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China ejecuta a 13 piratas mientras coreaban una canción pop

Trece piratas acusados del asesinato de 23 tripulantes de un carguero de Hong Kong fueron fusilados en China al ritmo de la canción La copa de la vida, de Ricky Martin, que seis de ellos cantaron ante los atónitos soldados chinos, según testigos presenciales. Los piratas, todos ellos chinos menos el indonesio Wei Suoni, identificado como el líder de la banda, corearon el ritmo marcado por Yang Jintao, que acompañó su interpretación del éxito del cantante puertorriqueño con saltos y numerosos "go, go, go, olé, olé, olé", a pesar de no hablar español ni inglés e ir completamente encadenado.

Los condenados, según informó ayer la prensa de Hong Kong, fueron encerrados media hora antes de la ejecución en la sala del tribunal que les juzgó, en la ciudad de Shanwei, de la sureña provincia de Guangdong.

Algunos parientes fueron autorizados a entrar en la sala con algo de comida para los reos y grandes cantidades de vino de arroz, una bebida de alto contenido alcohólico. Los piratas salieron del tribunal tambaleándose y con la cara enrojecida, en pie sólo gracias a las cadenas y la colaboración de los guardias, a los que dedicaron su música, algunos insultos y varias declaraciones anticomunistas, la mayor parte incomprensibles.

Agradecimiento al tribunal

"Sólo quiero agradecer sus esfuerzos al sistema judicial del Partido Comunista y dar las gracias a mi abogado por darme una oportunidad", declaró sarcásticamente Yang Jintao a los reporteros reunidos frente al tribunal antes de ser subido al camión que les llevó al patio de ejecuciones.

"Les dimos comida y licor para rebajar la tensión de ser ejecutados y hacerlo todo más fácil para ellos", explicó acto seguido un funcionario del Departamento de Seguridad Pública. El indonesio Wei Suoni pidió su última voluntad en el camión y le fue concedido fumarse un cigarrillo, acto durante el cual posó para los fotógrafos de prensa. Previamente, antes de emborracharse, los convictos ya dieron muestras de su buen humor durante el rápido juicio al que fueron sometidos, charlando y riéndose mientras los funcionarios judiciales leían los pliegos de acusación.

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Tras la confusa sesión, el juez indicó que los 13 piratas debían ser "ejecutados sin demora", pero después hubo que esperar a que las autoridades de Pekín dieran su autorización para la sentencia de Wei, súbdito extranjero. Según la costumbre china, los reos fueron ejecutados con disparos al corazón y la cabeza.

Los 13 piratas llevaron a cabo en noviembre de 1998 el asalto al carguero Cheung Son disfrazados de guardias aduaneros chinos, una operación que les reportó casi medio millón de dólares estadounidenses, aunque las autoridades no han dado cifras concretas.

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