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Berlusconi ignora el ultimátum de Fini en un clima de crisis

La Liga Norte mantiene su apoyo a un Gobierno en la cuerda floja

El derrumbe hace tres días de la famosa Casa de los Gladiadores en Pompeya "se ha convertido en la metáfora que define a Italia tras 17 años de berlusconismo", según el gobernador de Apulia, Nichi Vendola. El propio presidente de la República, Giorgio Napolitano, definió el derrumbe de este edificio milenario donde se entrenaban los atletas como "una vergüenza para el país".

Los datos y el clima general parecen certificar esa sensación de deterioro. Acosado por los escándalos sexuales y por la creciente división interna, el Gobierno dirigido por Silvio Berlusconi parece a punto de deshacerse. Incluso los obispos, férreos aliados de Berlusconi, lo ven así. El presidente de la Conferencia Episcopal, Angelo Bagnasco, afirmó ayer: "Estamos angustiados por esta Italia bloqueada mientras el país parece atónito y mira desorientado".

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En palabras del aliado parlamentario de Berlusconi y presidente de la Cámara baja, Gianfranco Fini, el Ejecutivo "no debe durar un minuto más". En referencia a la expresión de Berlusconi, quien suele decir que el suyo no es un Gobierno de hablar, sino de hacer, Fini, dijo: "Ahora es el Gobierno del hacer ver que todo va bien". Su ultimátum del domingo, cuando exigió al primer ministro que dimita en 48 horas, ha colocado la legislatura en un punto de no retorno.

Berlusconi respondió al todavía aliado que presente una moción de censura en el Parlamento si se atreve. Ayer, el primer ministro se reunió con la cúpula de la Liga Norte para intentar buscar una salida a la crisis. Umberto Bossi, líder de la Liga Norte, llevó consigo la indignación de las bases del movimiento, que han visto clausurado su foro de Internet ante el tono agrio de las críticas vertidas a la vida privada del jefe del Gobierno. A la salida, la consigna fue la de siempre: "El Gobierno sigue adelante".

La Liga Norte decidió ayer continuar su alianza con el Gobierno hasta que se ultimen las medidas sobre fiscalidad federal para intentar después anticipar las elecciones. Pero esta decisión depende de Napolitano, quien ayer advirtió de que el Gobierno debe durar como mínimo hasta que se aprueben los presupuestos.

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Mientras el paro sigue aumentando, en el sur el derrumbe de Pompeya puede costarle el puesto al ministro de Cultura, Sandro Bondi. Ha sido un golpe de imagen similar al de la crisis de la basura en Nápoles y el Vesubio. En el norte, seis inmigrantes africanos llevan una semana subidos en una grúa a 36 metros de altura en Brescia para reclamar su derecho a ser regularizados, y ayer la policía desalojó el campamento base. En respuesta, en Milán otro grupo de africanos se encaramó a una chimenea.

No es fácil vaticinar qué pasará, ni cuándo. Según Massimo Giannini, de La Repubblica, "Fini ha colocado a Berlusconi ante su 25 de abril", el día de 1945 en que los italianos se rebelaron contra Benito Mussolini y la ocupación nazi. Para el analista Giancarlo Santalmassi, "la situación es desesperada, pero en casos así la creatividad italiana no tiene rival. Berlusconi intentará de todo para no irse a casa. Incluso podría intentar un golpe moderno, forzando una crisis de Gobierno para sustituir a los finianos con gente de su partido, lo cual sería contrario a la Constitución".

Miembros del Pueblo Violeta, un movimiento contra Berlusconi, se manifiestan ayer en Roma.
Miembros del Pueblo Violeta, un movimiento contra Berlusconi, se manifiestan ayer en Roma.AFP

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