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Aparente suicidio en Londres del conocido financiero italiano Roberto Calvi

Juan Arias

La trágica muerte de Roberto Calvi en Londres, sea suicidio o sea asesinato, refuerza, si cabe aún, la gravedad de la situación en la que se hallaba el banco privado más importante de Italia, el Ambrosiano, del que Calvi había sido presidente durante los últimos diez años.

El cuerpo de Roberto Calvi fue descubierto colgado en el puente londinense de Blackfriars, a las ocho de la mañana, por un viandante que se dirigía al vecino barrio financiero de la City. La Interpol manifestó poco después que no había duda que el cadáver correspondía al financiero italiano, a pesar de que en su pasaporte figurase el nombre de Gian Roberto Calvini.La policía buscaba a Calvi desde hacía una semana y hace sólo dos días que se le había seguido la pista en Venecia. Que el famoso banquero se haya podido suicidar no sorprende en Roma, ya que el año pasado, en la cárcel de Lodi, había realizado una tentativa en este sentido, tras haber sido condenado por fraudes bancarios a cuatro años de cárcel y a 1.500 millones de pesetas de multa. En aquel momento, Calvi dijo que había buscado la muerte con "lúcida desesperación".

Si se ha tratado de suicidio, tesis defendida inicialmente por la policía londinense, su muerte indicaría, en opinión de los observadores políticos y financieros de Roma, que de verdad el ex presidente del Banco Ambrosiano había sido abandonado por aquellos personajes poderosos que un día se sirvieron de él para toda una serie de enjuagues que hará falta esclarecer.

Si, por el contrario, se ha tratado de asesinato, la cosa es aún más grave. Querría decir que se había adoptado a un altísimo nivel la decisión de que Calvi "no debía hablar", es decir, que se trataría de eliminar toda posibilidad de confesión por parte de un personaje que ciertamente sabía demasiadas cosas.

Y en este caso se replantearía también la versión del suicidio de su secretaria personal durante los últimos diez años, Graziela Teresa Corrocher, mujer que también era un pozo de información y que supuestamente se arrojó desde una ventana del Banco Ambrosiano de Milán el pasado jueves.

Es curioso que ayer el diario de la nueva izquierda italiana Il Manifesto, el único que salió a la calle a pesar de una huelga general de todos los periódicos de 48 horas, publicara una editorial de su director, Valentino Parlato, en la cual se pedía, sin conocer aún la noticia de la muerte de Calvi, que a través del famoso banquero desaparecido se tirase del hilo "para descubrir muchos enigmas de muchos embrollos nacionales e internacionales".

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Según este diario, el hilo de Calvi pasaba a través de "muchos lugares del sistema de poder" y cita concretamente cinco de ellos: sistema bancario italiano, logia masónica Propaganda 2, diario Corriere della Sera y grupo editorial Rizzoli, el Vaticano y los partidos políticos. Por lo que se refiere al delicado problema de las posibles implicaciones del Vaticano en el asunto Calvi, como en el del también banquero Sindona, Il Manifesto afirma que llegados a este punto debería ser la Santa Sede quien explique todo el lío.

"Tanto el presidente del Banco Vaticano, el arzobispo Paul Marcinkus, como todos los otros dirigentes seglares de las finanzas de la Iglesia de Roma", afirma Il Manifesto, "deberían explicar por lo menos por qué católica ingenuidad han acabado siempre implicados con personajes como Mario Sindona y Roberto Calvi".

Por lo que se refiere al Corriere della Sera, periódico del que Calvi controlaba el 41% de acciones a través de la financiera La Centrale, del Banco Ambrosiano, se habla ya de un comisario que investigue las cuentas. Mientras tanto, ha sido detenido Bruno Tasandin, el administrador delegado del Corriere y del grupo Rizzoli, acusado de haber estafado trescientos millones de pesetas a una compañía de seguros y también de violencia agravada contra Roberto Calvi.

Se le culpa de haber forzado a Calvi a declarar presuntas relaciones económicas con el partido socialista. Como premio a esta calumnia, según la acusación, Tasandin le ofrecía al financiero muerto la "benevolencia de los magistrados de Milán".

El imperio financiero de Calvi tenía como centro el Banco Ambrosiano, con 38.000 accionistas y un valor en Bolsa por encima de los 2.500 millones de dólares.

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