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Centroamérica, 20 años después de la guerra

La región celebra los Acuerdos de Paz de Esquipulas II sumida aún en la pobreza, la violencia y la corrupción

Hace varios años que Andrés Lozano dejó de hablar de la guerra. Cultivando frijoles y recogiendo café en las afueras del occidente del Valle Central costarricense, este campesino salvadoreño superó el recuerdo de la salida forzosa de su natal Santa Tecla y ahora evita contar la historia del viaje que emprendió con su familia en 1985. "La vaina ahora es comer. Gracias a Dios no nos van a venir a buscar para ir a matar gente", señala el anciano.

La vida de Lozano, la de sus hijos y decenas de nietos refleja la realidad de miles de centroamericanos que intentan sortear la pobreza, la desigualdad social y la violencia en las calles, aliviados por la extinción de las guerras. Mientras, los Gobiernos se organizan para recordar que no todo es malo en una región donde más de la mitad de la población es pobre. "Al menos no hay guerra", parecen querer decir los gobernantes centroamericanos, cuando se cumple hoy el 20º aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz Esquipulas II, principio del fin de los conflictos bélicos enmarcados en los últimos coletazos de la Guerra Fría.

El recuerdo de la muerte de unas 350.000 personas, de la fragmentación ideológica al epílogo de la Guerra Fría y de los traumas sociales provocados por las guerras de los años 80 en cuatro países del istmo, volvieron a cobrar vigencia esta semana en Centroamérica.

A pesar de ser Costa Rica el único país firmante de los Acuerdos que no alojó guerra en los años 80, su presidente, Óscar Arias, será mañana el anfitrión de la celebración del proceso de pacificación que le valió en 1987 el premio Nobel de la Paz. El único mandatario ausente en la cita será el nicaragüense Daniel Ortega, el otro protagonista de los Acuerdos que está de nuevo en el poder. Los mandatarios conocerán mañana los resultados de un proceso de consultas dirigido por la Fundación Arias para la Paz con la sociedad civil, sobre el progreso del istmo en los 20 años transcurridos desde aquel 7 de agosto de 1987, cuando Arias, Ortega, y sus colegas Vinicio Cerezo (Guatemala), José Azcona (Honduras) y José Napoleón Duarte (El Salvador) acordaron "establecer la paz firme y duradera en Centroamérica".

"La región cambió el conflicto armado por desafíos relacionados con la falta de oportunidades. La pobreza afecta a más de la mitad de los centroamericanos, las reformas democráticas deben profundizarse y la lucha armada la hemos sustituido por una región muy violenta, donde tres países (Honduras, El Salvador y Guatemala) tienen tasas de homicidios de 40 por cada 100.000 habitantes", es el retrato que hace el politólogo Luis Alberto Cordero, a cargo del proceso de consultas de la Fundación Arias.

Como logros, gobernantes y académicos señalan la erradicación de la guerra y el establecimiento de elecciones democráticas continuadas. "Si vemos a Centroamérica como una foto, puede ser particularmente triste. Pero en película, la situación es esperanzadora. Estamos en un nivel diferente… ya no se renuevan Gobiernos por la vía violenta. De hecho, los avances menos tangibles, como democracia y libertad de expresión, son los que permiten a Centroamérica elevar los índices bajos provocados por la economía y por la falta de comida o escuela", comentó Roberto Courtney, director del organismo Ética y Transparencia en Nicaragua.

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"La participación electoral ha elevado el promedio de participantes, con 65% o 70%, pero no hay verdadera cercanía con las demandas de la gente. A los partidos les cuesta representar los intereses y deshacerse de los grupos de presión", agregó Cordero.

El legendario guerrillero Edén Pastora, el Comandante Cero que integró con igual protagonismo la guerrilla y la Contra en Nicaragua, tiene una opinión menos optimista. "¿Erradicado el germen de la guerra? En política todo es posible y más en una región donde heredamos los vicios del andaluz y la indolencia del indio. La guerra es un fantasma cuando los problemas siguen siendo hambre, pobreza e insalubridad, sumado al problema de siempre: la corrupción".

Luis Alberto Cordero insiste en que el istmo ha logrado un crecimiento económico que en promedio supera el 6%, pero la distribución de la riqueza sigue siendo un reto. "Los rezagos que tenían los países con conflictos bélicos, se mantienen porque las políticas de redistribución no han sido efectivas. Ese reto, si bien es mayor en la parte norte, también es válido para Costa Rica y Panamá".

Mientras algunos avanzan en la ruta de la modernidad, otros, la gran mayoría, viven en condiciones precarias, propias de siglos anteriores en las sociedades europeas. ¿Podrá ser sólida y duradera la paz política y la paz social con niveles de pobreza como los existentes y con la desesperanza de tener que huir de su país en búsqueda de un horizonte?, se preguntó también Dora María Téllez, uno de los iconos de la Revolución Sandinista en Nicaragua.

Centroamérica está también inmersa en un proceso de integración económica que le permita negociar en este año un Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, entre otros tratados comerciales con los que pretende continuar la apertura de sus economías, a pesar de las reticencias de algunos grupos internos.

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