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Las tropas de EE UU controlan el palacio presidencial en Haití

Ramón Lobo

Un día después de la renuncia del general Raoul Cédras en medio de la chifla general, el Ejército estadounidense se hizo con el control absoluto del palacio presidencial y de los principales ministerios. No hubo disparos. Ni detenciones. Todo se efectuó de forma pacífica en medio de un gentío multicolor que vitoreaba y aplaudía a los norteamericanos. Los soldados locales del palacio no opusieron resistencia alguna. Dejaron hacer como si fueran unos espectadores más. El presidente impuesto por los golpistas, Émile Jonassaint, perdió el despacho en su día Ubre. Ayer no tenía que acudir a trabajar. Y ya no lo hará nunca más.

Poco antes, el primer ministro dimisionario, Robert Malval, nombrado por el presidente Jean-Bertrand Aristide en agosto de 1993 tras los acuerdos de la Isla del Gobernador, y favorito de EEUU para con trapesar el poder del presidente a partir del sábado, anunció que asume [desde ayer] el control del Gobierno y de todos sus Ministerios. La transición democrática ha comenzado. Mientras, tanto Aristide como EE UU pidieron a Panamá que acogiera al ex dictador Raoul Cédras y a otros militares gol pistas haitianos. El Gobierno panameño sólo espera tener la confirmación oficial para con ceder el asilo.La gran plaza de los campos de Marte, donde se halla el palacio y el cuartel general del Ejército, desde donde se despidió el lunes Cédras, vive un empacho de jornadas históricas. Ayer asistió, con las estatuas inmóviles, tal vez perplejas, de los próceres de la independencia, a la captura del símbolo del poder, ése que detentó a sangre y fuego la dinastía Duvalier. La casa blanca de Aristide, de la que salió por un cruento golpe de Estado el 30 de septiembre de 1991, está en manos de sus protectores. Decenas de soldados estadounidenses vigilan solos, sin la colaboración de la desmoralizada tropa haitiana, las puertas y las verjas, bien parapetados tras árboles centenarios o sentados como una tribu guerrera en un césped cuidado y verde.

En la entrada lateral, la que da a la calle de los Ministerios, hay tanquetas. La gente se arracima alrededor de cada soldado, mirándolo con devoción religiosa. Otros venden. "¡Tengo coca-colas!, claman. Los más listos aprovechan la solana para colocar sombreros de paja a los blancos que enrrojecen hasta derretirse en sudor. Todos los ministerios clave han sido tomados. El de Defensa e Interior, el de Economía, el de Comunicaciones... Todos han sido arrebatados al Gobierno ilegítimo de Emile Jonassaint. Los pocos funcionarios que se hallaban en el interior cuando llegaron la tropas de ocupación se marcharon por voluntad propia, conducidos por el miedo y la prudencia. "Dentro quedan dos o tres personas", dice el sargento Dean, clavado como un madelman en la puerta del Ministerio de Sanidad.

En una de sus primeras decisiones, el Gobierno Malval convocó ayer al pueblo de Haití a celebrar el viernes una emotiva misa funeral, un día antes del regreso del presidente exiliado, en la iglesia del Sagrado Corazón en memoria del que fuera su ministro de Justicia, Guy Malary, brutalmente asesinado en ese lugar el 14 de septiembre de 1993 por las bandas armadas del régimen militar.

Por su parte, los generales Cédras y Biamby, responsables del golpe de Estado contra Aristide y que el lunes dimitieron de sus cargos en las Fuerzas Armadas, se hallan prestos a dejar Haití en cualquier momento. La Embajada norteamericana no tiene aún el día y la hora de una partida que se presume inminente: "Puede ser en cualquier momento en los próximos días, antes del regreso de Aristide", asegura Stanley Schrager, portavoz norteamericano.

El.problema en estos momentos parece, ser Biamby, cuyo asilo político en Panamá, el destino probable de Cédras, se halla bajo intensa negociación. EEUU apuesta por una salida con unta, aunque ésta se retrase unas horas más.

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