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Brown reabre el debate sobre la reforma electoral británica

El primer ministro intenta recuperar su liderazgo tras la derrota en las urnas

Gordon Brown intentó ayer recuperar su maltrecho liderazgo con un paquete de propuestas para reformar la política británica, desde el sistema electoral a la necesidad de una constitución escrita, la recusación de los diputados culpables de desórdenes financieros, la externalización de los sistemas que regulan el funcionamiento del Parlamento o la introducción de la elección popular de los lores. Pero en el crucial asunto de la reforma electoral renunció a legislar antes de las próximas elecciones y se limitó a abogar por el debate.

Las propuestas del primer ministro sobre el sistema electoral causaron consternación entre los partidarios de introducir un modelo proporcional y provocaron comprensible recelo entre los conservadores. Pese al compromiso de Brown de no convocar antes de las próximas elecciones generales un referéndum para sancionar la reforma, el líder tory, David Cameron, le acusó de oportunismo por "querer reformar el sistema electoral sólo porque cree que va a perder las próximas elecciones".

La propuesta aboga por un sistema más proporcional y una Constitución escrita

El oportunismo de Brown es innegable si se tiene en cuenta que los laboristas vienen prometiendo ese debate desde 1997. Pero su victoria entonces fue tan arrolladora que desapareció la necesidad de tener que pactar con el Partido de los Liberales Demócratas, el gran perjudicado por un sistema que favorece las mayorías absolutas. Y así se evaporaron las urgencias reformistas.

Doce años después, con un primer ministro moribundo y el peor resultado electoral desde la I Guerra Mundial, renace milagrosamente el debate. Pero el fervor de Brown fue mínimo y provocó el enfado del líder liberal, Nick Clegg , porque no sólo renunció a legislar ahora, sino que dejó claro que no desea romper el actual sistema de un solo diputado por circunscripción electoral, lo que es incompatible con el principio de la proporcionalidad.

Ése es el meollo del debate. El actual sistema se basa en tantas circunscripciones como diputados y gana el escaño el candidato con más votos, aunque no obtenga la mayoría. Es simple, refuerza el vínculo entre diputado y votantes y genera estabilidad porque facilita las mayorías absolutas. Pero permite que un partido con más del 20% de votos tenga menos del 10% de escaños.

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La alternativa que parece manejar Brown es el llamado "voto alternativo", que permite a los electores establecer sus preferencias de voto sobre todos los candidatos de la circunscripción, y esas segundas y sucesivas preferencias se van aplicando hasta que un candidato obtiene la mayoría absoluta. Eso resuelve el problema de que un candidato sea elegido con un apoyo minoritario, pero no resuelve la cuestión de la proporcionalidad.

Una alternativa es la que se utiliza ya en el Parlamento de Escocia y las Asambleas de Londres y Gales, en las que la gran mayoría de los diputados son elegidos en la circunscripción, como en Westminster, pero hay otro paquete adicional de diputados elegidos a través de listas abiertas de manera proporcional, con lo que se corrige en parte el problema.

La Sociedad para la Reforma Electoral defiende el sistema llamado de "transferencia de voto", similar al del voto alternativo pero en circunscripciones de varios diputados. Eso introduce mucha más proporcionalidad sin utilizar el sistema de listas que tanto distancia a los políticos de la ciudadanía porque su futuro depende más de los designios del partido que de los votantes.

Brown defendió también la conveniencia de que Reino Unido tenga una Constitución escrita. Pero admitió que ése es un tema muy polémico y que tiene que haber un debate ciudadano antes de presentar propuestas legislativas. Sí impulsará la reforma de la Cámara de los Lores para que entre el 80% y el 100% de sus miembros sean elegidos, no designados. Pero también reconoció que es difícil que los propios lores la aprueben.

Sobre la reforma del sistema de gastos de los diputados confirmó las ya conocidas propuestas de que sea un regulador externo el que establezca las reglas y controle su aplicación. Y la publicación "en los próximos días" de los gastos de los diputados en los últimos cuatro años. Anunció también un proyecto de ley para crear un código de conducta de los parlamentarios, que podrán ser expulsados en casos graves de desórdenes financieros.

El primer ministro británico, Gordon Brown, a la salida de su residencia oficial en el número 10 de Downing Street.
El primer ministro británico, Gordon Brown, a la salida de su residencia oficial en el número 10 de Downing Street.AFP

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