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Chaquetones, buen calzado y mucha marcha

Un recorrido familiar desde la Banda Sinfónica hasta la percusión bengalí

Desde que la tarde comenzó a declinar entre nubes de plomo y cobre ardiente, un tropel de gente dispuesta a todo ocupó ayer las calles de Madrid. Chaquetones, buen calzado y mucha marcha fue la tríada elegida para responder a la invitación municipal a trasnochar. Y, de paso, saldar la deuda de cada cual con los espectáculos y la cultura.

La noche brindaba una ocasión inmejorable en 196 focos de atracción dispersos por la ciudad. Pequeños grupos familiares con las cabezas pegadas encima de los programas de mano, intentaban trazar itinerarios viables y compatibles dado lo apretado de los horarios y el aluvión de oportunidades simultáneas.

Carmen y Miguel, cuarentones, y Samuel, Michi y Laura, veinteañeros, optaron por un trayecto familiar musical pero comenzaron por visitar el burro de Atocha, iluminado por ocho focos halógenos de 400 vatios cada uno. Luego, casi al trote, subieron por la Cuesta de Moyano y se adentraron en el Retiro. En la Chopera, un camión de donación de sangre abría las puertas al público hasta la una. Una vez en el templete de la centenaria Banda Sinfónica Municipal, Enrique García Asensio dirigía una primorosa interpretación de bandas sonoras de filmes como Un hombre y una mujer, La vaquilla o Los siete magníficos.

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Una noche a la caza de 'el regalo'

Los chicos apremiaban para que la familia se acercara al estanque grande, donde el grupo bengalí Natapala inundaba la noche con su percusión exótica, que la enorme concavidad del mausoleo de Alfonso XII ampliaba como un potente latido que surgiera de los árboles y del agua brillante del estanque. Con el compás oriental aún en los tímpanos, la familia salió del Retiro por el Paseo de las Estatuas hasta el Museo Naval, en la calle de Montalbán, junto al Paseo del Prado y bajo la mole del Palacio de Comunicaciones y Correos. Allí, la Banda de Música de Infantería de Marina ofrecía un concierto alegre y marchoso, culminado con el Banderita, coreado por el público. Una enorme hilera de personas hacía cola para visitar el museo. Ya casi sin resuello y por el paseo de Recoletos, el paterfamilias logró llevarlos a todos hasta la Biblioteca Nacional, donde Lope de Vega era evocado para seguir haciendo de las suyas con su apología del tiranicidio Fuenteovejuna entre aceros toledanos, damas regias y espadachines. Dentro del edificio decimonónico, la familia contempló la belleza de la exposición Dibujos de Arquitectura y ornamentación del siglo XVIII con joyas de Piranesi, Juan de Villanueva, Ventura Rodríguez y José de Hermosilla. Allí descubrieron que la romana Piazza Navona inspiró el alineamiento de las fuentes de Neptuno y de Cibeles, hasta cuya plaza padres e hijos se dejaron posteriormente caer para "cerrar la noche y de paso mover el esqueleto si se tercia", en palabras de Carmen, la madre de familia. Luego, tras besarse, los hijos se marcharon por su cuenta y entre todos culminaron la festiva transgresión de una noche distinta, bendecida por un cielo benevolente y una atmósfera grata y madrileña.

Elpaís.com pasea por la capital en la noche del año que menos duermeVídeo: ÁLVARO Á. RICCIARDELLI
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