Bush, Camp David y la cocaína
'La Familia: la verdadera historia de la dinastía Bush', un libro que verá la luz el próximo lunes, asegura que el presidente consumió cocaína
George W. Bush consumió cocaína en Camp David, la residencia de descanso de los mandatarios estadounidenses. A menos de dos meses para las elecciones en EE UU, Kitty Kelley, conocida por sus demoledoras biografías de Nancy Reegan, los Windsor y Frank Sinatra, se descuelga con La Familia: la verdadera historia de la dinastía Bush, un libro que verá la luz en Estados Unidos el próximo lunes y que ya ha levantado las iras republicanas.
Según fragmentos del libro filtrados por la prensa, el presidente inició sus devaneos con la cocaína en la universidad, a mediados de la década de 1960. Kelley recoge unas declaraciones de la ex cuñada del presidente, Sharon Bush - ex mujer de Neil Bush y ahora enfrentada con la familia-, en las que afirma que el ahora responsable de la Casa Blanca tomó coca en Camp David cuando su padre, George Bush, era presidente (1989-1993) y no sólo lo hizo una vez.
Otros conocidos del ahora presidente, citados en el libro, añaden que cuando tenía 26 años y estaba en la Guardia Nacional, le gustaba esconderse para fumar droga o inhalar cocaína en el baño. El presidente admitió su pasada adicción al alcohol, pero nunca mencionó otro tipo de drogas. En 1999, cuando le preguntaron si había consumido estupefacientes, el presidente se limitó a afirmar que "ya he dicho a los ciudadanos estadounidenses que hace años cometí algunos errores".
Uno de sus asesores aclaró esas declaraciones, precisando que Bush no había consumido ninguna droga ilegal en los últimos 25 años. Kitty Kelly asegura en su libro que la familia Bush, con su dinero e influencia, se ha encargado de tapar los escándalos del presidente quien, según ella, comenzó a beber en el colegio y siguió en la universidad para superar su timidez. Uno de sus antiguos compañeros de estudio, Torbery George, asegura en el libro que el "pobre George" no podía relacionarse con mujeres, salvo que estuviera "cargado".
Sharon Bush niega ser la fuente
"Niego categóricamente haber dicho tal cosa. Cuando Kelley me preguntó por el uso de drogas en Camp David. respondí: ¿Quien diría una algo así". Sharon Bush desmiente ahora lo escrito por Kelley, aunque reconoce haber hablado con la periodista. No obstante, Doubleday, la editorial que publica el libro, defiende la veracidad de lo que relata Kelley. La autora posee "notas que corroboran" que Sharon Bush hizo estas declaraciones y de forma consciente, al tanto de que "todo lo que dijera podría ser publicado", asegura la editora Suzanne Hertz en unas declaraciones que recoge el diario The Washington Post.
"Es cierto que habló con Kelley", reconoce David Berg, abogado de la ex cuñada de Bush, "pero acordaron que ella no sería citada como fuente". Berg admite que su cliente relató a Kelley la hipocresía de los Bush en torno a los "llamados valores de la familia", pero nada de cocaína.
Sea como fuere, lo cierto es que el reclamo de Kelley está funcionando. A la espera de las supuestas nuevas revelaciones, mientras se acelera la cuenta atrás para las elecciones presidenciales, ventas adelantas de esta biografía ya la han colocado en el número seis en amazon.com, según cuenta The Washington Post.

El azote Kelley
La carrera de Kitty Kelley está marcada por la polémica. Es responsable de libros dedicados a las vidas de Jacqueline Onassis Kennedy o Elizabeth Taylor, entre otros. En 1986, esta periodista de 60 años radiografió la vida sexual de Frank Sinatra en His way, una bomba en la que Kelley trabajó durante tres años y para la que entrevistó a 800 personas. Sinatra trató de impedir la aparición del volumen con una demanda de dos millones de dólares (más de 260 millones de pesetas).
A Sinatra le siguió Nancy Reagan. Nancy Reagan, the unauthorized biography se publicó en 1991 y fue objeto de las más feroces críticas. Kelley describe a la ahora viuda del ex presidente estadounidense como una mujer avara, dominadora y mentirosa. Como guinda a este retrato, la periodista asegura que la ex primera dama mantuvo una relación sentimental durante años con Frank Sinatra.
Finalmente, en 1997 Kelley publica The royals, donde pone en la picota a la familia real británica. Los Windsor, dijo entonces la biógrafa, son antisemitas y racistas. Además, "les encanta el sexo en todas partes: en los jardines, en las caballerizas, en el yate Britania. Quizá tienen poco trabajo y por eso están obsesionados con el sexo".
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