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La CIA grabó interrogatorios con métodos de tortura y después destruyó las cintas

La agencia justifica la desaparición de las pruebas por razones de seguridad

Yolanda Monge

La CIA admitió ayer haber destruido en 2005 dos vídeos grabados en 2002 que contenían interrogatorios a presuntos miembros de Al Qaeda sobre los que se ejercían técnicas denunciadas como tortura. El director de la agencia, Michael Hayden, reconoció haber dado este paso debido a que The New York Times iba a publicar la noticia.

En el momento en que se destruyeron las cintas (2005), la CIA estaba sometida por el Congreso a un minucioso escrutinio legal, ya que cuestionaba su programa de detenciones secretas, reconocido en 2006 por el presidente George W. Bush.

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En el comunicado enviado el jueves por el director a sus trabajadores, Hayden asegura que las cintas "carecían de valor para el espionaje". "Si en algún momento se hubieran filtrado, hubieran permitido la identificación de nuestros colegas de la CIA que participaron en el programa, exponiéndoles a ellos y sus familias a represalias de Al Qaeda y sus simpatizantes", escribe Hayden en la carta.

Pero el temor de la CIA parece que fue otro en 2005: de haber sido públicos los interrogatorios que contenían métodos de tortura como el llamado waterboarding (provocar sobre el detenido la sensación de que se está ahogando en agua), los agentes hubieran tenido que dar algunas explicaciones ante la ley.

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Según agentes en activo citados por el Times, la decisión de destruir los vídeos fue tomada por José A. Rodríguez, entonces jefe de la Dirección de Operaciones, el departamento más secreto de la agencia. Otras dos fuentes han confirmado al diario neoyorquino que Porter Goss, al frente del espionaje en aquella época, no fue informado de la desaparición de las cintas y mostró su enfado cuando lo supo.

En su nota, Hayden asegura que tanto el Comité de Inteligencia de la Cámara como el del Senado estaban al tanto de la intención de la CIA de deshacerse de las películas para proteger la identidad de los interrogadores.

La reacción no se hizo esperar. El Capitolio hervía ayer con la noticia. La representante demócrata por California Jane Harman, entonces en el Comité de Inteligencia de la Cámara, fue una de los cuatro miembros del Congreso a los que se informó en 2003 de la existencia de las cintas y de la intención de la CIA de destruirlas. "Dije que hacer desaparecer los vídeos de los interrogatorios era una pésima idea", aseguró. Pete Hoekstra, representante republicano por Michigan y entre 2004 y 2006 presidente del Comité de Inteligencia del Senado, comunicó ayer a través de un portavoz que él no recordaba haber sido informado sobre el programa de grabación de los interrogatorios.

Si es cierto que a ese reducido número de congresistas se le comunicó los planes de hacerlas desaparecer, nada se les dijo cuando dos años más tarde fueron destruidas.

La reacción tampoco se hizo esperar desde las ONG de defensa de los derechos humanos y civiles. En opinión de Jennifer Daskal, de Human Rights Watch, la destrucción de los vídeos es "ilegal". "De lo que aquí se está hablando es de que se han destruido pruebas".

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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