer.Bush arrolló en el Sur gracias a su identificación plena con el presidente. El 83% de los votantes de la superprimaria están satisfechos con Reagan, su mayor índice de popularidad en cualquier región del país. El vicepresidente, cubierto por una organización casi perfecta, logra votos en todos los sectores de la población, con la excepción de los negros. Consigue los sufragios de los hispanos en Tejas, el 857. del voto cubano en Miami, el voto católico, el judío, el de las mujeres y el de los obreros industriales y campesinos blancos, además del voto de los cristianos fundamentalistas.

El supermartes borra de la carrera presidencial al congresista demócrata Richard Gephardt que, arruinado por las deudas, no ha logrado vender en el Sur su mensaje de proteccionismo económico. Sólo consiguió ganar en su Estado, Missouri, y es la víctima principal de la aparición de Gore. Pat Robertson, el telepredicador se ha estrellado en el Sur, donde ha sido abandonado por su "ejército invisible" de cristianos conversos, que han preferido a Bush. Y Jack Kenip, el ideólogo de las reaganomics, anunciará hoy probablemente su retirada y se espera que trasvase su apoyo a Bush. Y una nota para la historia: el antaño famoso Gary Hart desaparece del mapa donde ya no era más que una mota minúscula, hundido en el olvido con 0 delegados y agotado el límite de su American Express.

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