_
_
_
_
_

Barak deja a los laboristas para seguir en el Gobierno

Cuatro diputados siguen al ministro de Defensa israelí

Enric González

Ehud Barak, ministro de Defensa de Israel, hizo ayer algo que solo en su país resulta relativamente usual: anunció que abandonaba el Partido Laborista, del que era presidente y líder, para crear un nuevo partido llamado Atzmaut (Independencia). Barak se llevó consigo a cuatro de los 13 diputados laboristas y aseguró que Atzmaut sería un partido "sionista y de centro". La maniobra reforzó al primer ministro, Benjamín Netanyahu, y eliminó del Gobierno las voces más favorables a la paz con los palestinos.

No es la primera vez que el jefe de un partido israelí da un portazo y funda otro. El precedente más próximo es el de Ariel Sharon, que en 2005, poco antes de entrar en coma por una hemorragia cerebral, abandonó el Likud y formó Kadima. Sharon era primer ministro y líder del Likud, pero quería tener las manos libres para desarrollar su personal visión del proceso de paz: dejar Gaza para abrazar con más fuerza Cisjordania. Los objetivos de Barak parecen puramente personales: quiere seguir siendo ministro de Defensa, a cualquier precio.

La posición de Ehud Barak como presidente del Partido Laborista fue siempre precaria. En 2001 dejó el cargo tras perder las elecciones frente a Sharon y lo recuperó en 2007 por una estrecha mayoría. En 2001, los laboristas tenían 21 diputados. En 2006 bajaron a 19. En 2009 se quedaron con solo 13. La labor de Barak no es ajena a ese desplome. Ahora mismo, el prestigio del que fue partido hegemónico en Israel desde la fundación, en 1948, hasta 1977, está por los suelos.

Pocos entendieron que Barak afirmara tras el desastre electoral de 2009 que no iba a entrar de ningún modo en la coalición conservadora y religiosa de Benjamín Netanyahu, y que poco después se echara en sus brazos para seguir siendo ministro de Defensa, el cargo que ya ocupaba en el Gobierno de Ehud Olmert durante la Operación Plomo Fundido contra Gaza. Barak proclamó que se aliaba con Netanyahu para forzarle a negociar la paz con los palestinos. En ese sentido, los resultados han sido nulos.

Las críticas en el seno del partido arreciaron a principios de diciembre, cuando fuentes de la Casa Blanca informaron a la prensa israelí de que Barack Obama estaba muy irritado con Barak. Según esas fuentes, Barak había garantizado personalmente el éxito de una nueva ronda de negociaciones directas con la Autoridad Palestina y, llegado el momento de la verdad, se había escondido tras Netanyahu.

La única bandera electoral del Partido Laborista, abandonada cualquier aspiración remotamente emparentada con el progresismo, era el proceso de paz. En el último año y con el completo fracaso de las conversaciones auspiciadas por Obama, Barak dilapidó ese último patrimonio ideológico. Sus críticos habían conseguido forzar una votación por el liderazgo que Barak, presumiblemente, iba a perder. ¿Solución? Crear un nuevo partido para seguir en el Gobierno.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

La maniobra no solo satisface la necesidad de poder de Ehud Barak. También facilita la vida de Netanyahu. Ayer mismo, en cuanto se supo que Barak abandonaba el laborismo, tres ministros del partido, críticos los tres con Netanyahu y Barak, presentaron la dimisión. Serán sustituidos, probablemente, por fieles de Barak que no pondrán objeciones a la deriva derechista de un Gobierno en el que mandan los racistas de Israel Beitenu y los religiosos ultraortodoxos del Shas. Si Barak consiguiera reemplazar a los tres dimisionarios por miembros de su nuevo partido, se alcanzaría una nueva paradoja: Independencia podría tener casi tantos ministros (cuatro) como diputados (cinco).

Netanyahu declaró que la ruptura del laborismo iba a facilitar la reanudación de las negociaciones con los palestinos. Según su razonamiento, bastante discutible, la Autoridad Palestina había adoptado una actitud de cerrazón a la espera de que la crisis laborista provocara la caída del Gobierno de Netanyahu y unas elecciones anticipadas que ganaría Kadima, un partido un poco mejor predispuesto a la paz. "Ahora queda claro que mi Gobierno va a seguir aquí los próximos años, y los palestinos no tienen alternativa a entenderse con nosotros", dijo Netanyahu.

El ministro de Defensa, Ehud Barak, durante una conferencia de prensa en Jerusalén.
El ministro de Defensa, Ehud Barak, durante una conferencia de prensa en Jerusalén.EFE

El Parlamento

- La coalición de Gobierno está formada por el Likud, con 27 escaños; los nacionalistas Israel Nuestra Casa (15); el Partido Laborista (13, ahora salen cinco para integrarse en Independencia) y los ultraortodoxos sefardíes del Shas (11).

- La oposición: 54 escaños. La lidera Kadima, con 28.

- Las divisiones internas laboristas y la caída de popularidad aquejan a este partido, que perdió el poder en 2001 para convertirse en socio minoritario en varios Gobiernos de coalición.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_