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El futuro de Europa

Bélgica teme otra erupción nacionalista

Bélgica se despertó ayer encantada con la idea de tener un compatriota como primer presidente permanente de la UE y temerosa de que la desaparición de la escena política de Herman Van Rompuy abra la vía al retorno del temido Yves Leterme, cuya proverbial falta de tacto y agresividad con los francófonos desencadenó una fiebre nacionalista que tuvo durante año y medio al país jugando con el caos. El rey Alberto II recibió a lo largo de la jornada a diversos líderes políticos para tantear el relevo de Van Rompuy.

En un año escaso, Van Rompuy ha convertido la siempre compleja trama política belga en una balsa de aceite, hecho más que notable tras el paroxismo al que Leterme arrojó al país, anunciado por el discurso de su gran victoria de las elecciones de 2007 cuando prometió que buscaría un nuevo reordenamiento de poderes entre Flandes, Valonia y la región de Bruselas.

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Leterme cayó en la vorágine que siguió a la crisis bancaria de 2008, tras una carta hecha pública por el entonces presidente de la Asamblea Nacional, Herman Van Rompuy, en la que se insinuaban presiones del primer ministro sobre los jueces que intervinieron en las vicisitudes de banco Fortis. Expulsado del primer plano político en las pasadas navidades, un tribunal le exoneró luego de todo delito y Leterme volvió en junio al Gobierno, como ministro de Exteriores.

A la hora del relevo en el timón del Ejecutivo que impone la promoción de Van Rompuy, Leterme es el favorito para volver a dirigir el Gabinete como consecuencia de la enrevesada relación de fuerzas en el Parlamento, donde los cinco partidos que comparten Gobierno se zancadillean en cuanto tienen ocasión. Una destacada figura socialista adelantaba en televisión que Leterme "podrá serlo

si se compromete a buscar la estabilidad, a arreglar los problemas económicos y el problema de BHV".

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BHV (Bruselas-Hal-Vilvoorde) es una circunscripción electoral donde se riza el rizo de la complicada arquitectura institucional belga y donde chocan de forma hasta ahora irresoluble las placas tectónicas de flamencos y francófonos.

El sereno Van Rompuy, que contaba con la confianza de los francófonos, tenía en cartera abordar el asunto de BHV en las semanas venideras. Pensar que el incendiario Leterme va a intervenir en el caso les produce temblores. El primer ministro saliente, que asumirá sus funciones en la Unión a partir del 1 de enero, ha dicho que su sucesor siempre podrá contar con su consejo.

La incertidumbre política se ve acentuada por la poca claridad sobre la vía a seguir en la composición del propio Gobierno: si tratar la salida de Van Rompuy como la de un ministro y realizar sólo ajustes de detalle o abordarla como una operación significativa que suponga cambios sustanciales en el futuro Gabinete de Leterme. Con el riesgo de que ya antes de empezar se enconen los ánimos.

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