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Análisis:Cambio en Cuba
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Cambio o muerte

Fidel Castro y su hermano Raúl han aclarado, por fin, el rumbo que tomará Cuba a partir de ahora: habrá cambios, porque son imprescindibles para salvar la revolución y a sus propios mandos, pero los encargados de realizarlos serán los burócratas de siempre. En otras palabras, no habrá relevo generacional en la cúpula del poder, al menos por el momento. Y, para que no queden dudas, uno de los máximos representantes de la vieja guardia, el médico José Ramón Machado Ventura, de 77 años, ha sido designado número dos de la jerarquía, cargo que ocupaba Raúl Castro hasta su nombramiento a la jefatura del Estado cubano.

El elegido no fue finalmente Carlos Lage, también médico, pero de sólo 56 años, que encabezaba las quinielas de muchas cancillerías y que seguirá siendo uno de los vicepresidentes, encargado de economía. Y no lo fue porque era, justamente, el favorito de la comunidad internacional, en esa lógica retorcida tan castrista, ese prurito nacionalista que el periódico Juventud Rebelde explicaba con claridad meridiana el domingo: "No actuamos movidos por esperas y anhelos ajenos. Obedecemos a intereses y ritmos propios (...) Lo que se cambia, cuándo se cambia y cómo se cambia es asunto exclusivo de quienes hicieron la Revolución y de los que la mantienen viva".

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Es probable también que Ricardo Alarcón, reelecto el domingo a la presidencia del Parlamento, deba su salvación a esa lógica. Después de la difusión de un vídeo de la Universidad de Ciencias Informáticas de La Habana, que mostraba a un Alarcón incapaz de aportar respuestas coherentes a las preguntas de los estudiantes sobre los cambios necesarios, se esperaba su destitución. Al mantenerlo en su puesto, el régimen manda la señal de que necesita a todos sus cuadros para salir del paso. Cuba no puede permitirse una lucha entre las diferentes facciones que conviven dentro del Partido Comunista. Los "históricos" que participaron a la gesta de Sierra Maestra, los "talibanes" (ortodoxos de generaciones posteriores) y los reformistas genuinos están llamados a participar en este proceso de cambio "dentro de la revolución, nunca fuera de la revolución", según el viejo lema de los años sesenta que, por lo visto, sigue vigente. ¿En qué consistirán las reformas? "El país tendrá como prioridad satisfacer las necesidades básicas de la población, tanto materiales como espirituales, partiendo del fortalecimiento sostenido de la economía nacional y de su base productiva", ha explicado Raúl Castro. Si la revolución no ha podido hacerlo en 50 años, ¿cómo piensan lograrlo ahora? Máxime cuando la apertura económica tendrá, inevitablemente, efectos indeseables para el régimen. Las propuestas son nebulosas y las referencias repetidas al modelo chino o vietnamita confirman que sólo se busca reformar la economía, sin apertura política. Gracias al petróleo venezolano y a los créditos de algunos países amigos, La Habana podrá ganar tiempo, pero los cubanos no tienen la paciencia de los vietnamitas o de los chinos. Raúl lo sabe y, a diferencia de Fidel, parece que sí le importa.

Bertrand de la Grange es periodista y escritor, experto en América Latina

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