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La CIA sospecha que los servicios secretos paquistaníes traicionaron a Abdul Haq

EE UU depende de los espías de Islamabad para sus operaciones militares en Afganistán

Los servicios secretos de Pakistán tienen la baraja de esta guerra en sus manos. Ellos y no la CIA son los que tienen espías en Afganistán, y de su información depende EE UU para sus operaciones bélicas. Pero hay tres problemas: el ISI (agencia de espionaje paquistaní) creó a los talibanes, mantiene vínculos con Al Qaeda y está resentido con la CIA por haberle dado de lado tras expulsar a la URSS de Afganistán. Ahora todo indica que quiere ganar la partida y doblegar los intereses de Washington a los suyos, o al menos eso temen funcionarios norteamericanos de inteligencia y del Departamento de Estado.

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Países:: Pakistán

El ejemplo que dan es el asesinato, la semana pasada, de uno de los hombres en los que Washington tenía depositadas sus esperanzas para formar un gobierno postalibán, Abdul Haq. Alguien lo tuvo que traicionar y la CIA tiene grandes sospechas de fue el ISI, porque era quien conocía su itinerario y sus contactos. Es un duro mensaje que ha causado escalofríos en EE UU porque Hamis Qarzai, otro hombre que cuenta con su benéplacito y está dentro de Afganistán trabajando con el mismo fin, podría correr la misma suerte.

El ISI es frecuentemente calificado como un siniestro gobierno en la sombra, de dudosas lealtades. El primero en saberlo es el presidente de Pakistán, general Pervez Musharraf, principal aliado estratégico de EE UU y custodio de las armas nucleares. Musharraf ha hecho una purga este mes en el ISI, comenzando por el director, general Mahmud Ahmed.

Irónicamente, Ahmed se encontraba en Washington el 11 de septiembre, según fuentes de inteligencia. Había ido a negociar una mayor cooperación, a petición de la CIA. Días después de su vuelta a Islamabad, Ahmed formó parte de la delegación negociadora paquistaní que trató en vano de convencer a los talibanes de que entregaran a Osama Bin Laden.

A las órdenes del general Ahmed, el ISI ha formado en el último año una unidad secreta para destruir a los principales partidos políticos y a los separatistas del movimiento Mohajir Quami en Pakistán. Para ello ha apoyado a movimientos fundamentalistas como Sapah Sahaba y Lashkar i Jhangvi. Este último guarda estrechos vínculos con Al Qaeda y ha reclutado a jóvenes para entrar en las filas de los talibanes.

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Relaciones peculiares

También por iniciativa de Ahmed se creó una octava sección en el organigrama del ISI para supervisar el Ejército del Islam, una organización que incluye a Al Qaeda y otro grupo que figura en la lista de terroristas elaborada por EE UU a raíz de los atentados, Harkat-Ul-Muyahidín. Según la revista Jane's, el Ejército del Islam controla el cultivo de opio y los laboratorios de heroína, operaciones dirigidas por el general Mohamed Aziz, ex funcionario del ISI.

El entramado de relaciones, traiciones e intereses ha marcado las extrañas relaciones entre el ISI y la CIA en las últimas dos décadas. A mediados de los años ochenta, la CIA puso el dinero y las armas y el ISI reclutaba e introducía en Afganistán a los muyahidín que peleaban contra los soviéticos, Osama Bin Laden entre ellos. Concluida la misión, los agentes norteamericanos fueron perdiendo poco a poco el interés en sus colegas. Los contactos fueron prácticamente inexistetes después del colapso de la Unión Soviética.

En ese año, 1989, el ISI se propuso crear el Califato Islámico de Pakistán, que se extendería hasta las repúblicas de Asia Central. El control de Afganistán era esencial y con esa meta patrocinaron el movimiento estudiantil pathan en Kandahar, que luego se conocería como talibán. Cientos de estudiantes de todo el país pasarían primero por las madrazas (escuelas coránicas) financiados por la efímera Benazhir Bhutto y sucesivos gobiernos.

Los lazos de cooperación se restablecieron tras el primer atentado a las Torres Gemelas, en 1993. La información del ISI fue clave para detener al cerebro de la conspiración, Ramzi Yusef, condenado a cadena perpetua en EE UU. También cooperaron en la captura en Pakistán de Aimal Kansi, que asesinó a dos funcionarios de la CIA en Washington en 1993. Ambos eran bien conocidos en las filas de la CIA y el ISI por su partcipación en el movimiento muyahidín.

EL ISI tiene ahora cientos de agentes en Afganistán de incalculable valor para la CIA, pero nadie sabe por quién se decantan ni los cuerpos intermedios que los controlan. Un indicio de la inclinación de esos operativos lo dio la semana pasada uno de los ex jefes del ISI que sigue manteniendo contactos internos. El general Hameed Gul declaró a la prensa paquistaní que 'la agencia no está en alquiler ni a disposición de EE UU'.

Desde su cuartel general en Khyban i Shuharwady y su centro de operaciones en la ciudad de Rawalpindi, el ISI ha controlado la política interior y exterior de Pakistán en el último cuarto de siglo. Fue fundado en 1948 con el fin de recavar información en la parte de Cachemira controlada por Pakistán y en el este del país (posteriormente Bangladesh). Fueron la CIA y los servicios secretos franceses los que los entrenaron.

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