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Brown sortea la conspiración gestada dentro de su partido

Gordon Brown dio ayer por enterrado el complot lanzado la víspera contra él por dos ex ministros al calificarlo de "una tormenta en una taza de té". Los propios inspiradores del golpe, que propusieron que el grupo parlamentario laborista votara en secreto la continuidad o no del primer ministro británico, dieron la iniciativa por perdida en declaraciones a última hora de la noche del miércoles a la cadena de televisión BBC.

Según la interpretación generalizada, el golpe falló porque los conspiradores esperaban que al menos seis ministros del Gabinete apoyaran la propuesta, incluidos tres pesos pesados: el responsable del Ministerio de Relaciones Exteriores, David Miliband; la presidenta del Partido Laborista, Harriet Harman, y el veterano ministro de casi todo, Jack Straw, el político británico con más habilidad para cambiar de chaqueta sin inmutarse.

El golpe ha fracasado, pero sus efectos pueden ser muy negativos para Brown y para las perspectivas electorales del laborismo porque ha dejado un poso de divisiones internas, algo que nunca favorece las expectativas electorales de los partidos políticos. Especialmente negativa de puertas afuera ha sido la parsimonia y cautela con que reaccionaron muchos ministros. Sobre todo los tres señalados, que tardaron hasta seis horas en salir en defensa de Brown y el tono de cuyas palabras de apoyo ha sido unánimemente calificado de "tibio". Sobre todo el escueto comunicado de Miliband.

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