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Bush y McCain piden la explotación petrolera de las costas de EE UU

Barack Obama y los ecologistas advierten del grave peligro para el litoral

Antonio Caño

Un día después de que el candidato presidencial republicano, John McCain, lo pidiera, el presidente George W. Bush envió ayer al Congreso una propuesta para levantar el veto a las prospecciones de petróleo en las costas norteamericanas con el fin de aumentar la producción propia y hacer frente al incontenible aumento del precio de la gasolina. Esta medida, a la que se opone el candidato demócrata, Barack Obama, y las organizaciones ecologistas, traslada a la campaña electoral un debate de enorme sensibilidad nacional y fuertes repercusiones internacionales y económicas.

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Frente a las habituales polémicas generalistas y vagas sobre los asuntos ecológicos, lo que está en juego aquí es qué política energética va a tener la principal potencia mundial, con qué riesgos y con qué consecuencias. La apuesta por un aumento de las prospecciones de petróleo, como defienden Bush y McCain, puede tener efecto inmediato y rotundo en el mercado de petróleo, pero supone romper con una política de dos décadas que daba prioridad a la conservación de la vida natural del litoral. Mantener el veto actual, como quieren Obama y la mayoría de su partido, exige un rápido desarrollo de energías alternativas para evitar la dependencia que EE UU tiene ahora de los productores extranjeros de crudo.

EE UU produce hoy cinco millones de barriles diarios, pero consume 20. McCain dijo el martes, y Bush repitió ayer, que eso representa "una dependencia inaceptable de regímenes hostiles", como Irán o Venezuela, y que EE UU tiene que contener los precios del crudo ya, sin esperar a que surjan otras energías. "El desarrollo de la economía norteamericana va a seguir dependiendo del petróleo", advirtió Bush.

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Para ello, el único instrumento al alcance, desde la perspectiva republicana, es un aumento apreciable de la producción nacional mediante nuevas prospecciones o un incremento de las actuales en California, Florida, Nueva Inglaterra y Alaska. La explotación petrolera de la reserva natural de Alaska es una vieja reclamación de Bush. McCain no cree necesario extender esta política a ese territorio de alto valor ecológico. Pero los riesgos y las dudas no son menores en los demás escenarios.

En Florida, donde la conservación de su hermoso litoral ha sido siempre un orgullo local, las tentaciones de explotación petrolífera crecieron desde que se supo que, a pocas millas de distancia, su vecino, Cuba, se prometía tiempos de bonanza con el descubrimiento de nuevas bolsas de crudo. El gobernador de Florida, Charlie Christ, republicano, ha cambiado ahora su posición de muchos años para favorecer nuevas prospecciones.

En California, donde las perspectivas de riqueza petrolera son aún mayores pero donde la resistencia ecológica es también más fuerte, el gobernador, Arnold Schwarzenegger, otro republicano, ha prometido luchar con todas sus fuerzas para impedir el levantamiento del veto actual.

Éste es un asunto fundamental para los ecologistas, cuyo peso electoral aumenta cada día. De hecho, el propio McCain se ha alineado con los ecologistas y en contra de Bush en asuntos más generales del cambio climático buscando precisamente el voto verde. Pero ese esfuerzo puede ser inútil ante una iniciativa como la de las prospecciones petrolíferas, que, según Sierra Club, la principal organización ecologista, "desenmascara a McCain" y representa una amenaza palpable para la vida en las costas.

McCain aseguró el martes que esa amenaza se ha reducido considerablemente gracias al desarrollo tecnológico de los últimos años y que este país está hoy apremiado a acelerar su producción y modernizar la industria petrolera. "Hay tanta regulación en esta industria que la última refinería fue construida cuando Gerald Ford era presidente [hace más de 30 años]", dijo McCain.

Esta iniciativa va a satisfacer a las empresas de petróleo, que tienen bloqueado su negocio. Pero también es posible que despierte grandes simpatías entre los ciudadanos, cuya mayor angustia estos días es la de llenar el depósito de sus coches a cuatro dólares el galón (unos 75 céntimos de euro por litro), precio desorbitado para los criterios locales.

Al oponerse, Obama asume un considerable riesgo político. "Se trata de las mismas políticas que nos han impedido durante años conseguir nuestra independencia energética", dijo sobre la propuesta de su contrincante. La plataforma de Obama incluye una inversión de 150.000 millones de dólares en 10 años en el desarrollo de energías alternativas.

Los líderes demócratas en el Congreso, Nancy Pelosi y Harry Reid, han anunciado que utilizarán su mayoría en ambas Cámaras para rechazar la iniciativa de Bush. Pero eso no va a impedir que el veto a las prospecciones, impuesto en 1990, precisamente por George Bush padre, se convierta en un asunto permanente de esta campaña electoral. Los ciudadanos han establecido ya una línea de conexión terrorismo-regímenes hostiles-petróleo-economía que ocupa el centro de sus preocupaciones. Es difícil que, por muchos episodios que puedan presentarse en una campaña, algo llegue a distraer la atención de esa cuestión medular.

George W. Bush (izquierda), en la Casa Blanca antes de anunciar su propuesta sobre las prospecciones.
George W. Bush (izquierda), en la Casa Blanca antes de anunciar su propuesta sobre las prospecciones.REUTERS

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