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Un Berlusconi acosado espera a los líderes del G-8

La Iglesia condena el "libertinaje" sobre todo cuando hay "menores implicados"

"El libertinaje alegre e irresponsable que invoca la palabra lujuria y que a la primera ocasión hace apelaciones a la moralidad no es un hecho privado". Al revés, supone "un comportamiento grave, sobre todo cuando hay menores implicados". La condena explícita de los obispos italianos ha tardado en llegar, pero ha resultado demoledora y asaz inoportuna. El estrépito sobre la vida privada de Silvio Berlusconi está en su punto culminante, su imagen internacional cada vez más depauperada, y llegan a Roma los líderes del mundo para el G-8 de L'Aquila.

El primer ministro vivió una jornada aciaga. La Iglesia rompió su silencio a 48 horas del G-8 y lanzó esta vez críticas durísimas por boca del secretario general de la Conferencia Episcopal (CEI), Mariano Crociata. "Asistimos", clamó éste, "a un desprecio absoluto del pudor, la sobriedad y el autocontrol". A eso se sumaron nuevos temblores de tierra en los Abruzzos -de hasta tres grados en la escala Richter-, que hacen temer por un posible traslado de la cumbre a última hora. Si se produjera un seísmo de magnitud superior a cuatro, entraría en vigor el plan B, y el G-8 -alargado a 27 países- sería transferido a Roma.

Con el mundo bien informado de los escándalos, y el presidente ruso Dmitri Medvédev como único aliado próximo, la cumbre se presenta muy delicada para un Berlusconi que debe liderar las discusiones sobre la crisis financiera y los temas sociales: las nuevas reglas para la economía global, cambio climático y energías alternativas, y el hambre en el mundo, son los grandes temas de la cita.

Italia ha suspendido temporalmente el Tratado de Schengen para evitar la llegada de manifestantes antiglobalización, pero ayer estallaron las primeras protestas. La policía arrestó de forma preventiva a 21 personas por disturbios ocurridos en mayo pasado, y en respuesta, cientos de estudiantes universitarios ocuparon el rectorado de La Sapienza de Roma y seis ateneos más.

El nerviosismo es palpable en las filas de la mayoría y del Gobierno, y Berlusconi emite señales de sentirse cada vez más acosado. El domingo, una nota de la presidencia del Gobierno acusó a la prensa extranjera de haber orquestado una campaña contra él, y atacó especialmente a The Sunday Times, propiedad de Rupert Murdoch, por anunciar que algunos diarios europeos publicarán nuevas fotos de Villa Certosa en las vísperas del G-8. La nota trata de desacreditar el trabajo de la prensa extranjera señalando que recurre a "mentiras, fotomontajes digitales y manipulaciones".

Massimo D'Alema, presidente del Partido Democrático y ex primer ministro, señaló en cambio que "fuera de Italia, donde hay una prensa libre, es del todo evidente que el poder de Berlusconi ha empezado a mostrar las primeras grietas". D'Alema pronosticó que habrá "nuevos seísmos" que pondrán al país ante "escenarios imprevisibles", y que "la salida de Berlusconi será compleja y fragmentaria. No quiere dimitir, pero es cada vez más débil".

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Silvio Berlusconi, con el presidente chino, Hu Jintao, ayer en Roma.
Silvio Berlusconi, con el presidente chino, Hu Jintao, ayer en Roma.AP

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