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Crisis energética en Europa

Bruselas impulsa el uso de las energías renovables

La Comisión presenta una plan para que el 20% del consumo proceda de fuentes alternativas en 2020

Andreu Missé

"Los días de una energía barata se han acabado para Europa". Con esta sentencia encabeza la Comisión su documento estratégico Una política energética para Europa, presentado ayer, en el que plantea un denso paquete de medidas para hacer frente a un doble reto: detener el calentamiento del planeta por las emisiones de CO2 y reducir la dependencia exterior. Entre las palancas previstas, están la promoción de energías renovables, la reducción del consumo, la creación de un verdadero mercado competitivo de la energía, sin monopolios, y un apoyo a las nuevas tecnologías que permiten un bajo nivel de emisiones de carbono. La energía nuclear se elogia como una de las más eficientes para estos objetivos, pero se evita un pronunciamiento expreso.

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Se trata, según el propio presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, de desarrollar "una nueva revolución industrial", que implicará la puesta en marcha de nuevas políticas para la UE.

La energía marcará los primeros meses de la presidencia alemana de la Unión y será el gran tema de discusión de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del próximo marzo, según la canciller, Angela Merkel. La abierta división entre países sobre algunos puntos sensibles, como la energía nuclear o la división de los grandes monopolios para aumentar la eficiencia y la competencia, obligará a un serio debate en el seno de la UE, para consensuar las bases mínimas. El futuro político de Europa está cada vez más ligado a su capacidad para afrontar los múltiples desafíos energéticos.

El aumento de las energías renovables es uno de los aspectos en los que hay mayor consenso. El objetivo de Bruselas es que el conjunto de estas energías (hidráulica, solar, eólica, biofuel y biomasa, principalmente), representen un 20% del consumo total en 2020, frente al 7% actual. La UE empezó a promover el uso de estas energías en 1997. Desde entonces, su uso ha crecido un 55%, pero no se logrará que su peso llegue al 12% que se había previsto para 2010.

Según la Comisión, las energías renovales tienen un fuerte potencial, especialmente en la producción de electricidad, hasta el punto de que podrían representar un tercio de la misma en 2020. La energía eólica proporciona actualmente el 20% de la electricidad que necesita Dinamarca, el 8% en España y el 6% en Alemania.

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Otro sector con un gran potencial es el del biofuel (combustible derivado de desechos de materia orgánica). Suecia, mediante el bioetanol, ha logrado ya una producción equivalente al 4% de sus necesidades de petróleo. La Comisión estima que el biofuel podría aportar el 14% de las necesidades de carburantes en el transporte en 2020.

A estas medidas hay que sumar el objetivo de reducir el actual consumo de energía primaria (la utilizada para producir otras energías) en un 20% para 2020, aprobado el pasado octubre. Si se lograra, significaría que la UE precisaría un 13% menos de la energía que utiliza hoy, lo que supondría un ahorro de 100.000 millones de euros y 780 millones de toneladas de CO2.

La reducción de las emisiones de CO2 es la otra gran palanca de la política energética europea. En este campo se plantea un doble objetivo. En el plano internacional, la UE propugna reducir en un 30% las emisiones de gases de efecto invernadero de los países desarrollados para 2020. Se trata de una iniciativa en la que se busca arrastrar y comprometer a los demás países desarrollados, pero que cuenta con el rechazo de China e India. Para la Europa de los Veintisiete, la propuesta de la UE es reducir las emisiones de CO2 en un 20%, "como mínimo", para 2020.

La ruptura de los actuales monopolios de los productores de gas y electricidad, para dejar libres las redes de transporte, ha provocado un serio enfrentamiento entre la Comisión y algunos Estados como Alemania y Francia, que se oponen a la división de sus grandes compañías. La Comisión ha encontrado una vía para satisfacer los intereses de estos dos países ofreciendo una doble posibilidad: dividir la propiedad de las actividades de generación, transporte y distribución, o crear un gestor independiente que administre las redes de distribución de forma que no perjudique a los nuevos entrantes.

Dependencia exterior

Tanto el documento de la Comisión, como el propio Barroso y la comisaria de Competencia, Neellie Kroes, subrayaron sin embargo que "la separación de propiedades era de lejos la forma más eficiente", mientras que el gestor independiente tendría "una regulación más costosa y sería menos efectiva".

Otras medidas propugnan la multiplicación de los suministradores. Las previsiones de dependencia exterior son más que inquietantes. El peso de las importaciones de gas aumentará desde el 57% actual al 84% en 2030, mientras que las de petróleo pasarán del 82% actual al 93%.

Durão Barroso (centro) y los comisarios de Energía, Andris Piebalgs (izquierda), y de Medio Ambiente, Stavros Dimas.
Durão Barroso (centro) y los comisarios de Energía, Andris Piebalgs (izquierda), y de Medio Ambiente, Stavros Dimas.REUTERS

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