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Brown choca con los sindicatos al reactivar su liderazgo

El Gobierno británico se reúne fuera de Londres tras 87 años

Gordon Brown tropezó ayer frontalmente con los sindicatos en plena campaña para reactivar su liderazgo al frente del Gobierno y del laborismo británicos. Mientras el primer ministro se llevó su Gabinete a Birmingham, la segunda ciudad del país y capital manufacturera, para lanzar el mensaje de que la economía británica tiene un futuro brillante a pesar de los nubarrones del presente, el congreso del TUC, la coordinadora de los sindicatos gremiales, lanzó en Brighton un desafío al Gobierno anunciando una campaña masiva de protestas salariales en el sector público.

Los laboristas parecen convencidos de la derrota en los comicios de 2010

Mientras Brown advertía que la solución a la crisis económica está en medidas de futuro y "no en repetir las soluciones del pasado", los sindicatos exigían "impuestos justos" y "un sistema fiscal más progresivo, con menos impuestos a los pobres y más a los ricos". Y exigían una tasa para gravar los grandes beneficios de las empresas energéticas con la subida del crudo, que se destinaría a ayudar a quienes no pueden asumir la brutal subida del precio de los carburantes y, sobre todo, del gasóleo y el gas de las calefacciones.

Los sindicatos ya no tienen el peso que tenían en el pasado, pero su cotización crece por sus aportaciones, que pesan cada vez más en las magras finanzas del Partido Laborista. Y el otoño político se aventura tan gris y desapacible como el meteorológico para los laboristas, incapaces de recortar los 20 puntos que les separan de los conservadores en los sondeos.

Tras el desastre de los comicios locales y parciales de primavera, el verano político ha servido para poner al descubierto la desazón de los laboristas, que parecen convencidos de que la derrota en las próximas elecciones generales, previstas para 2010, es inevitable, pero no se atreven a derrocar a Gordon Brown por si el remedio fuera peor que la enfermedad. Confían en que la crisis económica se supere el año que viene y los laboristas recuperen el impulso político con vistas a los comicios.

La solidez de Brown al frente del partido y del Gobierno se verá en el tradicional congreso de otoño, que se celebrará en Manchester del 20 al 25 de este mes. El primer ministro dio ayer algunas pistas sobre sus intenciones: por primera vez desde 1921, el Gabinete se reunió fuera de Londres o Chequers -residencia campestre del primer ministro-, una forma de decir que gobierna para todos.

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Brown presentó al Gabinete la sustancia de un mensaje que piensa lanzar en el congreso de Manchester. Un mensaje dominado por la retórica nacionalista, con frases como "el futuro de Gran Bretaña es brillante", o "no hay nada que Gran Bretaña no pueda hacer". Y con melodramáticas autorreferencias a las dificultades que ha tenido que superar en su vida personal, una forma de reivindicarse que ya ha utilizado en el pasado y que parece dispuesto a explotar en el inmediato futuro para asegurar su supervivencia política. Al menos, hasta las elecciones.

Gordon Brown, en primer plano, en la reunión de su Gabinete en Birmingham.
Gordon Brown, en primer plano, en la reunión de su Gabinete en Birmingham.EFE

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