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El cadáver del periodista español Miguel Gil, muerto en Sierra Leona, será repatriado hoy a Barcelona

El cadáver del periodista español Miguel Gil Moreno de Mora será repatriado hoy a Barcelona, su ciudad natal. Gil, de 32 años, murió el miércoles en una emboscada de la guerrilla en Sierra Leona en el cruce de caminos de Rogberi, paso obligado hacia el este del país. El periodista estadounidense Kurt Schork, de 53 años, también falleció en el ataque. Bill Clinton, Kofi Annan y Josep Piqué transmitieron a la familia y a los compañeros de los periodistas fallecidos sus condolencias por la muerte de dos personas que dieron su vida para poder informar al mundo.

El ministro español de Asuntos Exteriores aprovechó su comparecencia ante la prensa en Florencia, donde asistió al Consejo Atlántico, para trasladar sus condolencias a la familia del periodista español fallecido en Sierra Leona. Piqué dijo que Miguel Gil "perdió la vida en aras de la libertad de expresión". El ministro resaltó los "sacrificios personales" que asumen los periodistas que informan de África, un continente, dijo, donde en los últimos tiempos "el riesgo y el horror son impresionantes y permanentes". Gil trabajaba como cámara de televisión para la agencia de noticias Associated Press y el mes pasado fue galardonado con el premio de la Royal Television Society como el mejor reportero gráfico del año. El presidente de Associated Press, Louis Boccardi, dijo tener la certeza de que Gil murió haciendo "el trabajo que amaba", ser reportero de guerra. Su familia está destrozada. "El dolor es demasiado grande como para poder explicarlo", dijeron fuentes de la familia. El periodista estadounidense Kurt Schork falleció en la misma emboscada, en la que también resultaron muertos cuatro soldados de Sierra Leona y heridos otros dos periodistas. El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, que, como Schork, estudió en el prestigioso colegio Rhodes de Oxford, expresó ayer sus condolencias por la muerte del periodista. La secretaria de Estado de EEUU, Madeleine Albright, dijo estar "conmovida y triste", y reconoció su "admiración" por los informadores que cubren zonas en conflicto.

Schork, como Gil, hizo del periodismo su segunda profesión. El veterano reportero de la agencia Reuters había trabajado durante años en el mundo de la empresa antes de optar, hace una década, por informar en zonas de conflicto. Gil, mientras, colgó su toga de abogado en 1993 para irse, sin conocer a nadie, a Sarajevo. Desde allí colaboró con la Cadena SER y con los diarios La Vanguardia y El Mundo antes de enrolarse con Associated Press, primero como productor, hasta que aprendió a manejar una cámara, con la que logró ser uno de los mejores.

Kofi Annan, secretario general de las Naciones Unidas, elogió ayer el trabajo de Gil y Schork. "Eran profesionales informando en un conflicto que ya se ha llevado por delante demasiadas vidas", dijo Annan en un comunicado. "Estaban haciendo lo que otros muchos periodistas alrededor del mundo: asumían riesgos para que todos nosotros podamos estar informados", añadió. Annan apostilló que la noticia que no pudieron cubrir es que en Sierra Leona "las matanzas continúan".

Minuto de silencio

Los periodistas destacados en Freetown guardaron ayer un minuto de silencio en memoria de sus compañeros muertos. Después, los restos mortales de ambos fueron trasladados a Abiyán, capital de Costa de Marfil, desde donde hoy viajarán a Londres para desde allí ser repatriados.

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La falta de seguridad de los periodistas que cubren informaciones bélicas fue ayer destacada por políticos y periodistas. Pero, desde el Ministerio de Defensa británico, un portavoz aseguró que la misión de los cerca de 700 soldados del Reino Unido desplegados en Sierra Leona "no es proteger a los periodistas que asumen riesgos".

Con el asesinato en Sierra Leona de Gil y Schork ya son 11 los periodistas muertos en lo que va de año, según el recuento realizado por Reporteros sin Fronteras (RSF). Esta ONG incluye en la lista a José Luis López de Lacalle, columnista y miembro fundador del Foro Ermua, asesinado por ETA el 7 de mayo en Guipúzcoa. Los otros ocho fallecieron en Sri Lanka, Bangladesh, Mogadiscio, Chechenia, Uruguay, Haití, Guatemala y Pakistán.

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