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La presidencia francesa de la UE

Bruselas rechaza el afán proteccionista de Sarkozy

La Comisión Europea respalda a Mandelson frente al presidente francés

Nicolas Sarkozy está decidido a imponer sus criterios a la Unión Europea, aunque ello suponga protagonizar choques frontales con Bruselas. Cuando sólo han transcurrido dos días de la presidencia francesa de la UE, el jefe de Estado ya ha descalificado a uno de los comisarios más emblemáticos, el británico Peter Mandelson -que se negó a asistir a la cena de gala que Sarkozy ofreció a los miembros de la Comisión Europea la noche del martes-. Y ha obtenido la inmediata respuesta de las autoridades comunitarias, apoyando al titular de Comercio y desmintiendo las cifras y argumentos que le sirvieron al inquilino del Elíseo en su intento de desbaratar el principio de acuerdo sobre la Ronda de Doha que se cocina en la Organización Mundial de Comercio (OMC).

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Sarkozy, que pretende aprovechar el semestre francés para dar un giro proteccionista a la política europea, no hace más que repetir el forcejeo que se produjo hace dos años entre el entonces presidente, Jacques Chirac, y el primer ministro británico, Tony Blair, para cerrar el presupuesto de la UE. París pretendía financiar el déficit provocado por la ampliación, unido al no francés al Tratado Constitucional, reduciendo el llamado cheque británico. Londres insistía en una revisión de la Política Agraria Común (PAC), que absorbe más del 40% del presupuesto comunitario, pero afecta a menos de un 10% de la población, en detrimento de las políticas de educación, investigación e innovación.

En esta ocasión, el enemigo es la OMC, dirigida por el socialista francés Pascal Lamy. Francia no está interesada en llegar a un acuerdo sobre liberalización del comercio, como tampoco lo está en que se revise la PAC. La crisis energética y el desabastecimiento alimentario le sirven a París como argumento para seguir subvencionando la agricultura. Según Sarkozy, el acuerdo que pretenden cerrar Mandelson y Lamy supondría "el sacrificio de la producción agrícola europea en el altar del liberalismo mundial".

Hay que tomar a Sarkozy por su palabra. El pasado lunes, en su intervención en televisión, dijo que el acuerdo hilvanado por Mandelson y Lamy -a quienes citó por su nombre- "supondría perder 100.000 puestos de trabajo y el 20% de nuestra producción agrícola". "Los países emergentes también deben asumir sus responsabilidades; ellos no bajan sus barreras", añadió. Y banalizó la necesidad de un acuerdo. "Que no me digan que es imprescindible para el crecimiento de los países emergentes: llevan siete años creciendo a tasas extraordinarias sin necesidad de este acuerdo".

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Mandelson, además de ausentarse de la cena de gala, ha lamentado que la "intervención" del presidente francés "complique las cosas" y se ha mostrado "estupefacto" ante la acusación de que su actuación ha sido uno de los factores que propiciaron el no de los irlandeses al Tratado de Lisboa. Pero no quiso echar más leña al fuego. "El liderazgo francés es muy importante", dijo. "Confío en que pueda restablecerse la unidad de la UE en esas negociaciones, y la persona que más puede contribuir a ello es el presidente Sarkozy". Desde Bruselas, sin embargo, el portavoz de Mandelson, Peter Power, advirtió que Sarkozy "basa en un supuesto falso las cifras que ha lanzado al público". Sería el caso, explicó, si la UE hubiera aceptado las demandas del llamado G-20, formado por los países en vías de desarrollo, pero no es así. "Las cifras que utiliza el señor Sarkozy no son válidas teniendo en cuenta los debates que se están produciendo en estos momentos en Ginebra", señaló.

El portavoz de Agricultura, Michael Mann, explicó que las últimas reformas, así como las propuestas para la futura revisión de la PAC, van en el sentido de "dar libertad a los agricultores para que aumenten la producción, no para que la reduzcan", y puedan responder "a la creciente demanda de alimentos". Este año, concretamente, habrá un aumento del 10% en la producción de cereales, y el cálculo sobre los efectos de la aplicación del acuerdo de Doha no supondría más que una reducción del 1,1% al final del proceso.

Finalmente, una portavoz de la Comisión recordó que el presidente de la institución, José Manuel Durão Barroso, tiene "plena confianza" en Mandelson, que realiza "un trabajo muy necesario y muy difícil".

Peter Mandelson, comisario de la UE de Comercio, en una comparecencia en Bruselas.
Peter Mandelson, comisario de la UE de Comercio, en una comparecencia en Bruselas.REUTERS

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